El magnicidio programado este 12 de febrero contra del Presidente Nicolás Maduro, nos da a entender que la oposición está desesperada, echando a un lado cualquier tipo de racionalidad y de garantía de paz social en nuestro país. Su conducta es, indudablemente, fascista al menospreciar la vida, no sólo del Presidente Maduro, sino de todo venezolano, puesto que su plan sería ejecutado en un acto público, algo que jamás se había visto en Venezuela desde la década de los sesenta del pasado siglo.
Ahora volverá la oposición a negar una vez más su vinculación con este y otros planes terroristas, haciendo ver que todo es producto de la fantasía gubernamental y sin concederle ningún grado de veracidad a las evidencias recabadas, ya que su estrategia es hacerle creer al pueblo que su único interés y su lucha es en defensa de la democracia y las libertades públicas cuando todos sabemos que ella responde a los lineamientos imperialistas de Estados Unidos.
Con este nuevo intento desestabilizador, la dirigencia derechista le hace el juego a lo previsto por el gobierno de Estados Unidos en su documento de Estrategia de Seguridad Nacional 2015, cuyo presidente, Barack Obama, adelantó la pretensión de torcerles el brazo a algunos países cuando no hacen lo que quiere el régimen imperialista estadounidense a través de métodos económicos, diplomáticos y a veces militares.
No se puede obviar este último elemento al medir el eventual escenario de una crisis de ingobernabilidad que pueda presentarse en territorio venezolano. En todas las circunstancias en que la oposición derechista se impuso el acoso y derrocamiento del Presidente Chávez -lo mismo que ahora con Nicolás Maduro- siempre hubo la injerencia imperialista de Estados Unidos. Es frecuente la alusión de sus funcionarios gubernamentales respecto a la violación de los derechos civiles, la persecución política y la vinculación con el terrorismo y el narcotráfico internacionales por parte del gobierno chavista, de modo cíclico, buscando influir en la opinión pública y así disponer de los argumentos requeridos para una intervención más directa en los asuntos internos venezolanos.
De igual forma hay que considerar que a la oposición le carcome la posibilidad de perder los escaños que ocupa en el parlamento nacional, además de no obtener los resultados esperados con el sabotaje económico al cual ha sometido a la población venezolana. Ambas cosas le han hecho precipitarse con este atentado, contando con un escenario de crisis generalizada que obligara a las fuerzas armadas a exigirle la dimisión inmediata de Maduro. Sin embargo, no han sabido calibrar el verdadero espíritu popular, lo que les conduce una y otra vez al fracaso en su ambición de adueñarse del poder y de los dividendos de la renta petrolera.-
Maestro ambulante
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