Leopoldo Puchi, le pongo, como solían decir en mi pueblo, "por delante", porque pese haberse ido del chavismo en un momento de borrascas, intelectualmente procura o se manifiesta muy equilibrado. Tanto que, no creo a partidarios del gobierno y gente opositora, eso sí de los sensatos, tengan motivos para estar indispuestos a ultranza contra él y menos percibirle del lado contrario.
Pues, el citado analista, mencionó algo que uno bien sabe, pero es bueno lo diga él y no nosotros. Dijo que dentro de la CEV (Conferencia Episcopal Venezolana), sínodo de obispos, altos jerarcas de la iglesia católica nacional, había un fuerte sector contrario a la actual prédica del jefe universal de aquella. Por ejemplo, no convalida las ideas centrales del discurso papal ante la ONU. Resaltó Puchi que, para el altísimo prelado, la contradicción fundamental para la iglesia que representa, no estaba centrada en "el comunismo" o los sectores de izquierda; pues hoy, estos, en el gobierno o donde se hallasen, no miran a los grupos religiosos como antaño. Es más, es obvio que el cristianismo de hoy y los grupos de la izquierda han encontrado puntos coincidentes en abundancia, sobre todo en lo relativo a la lucha contra la miseria que prodiga la acumulación excesiva de unos pocos y los atentados contra la especie humana a través de guerras, armamentismo y destrucción del planeta. Además, es obvio que, si de derechos humanos hablamos, de libertad, de democracia, entre cristianos e izquierdistas se coincide que, para combatir en favor de aquello eso habría que hacerlo contra las élites económicas que prodigan la miseria, el lucro excesivo y la explotación desmedida. Pero en la CEV siguen anclados en el pasado y pegados, esto lo decimos nosotros, a la prédica por la defensa de lo que ahora Francisco cuestiona.
No obstante, según la prensa, la CEV planteó en estos días su deseo que Francisco sirviese de mediador en Venezuela entre el gobierno y la oposición. No sé si fue una manera de manifestarse irónicamente contra el Papa o una burda manera de engañar a la gente, particularmente a la feligresía católica. No hay duda que así como el Papa, con su posición valiente, honorable, justa y en defensa de las mayorías explotadas y sometidas a escarnio y abuso, como los migrantes y quienes lo son por razones raciales y residuos de la guerra, gana adeptos dentro y fuera del catolicismo, también suma enemigos en los mismos espacios. Por esto último y por lo que dijo Leopoldo Puchi, no resultaría sorprendente ni nada parecido que en la CEV haya muchos de esos que no quieren nada con Francisco. El mismo Francisco de Asís, de quien este Papa tomó el nombre, aquél que habiendo sido hijo de grandes propietarios, promotores de Cruzadas para hacer negocios, se ganó enemigos, dentro y fuera de la iglesia que profesaba, por haber renunciado a lo que sus padres representaban y hacían.
Un Papa que anda por el mundo con una prédica novedosa y hasta "subversiva" y es capaz de entrar al Congreso de Estados Unidos, lo más parecido a la Cueva de Alí Babá o aquel mercado persa de donde Jesús sacó a los infieles, mercachifles y bandoleros, para denunciar a los comerciantes de la guerra, que mucho de esos parlamentarios lo son, al capitalismo "salvaje" que prodiga exclusión, hambre y destrucción del planeta, no puede ser bien visto por quienes dominan en la CEV, por las razones particulares que los venezolanos conocemos.
Por eso, suena como dijimos antes, irónico que los obispos que "mandan" en la iglesia católica venezolana, hablen de Francisco como mediador, sabiendo bien que no les iría bien.
¿Cómo pensar que a los obispos de la CEV pudiera haberles gustado o agradado que Francisco, estando en Cuba, y sin que a eso estuviese obligado bajo ninguna circunstancia, hubiese acudido en persona a la mismísima casa de habitación de Fidel Castro a visitarle, conversar con él y hasta intercambiar presentes?
No hay forma ni manera, ni poniendo en juego la más encumbrada imaginación, para pensar que el Cardenal Urosa Savino y su corte hayan visto aquello de buen agrado.
Y es así; sin duda. ¿Entonces por qué pudieran ellos pensar que el Papa sirva de intermediario entre el gobierno venezolano y una oposición que, con el respaldo de la CEV, cede ante pequeños grupos extremistas que sólo aspiran asirse del poder por medios ilegales y hasta con violencia?
Pero viendo el asunto desde otra perspectiva. El de la representatividad, la que en el caso de la CEV, ejerce con respecto al catolicismo, los nacionales católicos y el gobierno venezolano, ¿por qué pretender que Francisco juegue un rol que a ellos, obispos, pastores de la iglesia venezolana, en un país donde la mayoría, partidarios o no del gobierno son católicos, les corresponde? ¿Por qué esa renuncia radical, impropia al desempeño de una tarea que les atañe y es intransferible? ¿Es una confesión que los obispos que dominan en la CEV han tomado partido, cosa que por demás sabemos, pese a que los católicos están hasta en mayoría del lado del proceso revolucionario, aunque en el menor de los casos se dividen entre estos y sus opositores? Porque de no ser así, como decimos que es, que de paso es un pecado nada venial, capitán de barco abandonando de primero ante un naufragio o un juez poniéndose descaradamente de lado de una de las partes, deberían ser la CEV la que asuma ese rol que pretende endilgarle a Francisco como un gesto burlón o muestra de poca sindéresis y equilibrio para desempeñar el rol que los obispos tienen asignado por el catolicismo y la venezolanidad.
Pero, sabemos, como dijo Leopoldo Puchi, por la historia nacional, los hechos recientes, en la CEV, Francisco no debe gozar de mucha solidaridad. Además mientras él, Francisco o Jorge Mario Bergoglio, se ha atrevido a viajar a la velocidad de los tiempos, los obispos de la CEV andan a lomo de burros y las manos extendidas más para el recibir que el dar. Precisamente, esto último forma parte del cúmulo de cosas que Francisco ha venido cuestionando.
¿Por qué los obispos de la CEV son tan distintos a Francisco?