Las almas de los muertos, suelen salir a reclamar sus deudas. El morir, para muchos, no es más que un viaje largo a otra vida. Por eso los indios, más coherentes que los cristianos mismos, introducían en la urna, que podía ser una vasija de barro, buena parte de los utensilios que el muerto usó en vida. En "Ursúa" la excelente obra de William Ospina, se cuenta como los muertos se llevaban alhajas y gran parte de sus objetos de oro y no olvidaban sus rencores y hasta por ellos volvían. Yo vi eso en el desenterrar de un cementerio indígena.
Los amigos de Ramos Allup, al escuchar a alguien decir que era un "muerto políticamente", callaban y quizás así a la calladita, se decían entre ellos, "los esperamos con Henry en la bajadita; no está ni siquiera de parranda sino haciendo cuentas sin rosario".
El político valenciano de origen sirio, pero tan venezolano como Maduro mismo, intentaba dar muestras de estar vivo y de su viveza. Habló de un enorme fraude electoral, convocó a la prensa nacional e internacional, pocos minutos después que el CNE anunció que Chávez había ganado el revocatorio, para denunciar un fraude y asegurar que tenía las pruebas en sus manos. Henry sabía bien lo que hacía. No tenía prueba alguna y por lo mismo menos pensaba presentarlas, pero fue una manera de asomarse a la vida y salir de aquella urna y tumba donde estaba postrado, en una forma de vida casi mortal. Esa postración en que cayó por los errores cometidos durante claves años de su vida, cuando aún le quedaban fuerzas y arrebatos verdaderos, le incitaba a inventar formas para hacerse notar o que los vivos se percatasen que él también lo estaba y tanto como ellos.
Aquella vez que se vio obligado a postularse a diputado por Amazonas, región y gente para la cual si no era un muerto, si un absoluto extraño, y tener que mezclarse entre árboles gigantescos, bosques tupidos y palmeras que al doblar tocaban el suelo, para que nadie le notase, ni siquiera le reconociesen y pasar de contrabando hasta el capitolio federal, le dejó herido, fue una afrenta, un trago amargo. Habían pasado sus años de gloria, de figura de primera línea y candidato a diputado encabezando en Caracas o su natal Carabobo. Se transmutó entonces Henry como muerto, un zombi; no andada de parranda, ni siquiera de picnic, pero sí de cacería con trampas. Tanto que sacó de la lista de aquella entidad federal a algún líder natural y lógico, apegado a la tierra para colarse él. ¡A lo que había llegado o descendido! Para él, hijo de sirios, citadino, Caracas y Valencia eran sus espacios ideales y ser allí representante tenía lógica. ¡Pero allá en el Amazonas, entre la indiada, Henry no pegaba para nada! La muerte es un descenso, el cadáver generalmente queda encerrado y bajo el nivel del piso.
Pero los muertos resucitan y hasta se dice que todo el mundo tiene su segunda oportunidad. En veces, la muerte no tiene el suficiente apetito y deja algo por allí para otro día o como dice el lenguaje coloquial "Pa`pola".
Henry se metió hasta los "gañotes" en el golpe de abril, pero como "perro viejo late echao", se mantuvo un tanto más discreto que los demás y prefirió pasar "agachao". Después se defendió diciendo que no era golpista, no firmó y por eso no apareció en medio de aquel cúmulo de cadáveres que al mirar la lista de nombres la encabezaron Carmona Estanga, el líder sindical Carlos Ortega y unos cuantos que no es menester nombrar.
Por años se mantuvo activo como opositor pero jugando si no banco, roles discretos y hasta muy cuidadoso. Esta conducta, unida a sus gestos histriónicos como aquel de la espoleta, le permitió un comenzar otra vida, o quizás un resucitar, tomar aire. La muerte de Chávez que produjo un corte significativo en la historia electoral que se venía desarrollando desde 1998 y los efectos de las políticas posteriores, desembocaron en aquel 6D donde la oposición obtuvo un contundente triunfo electoral en las elecciones legislativas. Henry creyó llegado su momento, su resucitar verdadero, la vuelta a la vida nueva, aquella senda que se había trazado desde que contribuyó a defenestrar a CAP. Creyó llegado su momento, los años no le daban para más y por eso olfateó que llegar a la presidencia del Congreso, sacar por cualquier vía a Maduro, lo ponía rápidamente a las puertas de Miraflores. Por su cultura política o mejor su pragmatismo, no dudó en dar una voltereta para aliarse a los sectores más radicales de la MUD. Como viejo zorro, sigilosamente, pese a que habitualmente es estruendoso, se introdujo en medio de la estrecha cavidad que separaba a Leopoldo López y su Voluntad Popular de Henrique Capriles de Primero Justicia. Logró con esa jugada y quien sabe cuántos ofrecimientos y compromisos, hacerse del cargo de Presidente de la Asamblea Nacional que, por disposición constitucional, pudiera sustituir al presidente en caso de ausencia absoluta del cargo.
Esto convirtió al entonces discreto y sensato Henry, que no es diferente a aquel dado a montar sainetes y espectáculos para llamar la atención, en líder de los más obcecados y radicales. Fue el sustituto de Leopoldo López, aprovechándose que este ha estado recluido en Ramo Verde. Aunque para mejor decirlo, se aprovechó de esa circunstancia e intentó sacarle partido. La salida, fuera Maduro, vete ya, el presidente es colombiano, marchemos sin parar hasta Miraflores, abandono de cargo, fueron consignas que Henry hizo suyas. Porque en su apreciación y cálculo, ellas le llevarían, en el ocaso de su carrera política, a convertirse en el más importante habitante de Miraflores aunque fuese por un breve tiempo. Caso curioso, un relancino como Henry, se puso a repetir lo que dice un imberbe de Voluntad Popular.
Pero el reloj parece haber corrido demasiado a prisa. San Nicolás, Papá Noel, apresurados, no dieron muestras de estar por demás interesados en que Henry hiciese realidad su sueño. Por eso, se confabularon con el reloj para que este apresurase sus viajes que, en diciembre, les trae por estos rumbos. Obama, por intermedio de Shannon, después de tanto vacilar, les metió en el diálogo, quizás porque no convenía entrar en discordias con el Papa Francisco. A este le tienen otra jugada. Ya hay por allí 4 cardenales, que podrían aumentar en número, dispuestos a declararle hereje.
Ya se escuchan las gaitas, los aguinaldos y villancicos. La gente, pese las dificultades comienza a pensar y hablar de hallacas, aunque sólo sea de eso. Pero lo más importante, es que el diálogo continúa y no parece fácil cortarlo. Para más complicaciones en la vida de Ramos, Julio Borges, prevenido al bate, aspira le dejen acercarse al plato. Y mientras todo eso sucede, ya se acerca el día que aquella canción que en Venezuela se hizo famosa y famoso a su intérprete Néstor Zavarse, comience a escucharse:
"Faltan cinco pa` las doce
el año va a terminar,
voy corriendo a mi casa
a abrazar a mi mamá".
Con las campanas, el abrazo de feliz año, se nos va un año infeliz y los tres días de "Reyes Magos", en enero, a Henry le acaban su cuarto de hora.
Por eso mismo, el gobierno, olvidando la crisis eléctrica del año pasado, anda desesperado diciendo, "prendan las luces que ya es navidad".