La oligarquía venezolana ha reclutado en la pequeña burguesía, sobre todo entre los líderes estudiantiles, a sus mejores lacayos. Teodoro, es uno de los más destacados. Reunía muchos atributos para ser una buena ficha de los proyectos antipopulares: esponjoso en sus convicciones, pantallero y con carisma, era sin duda un buen candidato para el brinco renegado. Los scouts oligarcas no se equivocaron, les salió bueno para sus propósitos. Muchas prebendas obtuvo con la decisión de abandonar el campo revolucionario, sin embargo, hoy exhibe la angustia del que se traicionó a si mismo, las cuentas sin saldar, los espectros del pasado lo visitan y lo hacen perder el sosiego y la compostura. Pero a qué viene Teodoro, cuál es el papel que la oligarquía reserva para esta pieza. Veamos:
La operación se viene preparando desde hace algún tiempo. Primero necesitaban a alguien a quién le sirviera el disfraz de revolucionario, y Teodoro era el hombre, sería fácil que fingiera al revolucionario que alguna vez fue, ya antes había prestado este servicio y lo dejaron fugar del San Carlos para que lo ejerciera. Después, lanzan un libro donde hablan de dos izquierdas, una moderada y otra revoltosa. Tratan de llevar el debate a terrenos de confusión, de simples enfrentamientos de matices. Pretenden sembrar la idea de que “todos somos lo mismo, Chávez y Teodoro son lo mismo, izquierdistas los dos”. Conseguida la falsificación, vuelve Teodoro a sentir bajo sus talones el disfraz de revolucionario y lanzan la candidatura con esperanzas de confundir. No les importa fracasar, les interesa tener candidato para otras circunstancias, como por ejemplo, el gobierno de emergencia que proponen los golpistas Quiroz Corradi y el General Guaicaipuro.
Naufragarán otra vez, la polémica entre izquierda tonta, e izquierda dura no tiene sentido. La discusión fundamental de los venezolanos es: Socialismo o Capitalismo, vida o muerte, Socialismo o Muerte. Y aquí ellos tienen poco que mostrar, no importa el candidato que presenten, no importa de qué lo disfracen, no podrán enfrentar con éxito al Comandante, que ha dado muestra de consecuencia revolucionaria, de coraje político, y sobre todo algo que en la acera de enfrente falta, la responsabilidad con sus actos, la lealtad a su pasado y el amor al pueblo.
Por nuestra parte, debemos dejar que los frijolitos ladren, la Revolución debe seguir avanzando, discutiendo, apoyando al Comandante, consolidando las Misiones, que son áreas espirituales socialistas, ampliando la economía de propiedad social, combatiendo la corrupción, la ineficacia, el burocratismo, construyendo la ética de la solidaridad revolucionaria y, fundamentalmente, elevando la conciencia del deber social. De esta manera estaremos blindando a la Revolución y no valdrán ni frijolitos ni falsificaciones.