El dilema de Manuel

Ya lo decía, que cuando Manuel Rosales, a propósito del lanzamiento de la candidatura de Teodoro Petkoff, anunció que él si tenia los cañones para enfrentar a Chávez, una fría corriente de sudor, surcó las sienes blancas y arrugadas del catire Teo. Y no es para menos, aquellos cañonazos no tenían como blanco al guerrero de Hugo Chávez, sino, al mismísimo Teodoro Petkoff y al resto de los candidatos de la oposición.

Manuel no termina de deshojar la margarita; pero en un gesto altanero y retador, insinúa su candidatura, desde la misma tierra, donde una noche silente de aquel 3 de febrero, vio partir rumbo a la historia, al hombre contra quien va dirigido ese reto. Su decisión de ser candidato, lleva en su espalda las bardas ardientes de Lapi, y del jurista que elaboró aquel documento, donde estampó su firma por “equivocación”. Manuel lo sabe, y a riesgo de todo, prefiere el tortuoso camino de la candidatura, a las fríos barrotes de Yare; pero también sabe, que desde Smith hasta el propio Petkoff no llevan en sus alforjas, si no unos cuantos tiritos; que el propio Borges, en la mejor de las encuesta no suma ni el cinco por ciento de esos tiros. De allí, que su decisión busca matar dos pájaro de un solo tiro. Rosales en estos momentos está apuntando más, a despejar el terreno que lo aleje de los vericuetos e intersticios legales, y por eso prefiere salir a dar la pelea, y confrontarse con quien una vez , se midió también en el plano militar y logró junto a Carmona darle un golpe de estado y ponerlo preso por una cuantas horas.

Rosales no anda solo en éste propósito, no en valde el vaquerito de Wronfield, en más de una oportunidad lo fue a visitar a su residencia oficial de gobernador, para convencerlo de esa aventura. De seguro el Embajador, con su español machucado le leyó la cartilla y le advirtió que se debe jugar el resto, incluso la parada del boicot electoral. Pero no todo es color de rosa para el jubilado precoz y candidato a ex gobernador; al igual que a Teodoro y Borges, también le toca navegar en el lodazal de la “unidad” de la oposición y las consabidas primarias, y para él, el tiempo pasa volando, ya que a duras penas está conformando su maquinaria nacional, y en éste terreno cuesta mucho conseguir los votos, así sea con un viejo o un nuevo tiempo.

Por otro lado, al gobernador que firmó, lo acompañan los fantasmas de Oswaldo y Arias Cárdenas, atrevidos ex candidatos presidenciales, que siendo gobernadores en ejercicio y con todo el poder del mundo, salieron a buscar lana y llegaron trasquilados. El lo sabe, y de allí su dilema, por esos sus asesores, entre ellos el propio embajador del imperio, lo impulsan y pulsan todas las salidas, saben que les lleva algunas ventajas a los otros dos candidatos: por un lado no tiene ni le interesa el estigma de izquierdista, le basta que muchos de sus asesores conocen muy bien el tema por su pasado militante. No tiene que marcar tanta distancia para captar el antichavismo rabioso, porque su origen adeco, le garantizan lealtad opositora.

Con estos dos soportes, Rosales mide y forcejea, le pasa revista a lo de lapi y a la aventura de los ex gobernadores y se entrega al dilema de ser o no ser, mientras tanto, se acuerda con Teodoro y Borges para que no lo dejen solo en sus atormentadas cavilaciones y su loca tentación de atreverse también, a la vanidosa idea de cambiar la gobernación por la aplastante derrota que le propinará, nada menos que el comandante Hugo Chávez Fría




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Douglas Zabala


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