En mayo de 2013 Roberto López Sánchez en su artículo “Cerco y Aniquilamiento de la Revolución” refería la estrategia, orquestado por el capital trasnacional y su apéndice local - la MUD - para cercar económicamente el país y aniquilar el gobierno del Presidente Nicolás Maduro. Estrategia que cuatro años más tarde ha alcanzado mayor escala, como preveía Mao: el cerco ha contaminado los valores y el comportamiento de los venezolanos y el objeto de la aniquilación se expandió a todo lo que huela a chavismo.
Si bien hasta 2015 los integrantes de la MUD, obviando las acciones terroristas, hacían lo posible por disimular su participación en los ataques contra Venezuela, a partir de 2016 sus representantes en la bancada enemiga, ensoberbecidos por su mayoría en la Asamblea Nacional, han puesto descaradamente su verbo y su quehacer al servicio de los intereses del capital que los ha financiado desde la aparición del Comandante Chávez en el panorama político.
El año pasado los venezolanos tuvimos que ser testigos de los desplantes romuleros del señor Ramos y este año lo vamos a ser del estilo hipócrita- curero que utiliza del Sr. Borges - supuesto Presidente de la Asamblea Nacional - para tratar de encubrir la verdadera misión de su bancada: servir de punta de lanza del enemigo para conquistar el poder político e imponer el programa neoliberal suscrito en 2012 por los dirigentes de derecha. Con la excusa de liberar al país del castro comunismo que solo existe en la fantasía opositora, el Sr. Borges miente sin ninguna vergüenza, colorea de rojo su discurso, da visos de legalidad a conspiraciones; se apropia de políticas del proceso bolivariano; insulta a la FANB, irrespeta la soberanía del pueblo etc.
La actuación opositora en la AN, como frente pseudo institucional, está siendo acompañada por toda de toda clase de campañas de desprestigio tendentes a reforzar la imagen de Venezuela como “amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad nacional y la política exterior de EE UU”, entre ellas: la generalización de la corrupción, las hambruna y mortandad del pueblo, la toma de la FAB por el ejército cubano y la entrega de la Vicepresidencia de la República a un súper héroe, Tareck El Aissami, supuesto agente del terrorismo y de la inteligencia internacional.
Todo esto, expresión de la lucha de clases que lamentablemente ha logrado sumar a causa ajena a sectores dominados, debe llevar a psuvistas y a no psuvistas a revisar su compromiso con la transformación revolucionaria de país y a entender la necesidad en este momento ineludible de hacer frente común con el Presidente Maduro y la FANB para contener el avance neoliberal- neofascista, como lo hicieron millones de cubanos en 1960 y 1962 consultados por Fidel durante las Declaraciones de la Habana.