El presidente ha denunciado de manera reiterada, en estos últimos días, los planes de golpe de Estado contra su gobierno, el proceso bolivariano y el país todo. Lo de "contra el país todo", lo decimos nosotros, porque de darse sería en demasía cruento y siéndolo, no dejaría, como solemos decir los venezolanos "títere con gorra". O dicho en lenguaje menos coloquial y más comprensible, a larga la acción represiva que desataría afectaría hasta entre quienes en un principio pudieran apoyarles o desde ahora estarían estimulando y deseándolo. Dentro de la MUD misma habrá gente a quienes se llevarían en los cachos.
Como dijese mi excelente amigo y compañero de la juventud, Rómulo Henríquez, un talentoso y experto venezolano como olvidado, pese su consecuencia con la revolución y el proceso bolivariano, para que hablemos de golpe de Estado, los insurreccionados contra el orden tendrían que asumir el poder; de lo contrario, sólo podría hablarse de insurrección o simplemente alzamiento.
Incluimos el comentario anterior, porque todavía sigo creyendo que es muy cuesta arriba que en Venezuela, por lo menos por ahora, partiendo de los elementos que uno maneja, se produzca un golpe de Estado; lo que no niega que pueda producirse alguna insurrección que vaya mucho más allá de las guarimbas y las acciones "vanguardistas" o mejor extremistas de elementos entre los cuales aparecen entremezclados los paramilitares. De ese carácter serían los que ahora acaba de denunciar Diosdado.
Pero el presidente Maduro, haciendo uso de la información que le fue suministrada de las afirmaciones del vicepresidente gringo Joe Biden, según las cuales saldría del poder en breve, lo que no pareciera ser por vía constitucional alguna, unido a las recientes declaraciones de uno de los jefes de la "inteligencia" o espionaje de EEUU Vincent Stewart, acerca de los acontecimientos violentos que precederían a las próximas elecciones parlamentarias, concluye que se estaría promoviendo una insurrección cívico militar, "vanguardista" de la derecha en Venezuela.
Por supuesto, por los antecedentes, la intensidad de la guerra económica desatada por la oposición con la ayuda de EEUU, que no es mentira, y sumado el hecho real que el gobierno no ha podido contrarrestarla por sus persistentes fallas a la hora de implementar políticas económicas y financieras, es fácil concluir que los opuestos al gobierno manejan, con igual pertinencia, la alternativa electoral y la del golpe. Las dificultades en el orden económico, que sin duda generan incomodidad en la población, piensa la oposición, si se unen a un estado de violencia, incertidumbre, exponencial inseguridad y temor, puede ayudarles, a ganar esas elecciones y hasta promover una acción insurreccional que atraiga la participación militar en la abundancia necesaria para tumbar al gobierno. Sin dejar de lado que sueñan con una intervención gringa, alternativa que EEUU sugiere o promete dadas las condiciones.
Ese es el juego opositor y al que le apuesta EEUU, tanto que Vincent Stewart lo anunció en el congreso de su país, lo que de paso es la orden a sus servidores internos y lo que Joe Biden anda divulgando en los círculos diplomáticos. Por eso dijo, sin rubor, a los gobernantes caribeños, recientemente en la capital de Estados Unidos, que Petro-Caribe también desaparecería. Anuncio por demás torpe, porque a cambio de ello, sólo ofreció consejos acerca de cómo tendrían que hacer para recuperarse ante la desaparición del acuerdo energético del cual se benefician y ha promovido Venezuela.
Porque un golpe de Estado en Venezuela, entendiendo como tal que se produzca un alzamiento o insurrección exitosa, tanto como que los alzados asuman el poder, supuesto negado, por el apoyo contundente del pueblo, el enorme movimiento popular combativo, las milicias armadas y la fuerza armada nacional al orden constitucional y el movimiento bolivariano, terminaría siendo por demás cruento y doloroso. El mismo hecho que el proceso venezolano goza de ese respaldo, porque empieza por la aceptación de lo dispuesto en la constitución vigente, hecha por el pueblo mismo, provocaría una fuerte resistencia a cualquier alzamiento que de resultar exitoso terminaría por destruir a sangre y fuego todo vestigio de resistencia. Pero todavía así, habría que borrar de la mente de los venezolanos, chavistas o no, inteligentes, despiertos y sobre todo aquellos sacados de la exclusión y enseñados que son sujetos de derechos de diferente naturaleza, todo lo que aprendieron en este largo y profundo proceso histórico. ¿Cómo imponer en Venezuela el programa o receta del FMI, que ahora mismo el pueblo europeo rechaza, como lo rechazamos los venezolanos con aquel alzamiento conocido como el Caracazo? ¿Acaso los golpistas principales, los jefes, no han evaluado las dificultades que significarían para ellos, asidos ilegalmente del poder, esa enorme multitud, grande cuantitativa y cualitativamente en actitud de resistencia? ¿Acaso no han medido lo incómodo que serían para ellos hasta los mismos ahora opositores, que quisieran salir de Maduro como quisieron salir de Chávez, pero no dispuestos a prestarse para sus programas económicos para agredir al pueblo, permitir la fácil acumulación de los capitalistas, entregarse indecentemente a los gringos y la aplicación de medidas que contravienen todo principio democrático?
La crueldad del gobierno de Pinochet, que se desbordó en torturar, asesinar, atropellar, expulsar de su país a miles de ciudadanos y hasta quitarle la vida a quienes inicialmente le apoyaron como Eduardo Frei Montalva, entonces presidente de la Democracia Cristiana chilena, colaborador de primer orden en el golpe, tuvo como objeto borrar de la mente de los chilenos lo que habían aprendido y asumido como aspiración lógica durante el gobierno de Allende. Había que volver los chilenos a la etapa anterior, cuando se creían sin derecho alguno y sin motivos para reclamar aunque fuese contra su hambruna y menos soñar que podían y debían ejercer el poder. Fue tanto ese cruel e ilegal proceder de Pinochet, caracterizado por matanzas colectivas, el terror y la represión indiscriminada, que de ello fueron víctimas quienes antes apoyaron el golpe contra Allende.
Como hemos dicho en otro trabajo, el breve gobierno de Carmona Estanga, no por ello, dejó de mostrar sus propósitos encubiertos. Carmona, en su célebre decreto, sólo abrió la posibilidad de elegir nuevo presidente un año después; pues según él mismo, si procedían de inmediato a convocar elecciones volverían a ganar los chavistas. Entonces, había que darle chance a la represión, la crueldad de toda naturaleza, para borrar de la mente de los venezolanos lo que el proceso de cambio y el presidente Chávez habían sembrado. Eso lo mostraron en breve tiempo. Recordemos como en horas humillaron, persiguieron, detuvieron, asesinaron gentes en las calles, allanaron la embajada cubana y hasta quisieron hacer olvidar a Bolívar.