Se acostó boca arriba, mirando al techo, para soñar despierto. Prefiere hacerlo así, porque de lo contrario son puras pesadillas o cuando mucho vainas que ahora en su interés o en su potenciales no están. La edad es vaina que desgasta y pese sus alardes, los de Ramos, en el último mitin a cielo abierto, hay muchos apetitos que se han ido. Es como un querer comer, pero mientras tanto el estómago se niega a recibir lo que la mente ansía. Para hacer algo no es suficiente quererlo, es necesario poder.
Por eso prefiere soñar despierto porque puede acomodar todo a su gusto. Eso sí, sabe bien que aquello que imagine no pasará de allí y entonces, el remedio es peor que la enfermedad pues la depresión de volver a lo que se es, es tan grande o mayor que la que dejan las pesadillas. Por lo menos estas nos dan la oportunidad de contarlas y serán sólo eso unos sueños que no dicen nada de nuestros apetitos ni fueron elaboraciones nuestras. Pero aun así, el soñar despierto le da la oportunidad de imaginar cómo real lo que siempre quiso; aunque sea un momento y después volvamos a la cruel realidad. Además, cuando se ha soñado tanto con algo y la vida y los tiempos se acortan, no es malo soñar despierto, por instantes, que aquello se ha hecho realidad.
Pero mientras en eso pensaba y, de repente, la empresa eléctrica le quitó la luz por corte programado, se quedó dormido. Empezó a soñar y se vio entrando a Miraflores con la banda presidencial entre pecho y espalda.
-"¡Te queremos Henry!", escucho que le decían a lo largo de una fila de gente genuflexa. Llegó al trono que le habían dispuesto; sentose en él, mientras quienes allí le esperaban de pie comenzaron a sentarse. Un inmenso escritorio, casi como un portaaviones, le habían colocado. Tras suyo, colgado en la pared un inmenso cuadro de un personaje de rostro difuso; pese esto se veían los lentes y entre sus labios una pipa. Sobre el escritorio había una solitaria hoja de papel tamaño carta; tan solitaria estaba que en ella nada había escrito. Mientras tanto, las decenas de personas que le acompañaban, unas sentadas a su frente, otras pocas de pies a sus espaldas, esperaban ansiosas sus palabras y órdenes para salir en estampida a cumplirlas.
Se puso de pie, tomó con parsimonia la hoja de papel en blanco y sobre ella, que es como un no jurar por nadie o nada tengo que pararle, tal como aquel Pedro "El breve", se auto juramentó y se hizo presidente de Venezuela.
-"Pa´ luego es tarde", se dijo quedamente a sí mismo.
Menos mal, dice uno mientras él sueña, que allí no estaba Bolívar, en ninguno de los cuadros de su iconografía; ni el que le gusta a Henry, si es que acaso alguno le gusta y cree que por eso es el único y menos la de zambo que cree le inventó el zambo de Sabaneta.
Después de auto juramentarse comenzó a lanzar sus medidas. Lo hacía con apremio y rabia. No es momento, pensaba mientras hablaba, de perder tiempo ni estar con contemplaciones con nadie.
"Mi primera medida tiene que ver con las colas". Y comenzó a enumerar las medidas; en esta vaina se acabaron las colas. A quién se halle haciendo cola en un abasto, ya dos son cola, fuera del negocio, se le lleva preso a plan y "pal cuartel". Nada de perder tiempo con aquello de "contra la pared y cédula en mano. No podemos mantener esa imagen de las colas que identifica al chavismo.
Mientras decía lo último del párrafo anterior, para sus adentros pensó, pero tampoco debemos volver exactamente a lo mismo de antes del caracazo. En algo hay que cambiar para que crean.
Siguió diciendo. Los pocos que pueden permanecer en el abasto comprando, sólo podrán llevar una vaina de cada cosa por persona. Como un jabón y un pote de atún. Si no hay nada y alguien protesta se le saca a empujones y se le aplica lo que dice la receta.
Policía no hace cola; lo suyo es llevarse preso a quien la haga. Si tiene que comprar algo que mande a su mujer´, sea esposa o quería, al gobierno le da igual.
Pero a quien se halle haciendo cola, no solo se le llevará preso sino que como en nuestro tiempo, el de los difuntos nuestros, se le dará por lo menos diez planazos por las nalgas. Si el policía en el camino hacia el cuartel acuerda algo con el presunto bachaquero, esas son vainas entre ellos. No nuestras. No es malo dejarles su "ñascaíta".
De esa manera logramos dos cosas; primero acabamos con las colas, una oferta nuestra para las elecciones del 6D hasta ahora incumplida. Y con ella, como por magia, vean que de facilita es la vaina, abundarán los productos en oferta, lo que si no es así, bastante se parece, aumentará la producción. La gente nuestra y aquella que anda en la luna lo entenderá así; no importa que algunos y hasta la mayoría nada entiendan. De esa manera, nuestros productores de Fedecámaras y todas las Cámaras, hasta la de diputados, abnegados, acosados, vilipendiados por el anterior gobierno, quedarán libres de cualquier sospecha.
En esta vaina, dijo, mientras miraba la inmaculada página, se "acabó el bachaqueo". Bachaquero que vaya a trabajar bueno y sabroso si quiere ganar real sin hacerlo.
Miró en redondo y percibió entre su gente un cierto descontento por lo dicho. Por eso, se detuvo, carraspeo levemente como para atraer la atención y continuó hablando.
Dije y repito se acabó el bachaqueo. Pero seguirá la matraca y la especulación en toda la cadena, desde el productor al distribuidor, sin el bachaquero minúsculo, ese de las colas. Porque de estas no habrán para revender en las calles y en covachas, pero tampoco habrá control de precio alguno. Productores e integrantes de la ruta de distribución, hasta llegar al abasto, fijarán a pepa de ojo los precios. ¡Eso es la libertad que añoramos, la que nos quitó el difunto! ¿O no?
Aquí habrá libertad absoluta. Somos libres de no hacer cola. Comprar si podemos o no comprar porque no hay real. No habrá Estado que se meta en esa vaina. Para eso queremos libertad. Quien tiene que compre y quien no que se quede con las ganas. ¡Viva la libertad, esta que ansiamos!
Ahora los asistentes aplaudieron con verdadero entusiasmo y libertad, pero callaron cuando Ramos les enseñó la espoleta, ante el temor que hiciese estallar una granada.
Continuó su discurso. Como este es un gobierno democrático y solidario, no sólo acabamos con esa guachafita de Petro-Caribe, las misiones, empezando por la GMVV, incluso los CDI, que son una gastadera innecesaria de plata que debe tener, de ahora en adelante otro cauce, el mismo que antes de Chávez tuvo, sino que también atendiendo una muy generosa y diplomática propuesta de Guanipa, el de Primero Justicia, de ahora en adelante nos importará un carajo si en un país se produce un terremoto, como ahora en Ecuador, y no socorreremos a nadie. "Cada quien en lo suyo y arree con su carga". Muy bueno eso de Guanipa de protestar, con justificada razón, por la premura con que el gobierno envió ayuda al Ecuador. Hasta ganas me dan de nombrarle Canciller por la paz y la armonía o promoverle para jefe de la Cruz Roja Internacional.
Cien medidas urgentes dijo que anunciaría el nuevo presidente. Pero sólo, por razones de su tiempo y espacio nuestro, se puede decir muy poco, lo demás está en la imaginación del lector, en el recetario del FMI y en la muy buena disposición de Ramos, demostrada en incontables años de lucha a favor de todo lo malo contra el pueblo. No obstante, para terminar, señaló unas cosas que se considerán delito de ahora en adelante, como decir:
¡Chávez vive, la lucha sigue!
¡We will come back!, por cierto, frase esta que una vez utilizó Betancourt.
¡Todo 11 tiene su trece!
Y para no cansarles, terminaré informando que el nuevo presidente decidió prohibir que en este país se cante "El norte es una quimera".
"Me fui para Nueva York,
en busca de unos centavos
y he regresado a Caracas
más limpio que foete de arrear pavo".