No voy a ocuparme de manera particular de Ramos Allup, porque eso restaría sensatez a lo que voy a plantear. Sólo le nombro porque de nuevo intenta justificar lo injustificable y banalizar algo que él bien sabe que es cierto y por demás peligroso; tanto que no deja de temerle.
-“No es eso lo que ellos quieren decir sino lo otro”, pareciera decir Ramos Allup en esa persistente actitud de no deslindarse, “no vaya a suceder que nos deje el autobús”.
Es por también cierto que el llamado a “transición”, que lo es a un cambio de gobierno, tiene un indudable e inocultable carácter golpista. No existe en la constitución tal figura. Lo previsto, entre otras cosas, es la del revocatorio, que no daría origen a ningún gobierno de transición sino a que el vicepresidente se encargue y en 30 días, se llame a elecciones para escoger nuevo presidente. Tampoco existe la figura que obligue al presidente a renunciar.
Los llamados de gobierno de transición, que por cierto se han puesto de moda en la boca de los representantes del gobierno norteamericano, tal como los casos libio, iraquí y ahora en Siria por sólo nombrar tres recientes, no son más que preludios para dar golpes de Estado, invadir y hacer la guerra. Los resultados están allí a la vista y no pueden ser más lamentables. Tanto, que hasta han servido para que grupos extremistas y vandálicos, financiados y estimulados por EEUU en esos espacios, hayan causado destrucción e impuesto el terror. Es más es una manera de ocupar o darle trabajo a esos necrofílicos y vándalos que ellos llaman “contratistas” de la guerra que no son otra cosa que vulgares mercenarios o matones de oficio. Además, eso les permite, en el caso de países petroleros, manipular para derrumbar los precios.
Gobiernos de “Transición” fueron los de Gómez, Pérez Jiménez, Pinochet, las dictaduras del sur. Surgieron para desmontar lo existente, las expectativas y aspiraciones populares, con la falsa oferta de reponer el orden, él de ellos y una democracia, donde la vida nada valió, menos que los simples derechos humanos. Gobiernos de “Transición”, sólo sirvieron para instaurar largas y feroces dictaduras o “democracias” autoritarias.
Gobierno de “Transición” fue aquel nacido después de caído Pérez Jiménez que dio entrada a la larga y lamentable era “Puntofijista”, donde dos partidos se turnaban el poder y unos tres o cuatro personajes, en una mesa de dominó escogían los integrantes de los poderes públicos. Aunque quieran venderle a las nuevas generaciones la mentira que en aquella época se nombraban pulcramente y eran inimaginablemente independientes; tan originales como un palo sin punta. Cuando en febrero de 1989 el pueblo salió a la calle a demandar sus derechos, la derecha gobernante cometió un genocidio sin precedente en parte alguna; Pérez Jiménez prefirió huir y no hacer lo que más tarde hizo CAP.
Chávez generó un abanico de políticas que van desde el proceso de empoderamiento popular y la idea de construir el socialismo, que pese todas las dificultades y errores, gozan de un enorme respaldo popular. Promovió acciones en lo referente a la distribución de la renta petrolera, al margen de la discusión que eso pueda demandar, como todo lo que significan las misiones, pensiones a la tercera edad, aumento sustancial de la matrícula escolar, acabó con cosas horrendas como la cuota balón, promovió el subsidio a los alimentos básicos y paremos de contar porque sería muy largo, pero no dejaremos pasar por alto que creo un sentimiento de unidad cívico militar en torno a las políticas del gobierno y la creación de un enorme movimiento popular impregnado de las ideas del socialismo y el antimperialismo, representado en el Psuv y los demás partidos y movimientos que forman el Gran Polo Patriótico.
Pero Chávez llegó más lejos; como dice el general Pérez Arcay, logró que los venezolanos, civiles y militares, se impregnasen del sentimiento de unidad latinoamericana del Libertador y que la espada de éste volviese a caminar por América Latina y se hiciesen realidad el ALBA, UNASUR, PETROCARIBE y CELEC.
¿Cómo podrían subsistir la derecha gobernante y los intereses del imperio con esa descomunal, consciente y combativa oposición, en el supuesto negado caso que llegasen al poder por la vía constitucional? ¿Cómo aplicar la receta del FMI con una tan aguerrida oposición y habiendo de por medio la experiencia del Caracazo? ¿Cómo podría la derecha gobernando dentro del marco legal negar el proceso de empoderamiento popular y toda esa fuerza desatada por la constitución bolivariana? No podría.
Por eso la tesis o “salida” del golpe y hasta la invasión están planteadas. Lo que se hace desde la derecha, el gobierno denuncia y aquella niega, son gestos innecesarios para comprender que la mejor “salida” para la derecha y EEUU es el golpe y la invasión. ¿Acaso Obama mismo no acaba de confesar cínicamente que ellos suelen torcerles el brazo a los gobiernos que no aceptan sus reglas y órdenes?
Para tener éxito, la derecha y EEUU necesitan en Venezuela un gobierno de terror, como el de Pinochet, que borre de la mente de los venezolanos las ideas y aspiraciones sembradas por Hugo Chávez. Por eso no se conforman con la utópica aspiración de ganar una u otra elección. Por eso, aun creyendo que las ganarían, juegan la doble banda, de la cual habla Maduro, porque la mejor opción para ellos, es llevarse en los cachos la constitución bolivariana, deshacerse por la fuerza de toda oposición y por el terror, borrar de las mentes de los venezolanos esas ideas de felicidad, solidaridad nacional e internacional, derechos a vivir mejor que sembró Hugo Chávez. ¿Acaso no fue eso lo que mostró en abundancia el gobierno de Carmona dentro de la brevedad de su existencia?
Pero lograr eso no parece fácil. Pues aparte de la fortaleza del movimiento popular, la identificación de la inmensa mayoría del ejército y las milicias bolivarianas con su constitución, gobierno y proyecto político, dentro de la oposición misma abundan quienes saben, están conscientes, que después irían por ellos.