Solo Antonio Ledezma, jetón que quiso emular a Betancourt cuando dio un golpe de Estado a Medina Angarita en 1945, ahora esta privado de libertad mientras le siguen juicio por aventurarse a conspirar contra el orden constitucional, tal como lo señalan las pruebas recabadas por los órganos competentes del Poder Judicial. Entre tanto, otros complotados más peligrosos que el ex Alcalde Metropolitano, andan muy orondo como Pedro por su casa, en abierto desafío a la justicia venezolana. ¿Y será que el infame y ridículo decreto del simio de la Casa Blanca, está impidiendo que se cumpla el principio de la celeridad procesal, haciendo así extensiva la justicia a los demás involucrados en el abominable hecho criminal?
Existen mil razones para que la inmensa mayoría de los venezolanos se muestren indignados. ¿Cómo justificar que no obstante a la gravedad de estos recientes acontecimientos que pone en peligro la paz nacional, sin embargo la administración de justicia se da tanto postín, en vez de adoptar, con carácter de urgencia, las medidas preventivas para evitar que los demás implicados huyan a EEUU, ahora refugio favorito de las ratas apátridas que hacen el juego al insolente agresor?
Queramos o no admitirlo, estamos emergidos en una situación de pre-guerra, pues ya es voz populi que la principal potencia militar del mundo occidental, esta vez se pasó de maraca desenterrando el hacha de la guerra de manera más histérica y recurrente. ¿Acaso podrá considerarse una minucia que el imperialismo norteamericano nos acuse de ser un peligro inminente para la seguridad interna de los Estados Unidos? Lo demás son cuentos de caminos y conversaciones de arrieros.
Y como dicen que guerra avisada no mata soldado, que mejor exhortación a que la justicia haga pertinente sus decisiones, pues pareciera que duerme el sueño de los justos; ignorando así que tiempo perdido a la postre conspira contra nuestra seguridad nacional. Que chillen y lancen el grito al cielo exigiendo respeto a los derechos humanos, ¿y acaso no cuentan también los derechos de quienes solo exigimos respeto a nuestra autodeterminación en el concierto de naciones libres? ¿O la sola condición de traidor confiere una patente de corso para hacer fiesta irrespetando nuestra soberanía?
Esperamos que los tribunales actúen con especial diligencia, porque pecaríamos de indolentes, si esta vez cometiéramos la bolsería de agachar la cabeza como el avestruz para obviar el peligro, mientras los lacayos pitiyanquis se atreven a roncarnos en nuestra propia cueva. De modo que por todo lo ante expuesto, recordamos que en momentos de alta peligrosidad, se recomienda que al enemigo ni pan ni agua, porque sería necio que después que matamos al tigre ahora le vamos a tener miedo al cuero. ¿O no?
Ledezma, te fijas porque dicen que todos los días sale un zoquete a la calle y el que lo encuentra es suyo.