La “caridad cristiana” de Luckert arremete contra las pensiones

La procacidad y mala fe del padre Luckert, el infamante Obispo de Coro, quien llamó la gestión bondadosa y cristiana de Hugo Chávez, destinada a proteger a las madres púberes o niñas llegadas a la maternidad sin la debida madurez y protección, "misión abran las piernas", con lo que ofendió y hasta humilló a una buena cantidad de jóvenes, pareciera haberse convertido en una prédica derechista dentro de un sector del catolicismo con fines politiqueros.

Pese no saber mucho de las ocupaciones habituales de la iglesia, no más de lo que la mayoría de los venezolanos sabemos, tengo por cierto que ella se interesa por predicar y practicar la caridad cristiana. La práctica o intermediación en eso que el catolicismo llama caridad, hizo de la madre de Teresa de Calcuta, con prontitud una santa.

Es que la "caridad es una de las virtudes teologales". Para San Pablo, he recogido por allí al vuelo rasante, "La caridad es paciente, es servicial; la caridad no es envidiosa, no es jactanciosa, no se engríe; es decorosa; no toma en cuenta el mal".

Se le define además como "limosna que se da o auxilio que se presta a los necesitados. Se dice que la iglesia católica considera la limosna hecha a los pobres como uno de los principales testimonios de la caridad fraterna, pero también una práctica de la justicia".

Hugo Chávez, es público y notorio, eso le hace más auténtico y genuino, fue un revolucionario orientado por las ideas de una gama de pensadores que va de marxistas hasta cristianos y fue, eso lo demostró ampliamente, un practicante católico. Por eso asumió el asunto de los pobres desde la perspectiva de la práctica de la justicia, sobre todo en un país que ha gozado de una renta petrolera cuantiosa que las clases dominantes se habían distribuido groseramente y no como un acto de caridad. Mientras ese sector acumulaba riquezas y despilfarraba sin límites, del otro lado se acumulaba una espantosa miseria.

El asunto en cuestión de manera particular, relativo a la protección de las madres púberes, fue para Hugo Chávez y lo es para la revolución, un acto de justicia que como tal y desde la perspectiva del catolicismo auténtico, no es digno de ningún cuestionamiento.

Pero el cura Luckert, quien confunde sus intereses de clase y muy particulares con los de la iglesia, asumió lo que para él debería ser una acto de caridad y para nosotros de justicia puramente concebido, como un pecado. Si volvemos sobre las palabras de San Pablo, el cura Luckert lejos queda de ser un vocero de la iglesia y el cristianismo. Conste que hablamos de San Pablo y no del cardenal Urosa.

Pero dentro de algunos sectores de la iglesia, en lugar de la prédica de San Pablo, pareciera correr la procacidad e injusticia del cura Luckert.

Ahora mismo, en días navideños, he escuchado a un grupo de católicos (as) despotricar contra las "pensiones mal asignadas e injustificadas", "sobretodo esas destinadas a niñas que paren para incitarlas a seguir pariendo". No hay duda que se trata de la misma interpretación del tema que difundió el obispo de Coro, la cual con seguridad, algún sector ha puesto a correr entre la feligresía sobre la cual tiene influencia.

Lo que es peor o absurdo, atribuyen la crisis económica compleja en la cual estamos envueltos a la asignación de esas pensiones y otras pequeñas cosas, que pese lo pequeño no dejan de ser manifestaciones de deseo de hacer justicia en Venezuela a la hora de repartir la renta.

Pero lo que pudiera entenderse como un simplísimo gesto egoísta y hasta manifestación de ignorancia, es la prueba que la derecha está lanzando su mensaje neoliberal contra las pensiones y todo lo que llaman el "gasto social" de manera simulada, lo que públicamente no se atreve a manifestar, para preparar a su gente por lo que haría contra el pueblo en el supuesto caso que llegase al poder. Lo que haría, incluye no sólo la eliminación de las pensiones y con estas ese hermoso gesto en favor de las madres púberes y los niños por nacer, sino también las misiones, educación gratuita y todo lo que el neoliberalismo califica como gasto excesivo o innecesario; justamente el destinado a proteger al pueblo.

Pero por otro lado, nada dice la derecha de la estafa contra la Nación y el pueblo todo de parte de quienes se llevaron subrepticiamente más de 20 mil millones de dólares porque, mírese como se mire el asunto, son gente de ella, como también lo son quienes acaparan, detienen la producción, contrabandean y especulan de manera desmedida a la población. Menos condena la actitud norteamericana de invadir el mercado petrolero, incluso apelando a procedimientos criminales, sólo por afectar la estabilidad de nuestro gobierno.



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Eligio Damas

Militante de la izquierda de toda la vida. Nunca ha sido candidato a nada y menos ser llevado a tribunal alguno. Libre para opinar, sin tapaojos ni ataduras. Maestro de escuela de los de abajo.

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