Pildoritas 02 (año VIII)

Una monja a la que le quedó grande su condición de religiosa

Que un escuálido cualquiera, del común cuyas almas como bien sabemos están cargadas de odio inoculado, insulte, calumnie, niegue a pies juntillas las realizaciones del gobierno revolucionario en favor de los pobres y de la clase media, y nos desee la muerte (que desaparezcamos) es hasta cierto punto comprensible porque quienes así actúan, o no tienen sentimientos, o su formación no les da para más y entonces son presa fácil, de una bien planificada acción disociadora por parte de los medios nacionales e internacionales que, carterizados, a diario lanzan sus dardos venenosos para robotizar las mentes y utilizarlas para sus fines perversos, pero que una persona que se supone bien formada moralmente, que ha asumido dedicar su vida al servicio de un ministerio para propagar y enseñar el legado de Cristo, para ser ejemplo de caridad cristiana, para cultivar e inculcar en las personas los mejores principios de solidaridad, amor y perdón, salga públicamente, ante un mensaje de una destacada dirigente oficial que recuerda a un ser, querido para todos los que abrazamos esta lucha por mejorar las condiciones de vida de nuestros semejantes, como es el vilmente asesinado por encargo, nuestro nunca olvidado Robert Serra, es inaceptable pero hasta cierto punto comprensible, de alguna manera, pues con toda seguridad, su repudiable conducta no es otra cosa que el reflejo del ejemplo, que algunos de sus superiores que fungen como jerarcas de la Iglesia, como es el caso de quienes participaron activamente en el golpe de estado contra el Comandante Chávez con toda la carga de odio que ello conllevó, o de personajes como el obispo Porras, o Lucker, o más cerca de ella el cura Palmar, con quienes seguramente, esta vieja apunto de renegada, que debería colgar sus hábitos y meterse a guarimbera, quiere congraciarse y además, obtener un protagonismo, impropio en alguien que como ella debería estar ungida de, o al menos, en la búsqueda de la mayor dosis de santidad, pues se supone más cerca de Dios que el común de los mortales

Hemos visto por ejemplo como a sacerdotes como el Padre Atencio, entre otros por cierto también de Maracaibo, han estado a punto de expulsarlo de la Iglesia por su postura valiente al reconocer los logros innegables de este Proceso, sin dejar de ser u critico de las fallas que sabemos y aceptamos aun persisten las cuales deberán, más temprano que tarde ir desapareciendo, esas sí, pues esta Revolución como toda obra humana es perfectible.

Ante una actitud como la de esta monja, ya sabemos, no vamos a ver ninguna reacción de la jerarquía eclesial, esta monja no va a ser recriminada por su actitud repudiable, por lo que el gobierno nacional, a través de la Cancillería y vía Nunciatura debería elevar su voz de protesta que llegara hasta el Papa Francisco, a quien le debe quedar claro, la clase de prelados que aquí, están al frente de nuestra iglesia y que no tienen la entereza de proceder a, como sería apenas lógico, sancionar a esta persona que desprestigia la condición de religiosa y que deja muy mal parada a su congregación, que seguramente como regente de un colegio católico recibe un subsidio con el cual se le paga a ella su salario y le hace poseedora del beneficio de la jubilación, pero que también por su edad debe estar recibiendo las pensión de vejez, dos cositas “MUY MALAS” que ha hecho este gobierno y que benefician a miles como ella, que lo agradece deseando la desaparición de todos los chavistas e irrespetando la memoria de uno de los más destacados, hoy “desaparecido” físicamente, como es el compatriota Robert, víctima del odio exacerbado, parte del cual esta monja demuestra, sin explicación que valga, como ha pretendido hacerlo en un intento de dorar la píldora, pues las palabras que utilizó son por demás contundentes y no admiten otra interpretación.



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Saúl Molina


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