Ante el complot psico-terrorista que viene desarrollando a través de las redes sociales, tratando de generar desconfianzas de todo tipo en la población mediante convocatorias aparentemente anónimas a un paro nacional que derrocaría al gobierno de Nicolás Maduro, la oposición está confirmándole al mundo que vive en una realidad virtual que es exclusiva de ella, muy diferente a la realidad vivida por los venezolanos en general. Sólo en las mentes disociadas de los grupos opositores cabe suponer que ellos representan la totalidad del país, por lo que cualquier acción que inventen para tumbar al gobierno tendría que entenderse como conveniente para todos los venezolanos, aun cuando siempre se les ha demostrado su craso error en todas las elecciones celebradas en Venezuela desde 1998, incluso durante el golpe de Estado del 11 de abril de 2002 y el paro patronal de 2002-2003. Sin embargo, no es sensato hacerse de la vista gorda ante sus pretensiones desestabilizadoras, puesto que cada cierto tiempo éstas afloran con alguna intensidad, quedando más que demostrado que la oposición siempre ha manejado un mismo guión, sin importarle las consecuencias que lleguen a sufrir los sectores populares, a quienes desprecian haciendo gala de su odio de clase.
Por lo tanto, al chavismo en general le corresponde estudiar en profundidad el escenario político que nos busca imponer la oposición en el país con su ensayo a destiempo de un “paro nacional” para cambiar al gobierno y resolver los problemas económicos actualmente padecidos. No puede enfrascarse únicamente en el tema electoral y las componendas políticas del momento cuando se evidencia que la persistencia de la especulación y el acaparamiento de productos, así como la reanudación de la violencia de las güarimbas en San Cristóbal y otras ciudades venezolanas, tienen como objetivo provocar una situación que justifique la actuación de sus amos imperialistas mediante la aplicación de las medidas que éstos acordaran recientemente en Washington y ello obligue al pueblo a una elección forzada de los candidatos opositores cuando se realicen los comicios parlamentarios de este año. En este sentido, hay que tomar con seriedad el papel a cumplir por el imperialismo gringo en esta nueva etapa de agresiones de la oposición, dado su cambio de actitud respecto a Cuba, con lo que la Casa Blanca buscaría fomentar en las naciones de la región latinoamericana una división que favorezca sus intereses geopolíticos y económicos, al mismo tiempo que se aislaría a Venezuela en cuanto a su política antiimperialista e integracionista.
Así, tanto revolucionarios como chavistas tienen que armar estrategias que minimicen el desasosiego causado por la oposición desde las redes sociales y los diferentes medios empresariales de información, aprovechándose del impacto emocional que causaría una disminución de los precios del petróleo en la economía nacional, algo directamente conectado a las maniobras llevadas a cabo por el gobierno estadounidense para proteger sus reservas petroleras y disponer del control de los yacimientos existentes, tal como lo ha logrado a través de la guerra en naciones como Irak y Libia. No se puede desconocer, por ende, tal cosa ni pensar en que esto simplemente pasará y no afectará de ninguna forma el avance del proceso revolucionario bolivariano socialista. Se hace necesario, por tanto, que la clase política chavista sea conscientemente responsable de lo que pasa en la actualidad y sepa responder adecuadamente al desafío impuesto por esta coyuntura, asumiendo en consecuencia la obligación revolucionaria de trascender el actual sistema capitalista y promover en su lugar un sistema verdaderamente socialista y alternativo.
Asimismo, se impone desmontar sistemáticamente toda la estrategia comunicacional de la oligarquía financiera y comercial parasitaria, ahora centrada en incrementar informaciones que hagan ver el desabastecimiento artificial de algunos productos como culpa exclusiva del gobierno, teniendo como objetivo inmediato convencer a la gente sobre la conveniencia de cambiar el gobierno, sea mediante elecciones o un golpe de Estado, dada su supuesta ineficiencia para superar los problemas habidos en materia económica. En relación a ello, es importante que se desmitifique la idea según la cual sólo el sector privado, y no el gobierno, está en capacidad de llevarnos al progreso, que el socialismo bolivariano es un total fracaso y que, además, deben adoptarse como solución medidas capitalistas neoliberales, entre ellas la dolarización, la liberación de precios y la autonomía del Banco Central de Venezuela. En vista de esto, las diversas fuerzas revolucionarias y chavistas tendrían que fusionarse en un mismo esfuerzo divulgativo y no seguir simplificando las cosas, pensando más en las elecciones próximas que en anticipar y en vencer todas las estratagemas desestabilizadoras del imperialismo yanqui, la oligarquía parasitaria y las demás agrupaciones de la oposición.-