¿Sera el sistemático bombardeo de esa guerra no convencional que nos tiene tan confundido que cuesta diferencial entre civilización y barbarie? ¿Cómo hacer que prospere el dialogo, si las partes en pugna hablan idiomas distintos? Estas y otras interrogantes son de obligatoria consulta, si queremos salir airoso de este inútil brollo que enerva las posibilidades de hacer menos pesada la carga de la crisis cíclica mundial. Lo demás es desperdiciar deportivamente tiempo, mientras factores externo e interno ganan terrero tratando de entramparnos en un callejón sin salida. Para nadie es un secreto que la oligarquía apátrida tira la piedra y esconde la mano cuando desaparece del mercado bienes y servicios, pues con la guerra económica se propuso vaciarle la botija a Raimundo y todo el mundo. "Hacer que la economía chille", tal como hizo EEUU con su criminar "Plan Cóndor" cuando derroco en Chile al Presidente Salvador Allende, el 11 de septiembre de 1973.
Si yo fuera el Presidente Maduro estrecharía más los lazos de amistad con China, Rusia y demás gobiernos progresistas, pues gastar pólvora en zamuro tratando de convencer a esos demonios de la MUD sobre las bondades del cielo. Para cabecillas de esa sopa de letra que reúne más de 30 partiditos en la MUD, el tiempo conspira contra sus posibilidades de asaltar el poder, pues en la medida que la revolución neutralice los efectos del sabotaje económico y mejoren los precios del crudo en el mercado internacional, también se hacen más remotas las posibilidades de que la derecha repita el polvaso del 6D, cuando por arrechera e ignorancia el llamado voto castigo solo favoreció a sus verdaderos verdugos. Y porque existen tantos antecedentes que nos dicen que es inconveniente perdonar a los traidores a la patria, entonces cabe preguntarse: ¿Cuál ganancia se obtiene cuando desestimamos la aplicación del imperio de la ley para poner orden en casa? ¿Olvida el gobierno que la excesiva tolerancia termina siendo parranda de chuco, relajándose los resortes morales de la sociedad?
Que quede bien claro que quienes en verdad creemos en la necesidad de mantener la patria libre, nuevamente estaremos en desacuerdo con cualquier intento de conciliar con descarados fariseos que no disimulan su desprecio por la soberanía nacional. Por suerte, dicen que al inocente Dios lo ayuda, y quizás esa mismas circunstancias han querido que el diálogo muriera al nacer; ahorrándonos ese tremendo ratón moral que significaría pactar con los perrunos lacayos del imperio. En pocas palabras, ¿Cómo justificaríamos ante las generaciones futura, que hubo un gobierno que concertó con quienes pretendieron legalizar el crimen, la corrupción y la entrega de nuestras riquezas a potencias occidentales? Carajo, ¡Qué riñones tienen estos venden patria!
De modo que no se extrañen que en los próximos días recrudezca con más furia la violencia, los actos terroristas y el sicariato, porque no hay ningún síntoma que desmienta que el referéndum sea solo fachada para disfrazar el plan golpista ordenado por sus amos en EEUU. Y después no digan que no se lo advertimos.