Desde cuando el señor o señorito Monóxidodecarbono Torrealba entró al escenario envenenó la escena; de aspecto grotesco y hablar proceloso, cada vez que abre la boca, el susodicho sujeto echa sapos y culebras contra "este régimen tiránico y despótico", de modo que más parece un demonio con un chirel metido entre el offt&p#fgrorquloff que un escuálido normal.
Por otra parte, la señorona o señorita Clorurodesodio Machado, que por cierto está salada porque trabajo que consigue trabajo que pierde porque la botan, lo que parece es estar mal de la cabeza, enferma de irrealidades, tal como el señor Monóxido, pero con la diferencia de que ésta es de cuna mientras aquél es de petate.
El uno y la otra me hacen evocar la lectura de "La falsa medida del hombre" de Jay Gould, libro en el que el autor pone de manifiesto lo inapropiado de los llamados tests de inteligencia que son asumidos por muchos como desiderátum de un determinismo biológico que tiende a justificar una raza superior y otra inferior.
Estimo que el señorito Monóxido adolece de lo que Marx definía como falsa consciencia de clase; mientras que la señora Cloruro también parece mear fuera del tiesto; pero se da el fenómeno de que uno y otra, especímenes representativos de las llamadas baja clase y alta clase, respectivamente, y enajenados, no tuvieron escrúpulo para asociarse con tal de destruir la revolución bolivariana; y se creen inteligentes, meritócratas, superiores, chéveres, ellos son los que saben y en consecuencia deben gobernarnos, creen que nosotros somos pendejos.