Un gobernante debe tener conciencia del alto risego que comporta ejercer la autoridad. Revisando la historia, encontramos casos emblemáticos de mandatarios fracasados porque cuando tomaron decisiones se dejaron intimidar por el que dirán los demás. En pocas palabras, se gobierna haciendo uso de su propia personalidad, o se es gobernado por grupos económicos, políticos, mafias, sectas religiosas, o a veces rindiendo culto al gran elector, así este haya fallecido.
Bastaría estudiar los casos de Juan Vicente Gómez y Rómulo Betancourt para comprender que gobernar nunca ha sido cuestión de soplar y hacer botella. Aunque a su turno ambos lidiaron con actores diferentes y en circunstancias distintas, siempre demostraron que cuando se carece de garra, pegada y audacia, lo mejor es cambiar de oficio. De modo que timoratos, fanfarrones y soberbios están vetados para el ejercicio del poder.
Con Juan Vicente Gómez hicieron fiesta esos criticones de oficio a quienes nadie les encuentra orilla. Entre otras cosas, decían que era ignorante; que solo servía para cebar ganado y vender el café que cultivaba en la hacienda que heredó de su padre Don Cornelio Gómez. Esta fue la razón para que sus enconados detractores afirmaran que Gómez solo se dejó utilizar por su compadre Cipriano Castro para financiar los gastos militares de la “invasión de los sesenta” en 1899.
Pero el tiempo no tardaría en confirmar que en política las apariencias engañan y que no todo lo que brilla es oro. Consumado el golpe decembrino de Gómez contra Castro en 1908, también quedó evidenciado que no solo los doctorcitos y generales chicharroneros tenían acceso al poder; que además era posible que un semi-letrado, huraño y modales campechanos pudiera estar al frente de la jefatura del Estado venezolano. Por ello se cayeron de una mata la mayoría de los anti-castristas que en 1908 regresaban creyendo que Gómez era pan comido. Veamos lo que al respecto nos dice el historiador Ramón J. Velásquez: “Lo creían incapaz de moverse en el escenario de la política, de responder a los requerimientos del trato diplomático, de carencia de luces y experiencia en el mundo de la Administración Publica”. Leopoldo Baptista definió esta situación diagnosticando que Gómez era problema para un semestre.
Pero como reseña la historia, los hechos cumplidos van a desmentir que eran inexactas las conjeturas sobre la permanencia de Gómez en el poder. A la final el “General Petróleo” logro liquidar a todos sus aliados circunstanciales, forma su ejército particular y alcanza a gobernar 27 años, hasta que la muerte lo sorprende en Maracay en diciembre de 1935.
Otro que no egreso de una Escuela Superior de Estudios y que apenas alcanzo a inscribirse en el primer año de Derecho en la UCV, fue el maquiavélico Rómulo Betancourt. Autodidacta, manipulador y además desleal con sus compañeros de ruta, a Betancourt no podrán negarle que fue calculador y habilidoso para deleitarse disfrutando las mieles del poder. A su regreso del primer exilio, junto a Jovito Villalba organiza el ORVE, hasta que el Presidente Eleazar López Contreras descubre que los integrantes de la “Generación del 28” eran mala hierba, por lo que decide expulsarlos el 13 de marzo de 1937.
A diferencia de sus compañeros que fueron aventados al destierro mediante el decreto de expulsión que refrendo el entonces Ministro de Interior Alfonso Mejía, Betancourt por segunda vez evade la persecución policial, y se dedica esta vez a organizar el clandestino PDN. En el Diario Ahora de Juan de Guruceaga y que dirige Luis Barrios Cruz, Betancourt escribe 600 artículos sobre temas de Economía y Finanza que por razones obvias se publicaban sin su firma. De1937 a 1941, son los años de interesante aprendizaje y alientos quijotescos que motivaron a quienes añoraban un país sin amarras coloniales, deslastrado de relaciones pre capitalista y propuestas reivindicadoras para los más empobrecidos por el régimen basado en la explotación del hombre por el hombre.
El ascenso al poder del general Isaías Medina Angarita va a coincidir con el estallido de la Segunda Guerra Mundial. En tales circunstancia resultaba contraproducente que el nuevo inquilino de Miraflores repitiera los obsoletos cartabones troquelados por su antecesor, y por ello el hijo de Rosendo Medina estaría obligado a disfrazar su naturaleza autocrática con atuendo liberal. Fue aprovechando esa coyuntura que Betancourt logra legalizar Acción Democrática, el 13 de septiembre de 1941. Y como toda escoba nueva barre bien, en los albores de AD vamos a encontrar una relación de idílica camaradería, sin cogollos ni zancadillas entre quienes aspiraban el control de la maquinaria partidista. Después vendrían intensas cacerías de bruja y repartos de botines de guerra, pues por algo dicen que el poder es el poder así la casa tenga el techo roto.
No llegó a imaginarse Medina Angarita que cuando por ingenuidad legalizaba a los adecos, también estaba firmando su sentencia de muerte. Sobradas fueron las razones para que López Contreras se opusiera a que le jurungaran la paciencia esa pandilla de ambiciosos y aventureros que pretendían pasearse por el territorio nacional como Pedro por su casa. ¿Acaso la mal llamada “Revolución de Octubre” de 1945 no puso al descubierto las verdaderas intenciones de esa jauría de asaltantes del poder?
Caída la dictadura de Marcos Pérez Jiménez con el respaldo de la Embajada de los EEUU, se planteaba nuevamente la posibilidad de que surgiera una nueva era republicana que ya había sido frustrada por los adecos durante la primera mitad del siglo XX. Para 1958, permanecía húmeda en el recuerdo de los venezolanos la sarta de desaciertos de Betancourt. A él se atribuía la gran responsabilidad en los sucesos que ocasionaron que el insigne novelista Rómulo Gallegos fuera derrocado de la peor manera el 24 de noviembre de 1948. En la calle comentaba que el regreso de Betancourt representaba un peligro pues no era bien visto en el estamento militar. Por esa razón su consigna electoral fue “Contra el miedo vota blanco”, y “salga sapo o salga rana, Betancourt es el que gana”. El 6 de diciembre de 1958 AD,URD y COPEI firmaron el nefasto Pacto de Punto Fijo, y al siguiente días los adecos se impusieron derrotando la popularidad del Contralmirante Wolfgang Larrazábal, Ex Presidente de la Junta de Gobierno, y en quien habían pensado los factores de poder por considerarlo en menos peligroso para la transición.
Advertencia: cualquier parecido con la dramática realidad actual, es pura coincidencia. O me equivoco.