Cree quien escribe esta nota que los grandes demagogos del mundo fueron los creadores de religiones. Demagogos son mentirosos, fantasiosos, perros coberos. Un mentiroso y un demagogo tiene como base de sus cobas a los que se imagina son los más tontos de la comarca. Por ejemplo los religiosos hablan de salvaciones extraterrestres. Y los inocentes en su mayoría, porque son inocentes, les creen; sienten que un día van a estar en una gloria, después de muertos, mientras que en vida habitaron un infierno en la tierra.
Asomarse a una ventana y decir que oremos por los trescientos niños de equis pueblo pobre que murieron ayer bajo un intenso bombardeo, después de haber estado seis meses sin comer casi nada, ¡coño! es para sentarse a llorar. ¿A quién que tenga las neuronas en buen estado ha salvado una oración de un bombardeo? No me la jodas. O es que acaso los que lanzan bombas nunca oran? Tuvo razón aquel que dijo que “la religión es el opio de los pueblos”
Los vivarachos creadores de religiones se cagaron en el alma de los pobres cerebrales que les creyeron desde un comienzo sus vainas. Pero, bueno, me salí del tema aunque haya similitud en lo que escribiré casi al final. Los demagogos aparecen en fechas cercanas a ciertas elecciones. Un gran demagogo fue Rafael Caldera, quien hasta una lágrima derramó porque “él solo estaba en la arena de la lucha”, el otro fue Rómulo Betancourt quien expresó: “Que se me quemen las manos si me tomo un centavo del erario público” y seis días después de vaina no se le quemó hasta el cu….erpo en un atentado que le hicieron.
Demagogos que quieren alimentar sus egos diciéndoles gafedades a los pueblos. En este instante hay un gobernador de un estado musical de Venezuela que ha gastado miles de millones de munas que les pertenecen al estado venezolano en una publicidad que no solamente es demagógica, perra cobera y estúpida, sino que raya en la burla. Él es un traidor que llegó a donde llegó con la confianza que le brindó un Presidente inolvidable.
Pero bueno Judas los hay por todas partes. Decía que la demagogia es algo bestial. Mentir para lograr la confianza popular y luego envenenarle el jagüey de donde toma el agua el pueblo, es una crueldad infinita. En Venezuela existen demagogos y perros coberos por toneladas. No sé si usted, amable lector, ha notado la actuación de uno de ellos que tiene las cejas como un oso panda y la conciencia como la del monstruo de Tasmania.
Este sujeto con voz de muñeco de ventrílocuo gago, trata impunemente de hacerle creer al pueblo venezolanos que en la matemática la suma no existe. Que si usted tiene dos manzanas y le roban cuatro, le quedan tres y la que se pasea de la sala al comedor. Que si usted, gentil e inteligente amiga, amigo, ve una docena de edificios en una geografía de Venezuela habitada por gente ayudada por la MV, eso no es verdad; los que sucede es que son edificios pintados en un cerro, no me la jodasss.
Perros coberos y demagogos van de la mano. Por ahí se pasea uno como la vaca lechera al que le dicen el Chúo. Bueno este sujeto, es mi opinión, no le cae bien ni a su perro. Pero él, en algarabía de pensión, jura y jura, que “el pueblo lo quiere a él y a la asociación de demagogos que representa. Creo que está más pelado que cerro quemado por guarimberos anti medio ambiente.
Otro existe, apreciados amigos, que se imagina el hombre invisible; que el soberano no le conoce su currículo de adeco cuchifrito, porque no lo ve. Y en realidad creo, en mis momentos de locura que cuando me besas eres tan mía como la playa del marrrrr… O cuando tengo una ánfora de vendimia entre pecho y espalda, que tiene razón; este sujeto de voz de gallina clueca poniendo, ¿qué ha hecho por esta nación del rió Limón que no sea ir todos los 15 y último a la caja de una entidad del Estado venezolano a retirar un cheque? Este perro cobero es un demagogo, un viejo cretino, una lámpara de Aladino que aunque le falta kerosén, siente que alumbra, pues a cada rato nos llena de figuras fantasmagóricas los oídos, es decir es una ESPOLETA en llamas.
