Sebastián Francisco de Miranda, para 1811, cuando se instaló la primera república venezolana, tenía 61 años. Había nacido en 1750. Para hacer una comparación que nos sirva de alguna manera, recordaremos que Antonio José de Sucre, nacido en 1795, entonces apenas contaba 16 años y formaba parte de las tropas del generalísimo. Entonces mediaban entre los dos la bicoca de 45 años. Si tomamos en cuenta la interrogante ¿cuál sería la expectativa de vida del venezolano entonces?, no habría ninguna duda si afirmamos que el caraqueño era un anciano y de los de edad muy avanzada y el cumanés era apenas un carajito. No obstante, ambos militaban en las mismas fuerzas e idénticos planes estratégicos.
Francisco Fajardo, el primer conquistador nacido en Venezuela e indígena él mismo, murió o fue ajusticiado a la temprana edad de 36 años, en 1564 y habiendo nacido en Margarita en 1528. Desde que nació, hijo de padre conquistador, hasta su muerte, estuvo al lado de la injusticia y el atropello contra los suyos, pese a su origen indígena por su madre. Apenas tenía 27 años cuando ya era jefe de las hordas conquistadores y exterminadoras de su propia gente.
Los ejemplos o referencias anteriores sirven para demostrar que se está vigente, al lado de la justicia y principios elevados, como político, historiador, novelista, poeta, etc. no por la edad del personaje sino por sus ideas, acciones y calidad del trabajo para el momento de su vida. No puede decirse que un novelista es malo por su avanzada edad y tampoco que un político está fosilizado por lo mismo. El conde Lampedusa, autor del “Gato Pardo” terminó de escribir esa novela a la edad de 61 años, justamente la misma de Miranda para 1811. Es más, por asuntos de clase, en eso de la política, lo sabe uno hasta por la diaria conversación, cuando dos formas de encarar la vida subsisten y combaten entre sí, hasta quienes representan el pasado como el capitalismo, neoliberalismo y colonialismo, están convencidos que están en la vanguardia de la vida, aunque vean al planeta deshacerse por culpa de sus prácticas y agiotistas ideas.
El venidero 20 de mayo, Alberto José (Pepe) Mujica, cumplirá 81 años, pues nació en 1935. Quién, a menos que medie la mezquindad y el odio, puede ocurrírsele decir y hasta sólo pensar que el expresidente uruguayo, por su edad es políticamente un fósil o un carcamal.
Hasta las viejas comunidades privilegiaban la experiencia de los ancianos, tanto como en los consejos formados por ellos se tomaban las grandes decisiones y los jefes y jóvenes a ellas aceptaban con veneración. Sería maravilloso que este proceso diese el valor que tienen a los ya viejos, lo que no quiere decir decrépitos, que puede alguien serlo aun siendo de corta edad. Y para eso no es suficiente se le otorgue una pensión de subsistencia y ciertos derechos en las colas, atención preferencial en algunas diligencias, sino también en lo de participar y ser escuchado en organismos de gobierno y partido. Hay mucha gente de “cierta edad”, no nombraré a nadie porque hablar de ello se suele tener como de mal gusto, que podrían muy bien asesorar al gobierno en muchos espacios.
A mi larga edad, o lo que es lo mismo durante el largo recorrido de mi vida, he visto mucho joven con el cerebro lleno de telarañas y viviendo en el pasado. En la Venezuela de hoy, abundan jóvenes, pese toda la tecnología o quizás por ella misma, viviendo de espaldas a la realidad, defendiendo un sistema o unas relaciones y formas productivas, reclamando una forma de vida contraria a la necesidad de alcanzar los equilibrios, prodigar la justicia, por apuntalar una existencia fatua, que perdieron vigencia hace años, porque el planeta ya las descartó para seguir siendo el espacio de nuestra hábitat.
Es pues un error, disparate y hasta un garrafal error político enrostrarle a Ramos Allup quien siendo una persona de la tercera edad o anciano, pues tiene 73 años, se mantenga como jefe de lo poco que queda de AD y haya logrado convertirse en ese enredo que es la MUD, como su candidato a presidir la Asamblea Nacional. Es como decirle a todos aquellos de su edad, un poco más o menos, que no sirven y deberían entregarse y considerarse un desecho. Es una agresión a la muy amplia población de venezolanos de ese grupo etario.
Además sería como reducir el concepto de clase y hasta ideas y proyectos a una cuestión de edad. Como si los jóvenes todos estuviesen de un lado y los viejos de otro, asunto que es un disparate tan grande que luce hasta un simplismo plantearle.
Lo que se debe destacar es todo lo que Ramos Allup representa y ha representado, asuntos en los que no ha estado solo sino más bien muy acompañado y hasta por bastantes jóvenes. He podido hallar entre gente de la oposición gente más comprometida con posiciones de extrema derecha que Ramos Allup y entre aquélla abundan muchos jóvenes. Además, las declaraciones de Ramos Allup con respecto al rostro de Bolívar elaborado por técnicos especializados, no por chavistas, ni en Venezuela, sino en España por institución especializada, le denuncian poco serio y maduro.
Por eso, lo que nos debe ocupar no es la edad del actual presidente de la AN, sino como decimos en el título, lo mohoso. Sus compromisos e imbricaciones con los grandes grupos económicos, sector financiero e inversionista internacional, sus vínculos con la política desnacionalizadora, no soberana, contraria al interés de los trabajadores, humildes, hasta de los ancianos mismos y derechos humanos. Todo esto que representa Ramos Allup no es por su edad sino a otros motivos que todos sabemos. De este lado, el opuesto donde él se halla, hay mucho viejo, hasta más que el citado, en disposición combativa y visión fresca y humanista.
Aunque muchos a uno le digan con frecuencia que las formalidades, el discurso no son significativos, diré siempre que no es así. La política, según las circunstancias, reclama un discurso en el fondo y forma coherente con lo que se aspira. Por ejemplo, no siempre es más adecuado decir voy contra, que voy a favor.