Urosa Sabino es Cardenal de la iglesia católica, según los partes oficiales. Pero en fin de cuentas es sólo un hombre. Quienes hasta somos mayores que él y cómo él, hemos estudiado bastante y alcanzado una formación humanística, no le quedamos muy lejos. Es más, posiblemente seamos más sensatos, objetivos y realistas, porque tenemos hijos, nietos verdaderos, descendientes de carne y hueso, por quienes preocuparnos. Porque los padres supuestos de tantos, por todos los niños del mundo preocupados, pero sin nada concreto e inmediato, pudieran hasta despreocuparse de quienes tienen más cerca porque son demasiados.
Y el cardenal, además, extravía sus ovejas porque el rebaño es demasiado grande, tanto que las allá lejos, que solo mira con un viejo catalejos, poco le importan; también porque por atender sus habituales ocupaciones y como cree debe hacerlo a quienes él cree lo merecen, le distraen en demasía y hasta lo hacen inclinarse como quien se siente alado de un lado y desde un lado poderoso. Es normal, cualquier corriente filosófica lo confirma, uno se siente más cerca de quienes cerquita está. Y no se trata sólo de compartir los mismos espacios, sino otras cosas más. Hasta la fuerza de gravedad lo confirma, más si ésta está adornada de oropel.
Ante los destrozos que los manifestantes "pacíficos" reproducen en varias partes del país, donde ni siquiera los CDI, donde se atiende la salud a los más humildes, las escuelas de niños de los pasos iniciales, se respetan, ha salido con unas declaraciones calcadas de veces anteriores, cuando se ha dado el mismo cuadro de ahora. Porque esto que ahora dijo, lo ha dicho también en anteriores oportunidades.
Dice el Cardenal, quien por serlo no carga una varita de virtud, ni necesariamente responde a los santos sacramentos, que condena "la violencia venga de donde venga". Expresión que es por demás, no sólo un lugar común, sino una manera de evadir su responsabilidad e intentar estar con Dios y con el diablo, estando de verdad con este último. Un divagar irresponsable y evasivo para justificar sus pecados. Porque la violencia es propia del diablo y el Cardenal sabe muy bien quien está poniendo toda la violencia en estos hechos, lo que no niega la posibilidad de un "exceso policial" cuando se intenta enfrentarlos. El hombre, hecho por Dios no es perfecto, porque no es máquina. Dios no hizo ni hace máquinas, hace hombres, tal como ellos son para que sepan entender la vida tan cambiante. Los hizo justo como organizó la vida.
No puede esperar un Cardenal, a quien uno supone de buena fe, que ante una avalancha de agresiones, vandalismo desatado, premeditado y calculado, armado de todo tipo de instrumentos y hasta armas, la policía enfrente aquello sin incurrir en un error. Hasta los jugadores de futbol, donde no está en juego su vida, ni todo lo que ahora está en juego, actúan con toda la limpieza, equilibrio, que el Cardenal, intentado ser por demás "equilibrado y justo", exige de los cuerpos policiales. Pues esta exigencia está implícita en la hipócrita expresión, "venga de donde venga". El sabe bien de dónde viene, no por Cardenal, pues como comenté una vez, también hablando del mismo personaje, no tiene el "Tercer Ojo", aquel que Lobsang Rampa atribuyó a los Lama del Tíbet, útil para mirar más allá donde miran los seres humanos comunes o del montón, aunque sea un alto prelado de la iglesia católica, tan humano como uno mismo y esos guardias nacionales.
Si condena la violencia "venga de donde venga" ¿por qué nunca ha condenado la que ha desatado Estos Unidos por el mundo entero? ¿Por qué no condena el reciente bombardeo canalla sobre Siria, desatado en presunciones y cosas sin verdadero fundamento? ¿Por qué pide de manera específica al gobierno que permita manifestaciones pacíficas, en lo único que tendría razón y fundamento, dado el caso que aquél eso no haga y no empieza por el principio, por donde debe, exigirle a los sectores radicales de la oposición que depongan la violencia? ¿Por qué no condena el bloqueo a Cuba? ¿Será porque el gobierno de ese país se define como comunista? Si así fuese, eso no es un proceder cristiano, a menos que juzgue a los cubanos, donde predomina el catolicismo, agentes del diablo. Pero si es una condena, una condena que bien le conviene. No condene si no quiere lo que debe pero no le conviene, pero exija a todos, a usted mismo, un comportamiento propio de cristianos.
Además, pocos días atrás, colegas suyos de la CEV han hecho pronunciamientos frente a la crisis política que nada tienen que ver con la búsqueda de la paz, entendimiento a partir del diálogo, como si lo hacemos quienes sin ser Cardenales ni pastores, pero eso sí, padres, abuelos y maestros de escuela. Pero el Cardenal mismo y casi todos los obispos de la CEV, contraviniendo lo que Francisco viene haciendo, abogar por el diálogo y la paz, como nosotros, desde el principio, se han puesto en posición contraria y han actuado como portavoces y hasta activistas de la oposición más sectaria y radical. Por eso dice que "el diálogo fracasó". Porque eso es lo que él y sus altos colegas quieren, como quiere el sector opositor al cual sirven.
Que un cura de parroquia diga, refiriéndose a su ámbito, que el "diálogo fracasó", cuando los vecinos, sus ovejas se están tirando de las greñas, es como un arrojar la toalla. Colgar los hábitos. Renunciar a su labor de pastor y la obligación de velar por la paz, cuando todavía hay demasiado espacio y tiempo para luchar por ella. Pero, si eso lo dice un Cardenal de la iglesia, estando de por medio la tranquilidad y el riesgo que sus ovejas se declaren la guerra y se maten entre sí, es mucho más grave. Y es también una renuncia.
¿Por qué Francisco no renuncia, al contrario, insiste en el diálogo?
Porque es su deber cristiano, de jefe y pastor de la cristiandad toda y en su cosmogonía no hay cabida a renunciar nunca que sus ovejas vivan en paz.
Aún en medio de la guerra, que no es el caso de Venezuela todavía, siempre habrá oportunidad de rogar y hasta bregar por la paz. Eso cree uno que no es Cardenal, pero si esposo, padre, abuelo; es decir tenemos seres concretos y muy cerca que cuidar y proteger.
Por eso nosotros estamos con Francisco, porque él, está con los venezolanos todos, "vengan de vengan", porque merecemos vivir en paz cual hermanos y como tales y hombres civilizados, debemos resolver nuestras diferencias en paz y por medio del diálogo. Nunca hay cabida para el fracaso cuando se está por la paz. Por eso el plazo del diálogo nunca se acaba y no hay cabida para condenarlo al fracaso.
Justamente, quienes no quieren diálogo le ponen plazo y eso nada tiene de cristiano.