Mi palabra

Protesta en mal momento

La hipocresía es el colmo

de todas las maldades

Moliére

No me atrevo a opinar, donde son más raquíticas las concentraciones de los opositores en el país. En Acarigua-Araure, generalmente se reúnen en dos sitios muy conocidos, por coincidencia funcionan dos firmas comerciales de la misma rama (Farmatodo y Locatel) con sucursales en casi todos los estados. Los viernes, el tráfico de vehículos es agobiante en esos sectores, y muy concurridos por personas en busca de medicamentos. La mayoría de las veces, cuando los opuestos al gobierno, hacen sus protestas, no pasan de cien personas, con banderas en mano –rara vez, vemos el tricolor nacional– clamando libertad, justicia sin dejar de atacar, la supuesta dictadura del réeegimen de Nicolás Maduro, sin embargo, hasta ahora no han pasado a males mayores.

Parece mentira, pero cualquier hecho al tocar a la oposición, pasa a formar parte del expediente con el cual el títere de Almagro, quiere devorarse a Venezuela, en la OEA; el ejemplo más evidente es la sentencia del TSJ, en contra de la asamblea nacional. Está decisión produjo opiniones y comentarios, no esperados por los protagonistas–opositores y oficialistas– del acontecer político, profundizando aún más las diferencias. La más impactante la declaración de la Fiscal General de la República, Luisa Ortega Díaz, al señalar, como una ruptura del orden constitucional dicho fallo.

Las palabras expresadas por una ficha del chavismo –mujer muy cuestionada por los opositores por sus decisiones apegadas a la ley– han servido para que estos, hayan montado fiestas, elevando elogios al cielo por el chispazo noticioso, utilizado hasta el cansancio con la hipócrita intención para justificar su arremetida contra el gobierno, dentro y fuera del país, especialmente en el seno de la OEA ¡Mayor sorpresa! ¡Imposible! No esperaban ese empujoncito de la fiscalizadora, recobrando ánimos para salir a denunciar "un golpe de estado" sin apoyo popular.

El día viernes a las tres de la tarde un grupo de "primero justicia" se concentró en el sitio conocido por el nombre del establecimiento comercial –locatel– en el centro de Acarigua, no pasaban de 50, en su mayoría jóvenes con pancartas, denunciado la decisión del TSJ, calificada rápidamente, como un "golpe de estado" –Lo que no hicieron en el 2002, cuando la asonada golpista contra el Comandante Chávez, desconociendo todo, con la justificación por demás estúpida: ¡No hubo golpe, Chávez renunció!– lo cierto del caso, es, que muy pocas personas le prestaban atención a la protesta, salvo algunos conductores, quienes hacían sonar las cornetas sin despertar mucho interés en los transeúntes, ajenos a la situación y muy agobiados por el incesante calor. Del otro lado de la avenida, a escasos 15 metros se encontraba un piquete de guardias nacionales, con los brazos apoyados en el escudo protector, muy tranquilos, parecían entretenidos por el accionar de los manifestantes.

El grupo de opositores, dejaban muy poco espacio para el paso de vehículos, complicando la libre circulación al momento de cambiar el semáforo. A la orilla de la isla se encontraba un muchacho, cepillo en mano, y una botella de agua ligada con jabón, muy contrariado, esperando la retirada de los manifestantes del sitio, el cual ha convertido en su "puesto" de trabajo. Al darse cuenta que el problema iba para largo, empezó a reclamarles airadamente: ¡Váyanse, no me dejan trabajar! ¡Ustedes, lo que hacen es estorbar! Algunos se empezaron a reír, mientras un señor, muy apresurado al cruzar la avenida, expresó con una sonrisa entre dientes: "Están más equivocados, que, el mismo Julio Borges, cuando gritó: ¡En los próximos días decretaremos el abandono del cargo de Nicolás Maduro!".



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Narciso Torrealba


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