Creo que era George Washington, quien decía que nada, o casi nada, en política es casual y menos cuando a través de técnicas de manipulación de conductas y emociones se intenta confundir subversión y terrorismo con principios nobles y elevados como democracia, libertad y derechos humanos, en una especie de cambalache problemático y febril.
Todas las acciones que ejecuta deliberadamente y sin rubor la llamada oposición pacífica son acciones sistemáticamente direccionadas con un objetivo claro, se trate de operaciones encubiertas o de protestas pueriles en la que quemar a un negro marginal y bruto, solo por parecer chavista es motivo de risa para algunos, incluso para aquello comunistas de mode que en el pasado se horrorizaban con la tragedia judía. A ellos la muerte de un chavista solo les interesa para sus macabras estadísticas.
Por suerte la mayoría de esas operaciones que se llevan a cabo en todas las ciudades del país fracasan porque están preconcebidas en un manual que riñe con la cultura de paz, solidaridad y fraternidad del auténtico venezolano.
Es importante hacer énfasis en la "verdadera cultura del venezolano" porque también existe una subcultura de idiotas y semi idiotas, catalizada por las redes sociales, los medios de comunicación y lo que llamó Adorno la industria cultural, que es la que está privando en la mente y la conducta de los terroristas, quienes además son blanco fácil de la manipulación y el engaño.
Como decíamos anteriormente nada es casual. Tanto la marcha de la mierda como la más reciente la de las antorchas, no son acciones construidas en el vacío. En ellos nada es espontaneo, nada es genuino, ni siquiera la violencia. Se trata de un engranaje sistemático que tiene antecedentes históricos. Bastará salir a las calles y observar como los terroristas, utilizando los símbolos del fascismo, y actuando en masas desequilibradas, presas del instinto agresor, como hordas bárbaras destrozan intimidan y dejan muerte y desolación a su paso.
Con relación a la marcha de las antorchas, por ejemplo, sería interesante revisar el libro Masa y poder, uno de los estudios más importantes que se hayan escrito jamás sobre el comportamiento de las masas. Leyendo este texto de Elías Canetti se puede entender toda la significación que tiene el fuego para estimular las respuestas más criminales y violentas. Así lo hizo el movimiento nazi y así lo hizo, incluso, sin ir tan lejos, el Ku klux klan.
Acondicionados como los perros de Pablov , ya no por las campanitas, sino por los laboratorios transmediáticos, salen a diario las hordas de la llamada oposición ávidas de sangre, ávidas de muerte, en medio de un chauvinismo exacerbado, mezclado con racismo y un odio sin precedentes.