Sí antes no coge su avioneta y se va para Miami, María Machado podría ver el rostro de la justicia que la ha citado para que explique sus tropelías.
Hasta ahora María Machado se pasea impune aquende y allende con aire de superioridad, desafiante contra el Estado Venezolano, pero ya es hora de pararle los mochos, ya basta de tanta arrogancia oligárquica, ahora no estamos en la colonia cuando las mantuanas de su estirpe humillaban al pueblo.
De comprobarse jurídicamente lo que es harto sabido -que ella propugna el terrorismo- habría que juzgarla como tal porque aquí no debe haber doble rasero, una ley para los pobres y la impunidad para los ricos, aquí cada quien debe hacerse responsable de sus actos o de lo contrario la justicia se va a convertir de nuevo en una guachafita como en la IV República.
El pueblo ha esperado y espera paciente y esperanzado que la justicia haga su parte para así abonar la paz; de lo contrario la desesperanza y el caos no esperarán mucho para reinsurgir.
Nunca falta un juez timorato que se lave las manos como Pilato, pero ante esa posible eventualidad el poder popular anda mosca y listo para disponer un remedio radical, siempre en consonancia con lo que dicta la competencia constitucional, eso sí.
