Hasta el momento en nuestro país pareciera que la guerra económica desatada contra el pueblo continúa su acción demoledora de desgaste, al afectar mayoritariamente el bolsillo de la clase media y poner al gobierno revolucionario del Presidente Nicolás Maduro a dar carreras y a la defensiva.
Son muchos los frentes que se han abierto de una manera concertada y descarada contra la economía de nuestro país, alterando el equilibrio y el modo de vida de los venezolanos.
Los métodos utilizados han superado las expectativas y el tiempo inexorablemente corre, mientras las respuestas lucen espasmódicas y sólo amortiguan parte del costo de la vida y la galopante inflación inducida, con la cual buscan desestabilizar a la Revolución Bolivariana.
La mano peluda del imperio que ha visto mermar sus ganancias y su acostumbrado enriquecimiento, al igual que a la burguesía parasitaria alimentada con dólares regalados, producto de la renta petrolera, ha llegado a su fin y por supuesto, su reacción fascista y enfermiza no se ha hecho esperar.
Los antecedentes de esta situación que actualmente vive nuestro país, sólo podrían encontrarse en los anales de la historia en momentos de revolución y son recordados en un artículo publicado recientemente en Aporrea, por el historiador Luis Brito García:
“Hubo Guerra Económica contra toda revolución, incluso burguesa: contra la Inglesa, contra la Francesa. También contra las Revoluciones de verdad: contra la Soviética, la China, la Cubana, la Vietnamita, la Sandinista. Todas enfrentaron sabotaje y bloqueo. Hubo guerra contra el demócrata Salvador Allende. Henry Kissinger – nos recuerda Brito Figueroa - juró que haría “llorar de miseria” a los chilenos…Los acaparadores crearon desabastecimientos estratégicos, las damas de la oligarquía tocaron cacerolas, sindicatos suicidas lanzaron huelgas contra el gobierno que protegía sus derechos. Allende fue asesinado con tres mil chilenos más; a la población restante se le retiró seguridad social, educación superior gratuita, derechos laborales y libertad”.
En realidad el panorama de Venezuela, si bien presenta matices similares a la descripción del historiador Luis Brito García, no ha encontrado suficiente eco en nuestro país, en estas dimensiones; pero si comienza a hacer mella en un alto número de venezolanos agobiados por las colas, el desabastecimiento y el acaparamiento.
No es para nada extraño el plan macabro de una oposición, que si bien no pareciera estar en sintonía con el pueblo venezolano – ver resultados de las elecciones primarias de la MUD – si refleja estar atenta para pescar en rio revuelto y asoma sus listas con los mismos empresarios artífices de la guerra económica, a través de la cual esperan recoger muertos, pero esta vez convertidos en votos.
Este panorama, el cual pareciera albergar en sí mismo una contradicción, es el que han pretendido crear artificialmente los opositores venezolanos, quienes no dan la cara pero si saben colocar a sus peones de brega en listas, para buscar curules en las próximas elecciones de la Asamblea Nacional.
La hipocresía y la más descarada desfachatez de una falsa oposición democrática, sólo recobra ribetes de cinismo en Venezuela gracias al apoyo descarado del imperio, al cual sirven como perros falderos porque les deja las miserias que caen de la mesa del rico Epulón.
Es contundente la respuesta que el Gobierno Revolucionario les ha dado hasta hora a los artífices de la guerra económica. Su juego macabro no debe prosperar y si bien el Presidente Maduro, heredero de Chávez, ha respondido con la guerra del pueblo, esta debe ser aún más implacable y sin cuartel.
La batalla fortalecida con la unidad cívico-militar de los venezolanos y la cual rompe el esquema de los gringos para tumbar gobiernos, debe ser contundente y definitiva. Coincidimos en este aspecto con Brito Figueroa cuando señala: “Una guerra no se gana pretendiendo que no existe, silenciando a quienes nos defienden ni tratando como aliado al adversario que nos ataca. La guerra que no se gana es la que no se pelea”.
Hasta el momento podríamos admitir que se han dado pasos certeros contra la mezcla explosiva de escasez, corrupción, acaparamiento, desabastecimiento e inflación inducida. Este coctel mortal requiere un frenazo seguro y definitivo.
La consigna de “Unidad, lucha, batalla y victoria” hoy más que nunca debe hacerse realidad y nos requiere unidos. Está en juego el destino de la revolución y como dice el Presidente Maduro, “no es concha de ajo”, porque es además un hueso duro de roer.
La realidad está a la vista y no necesita anteojos. La cuenta regresiva para la oposición les brinda en este momento una “alegría de tísico”. Ellos confían en sus cuentas y arman sus listas con elecciones de pantomima.
Ha llegado la hora de la verdad y los traidores que han brotado en el fragor de la lucha revolucionaria deben pasar al paredón. El tiempo de definiciones llegó, el socialismo no es cuento de camino, sino una realidad frente al capitalismo.
Los muertos que quieren ver convertidos en votos la oposición y la MUD deben ser resucitados; sobre todo a la hora de contarnos para la Asamblea Nacional. Debemos miramos en el espejo de la Revolución Sandinista, porque volver atrás o vacilar es perdernos.
¡Amanecerá y veremos!