Lo que Bush ofrece a los venezolanos

Hace poco el mandatario venezolano dijo en un acto de campaña por su reelección, que el dilema estaba entre Hugo Chávez y George W. Bush. Con ello quería decir, que sea cual sea el atajo que agarren los enemigos del gobierno para tomar el poder, estos tendrán que seguir servilmente los lineamientos que vengan desde Washington.

Sin duda, suscribo lo que dijo el Presidente. Quienes financian las campañas sucias, los fraudes electorales y los actos terroristas, son los mismos que luego gobernarán.

Pero, ¿qué le ofrece Bush a los venezolanos?

Veamos. Sabemos que Bush es un entusiasta seguidor de la doctrina del egoísmo e inclinado a favorecer la selección natural de las especies. Pero además es amante de la cría de ganado humano “ario”. Por lo tanto es muy probable que el programa de gobierno para Venezuela, que se llamaría “Plan Venezuela”, lo elabore inspirado en códigos de ética, que antes que él, fueron utilizados para instaurar regímenes de castas.

La Ley de Manú, antiguo código de leyes hindúes, nos podría dar una idea aproximada de sus planes para Venezuela. Esta ley sustituiría a los buenos Evangelios de Jesús, porque sencillamente a Bush le huele mal el Nuevo Testamento, y lo considera enemigo de toda moral de castas.

Pues bien, amparado en las leyes de Manú, el punto central del programa de gobierno de Bush, no sería otro que aquel destinado al “mejoramiento del hombre” por medio de la domesticación de la bestia mestiza chavista, y la cría de ganado humano “ario”.

Si esto es así, estimados lectores, conforme a la ley de Manú, el único alimento que se les permitirá comer a los indios, negros y mestizos chavistas será “el ajo y la cebolla”. Asimismo, como lo leen. No podrán comer frutas. Tampoco se les permitirá extraer agua de los ríos, ni de las fuentes, ni de los lagos. Sólo podrán recoger agua de los charcos. El agua potable y las frutas estarán reservadas exclusivamente para consumo humano “ario”.

¡Pero bueno! ¿Cuál es el propósito de semejante aberración? Sencillo. Con el objeto de asegurar la salud del humano “ario”, los gringos tienen que enfermar y debilitar a los chavistas subdesarrollados. Para domesticar a los mestizos chavistas, es menester enfermarlos, con el simple propósito de debilitarlos y quitarle su peligrosidad. O sea, que por amor al prójimo tienen que ayudarlos a morir. Si se debilitan los chavistas, prosperarán los gringos. Y a los venezolanos sin patria, los esclavos satisfechos, los “happy slaves”, como les dicen allá en el norte a los lacayos, vivirán un poco mejor, les tocará recoger las buenas sobras que dejen los gringos.

Ustedes se preguntarán, ¿pero es que la élite gringa no tiene compasión? No. Esta élite no tendrá ningún tipo de compasión con los mestizos socialistas cristianos. La misericordia cristiana no va con ellos. ¿Pero por qué? Porque con la misericordia los gringos no podrían prosperar. La compasión es un vicio muy perjudicial, y no será precisamente el cristianismo el que frene la felicidad de los gringos y sus lacayos en la tierra.

La magnífica bestia rubia de “raza” noble se enfrentará a la fiera salvaje mestiza. La consigna es “Barbarie en vez de socialismo”. Habrá que acabar con el humanismo para que lo humano pueda florecer. La rebelión de los chavistas, según ellos, es pura envidia. Los tierrúos malolientes no serán los que hagan la revolución. Ni pensarlo. Si acaso otros más puros, pero los chavistas, definitivamente no.

Estas medidas extremas de gobierno producto de la paranoia, las ejecutó Hitler, y ahora las reproduce Bush con sus amigotes. En su desespero se le oye gritar por los pasillos de la Casa Blanca: ¡Qué los débiles y los fracasados perezcan! ¡Que sea por nuestro amor a los hombres!

¿Por amor a quiénes? No se escucha bien.

Lo que sí se entiende amigos, es que para Bush y sus cómplices el ser humano es “un ser para la muerte”. Sí, para la muerte. Basta con sólo mirar los videojuegos que nos mandan desde el norte. Niños y adultos de todo el mundo consumen las mejores horas del día y de la noche asesinando seres humanos y estrellando aviones contra edificios llenos de gente. La muerte se hizo un juego. ¿No es así señor Gates?

Los deseos y las acciones de Bush y sus amigos, los “global players”, se parecen tanto a las fantasías clasistas de Nietzsche, que nos obliga a estar muy vigilantes.

Hay precedentes. Manú desarrolló la moral de castas, Nietzsche fantaseó con ella, Hitler y Ludendorff la pusieron en práctica, y ahora Bush, alumno de los anteriores, no le queda sino ofrecérnosla como base de su programa de gobierno. No les quepa la menor duda. Con el agravante de que la globalización del mercado se vislumbra como un plan más peligroso que el diseñado por el Tercer Reich.

Y, ¿quiénes ejecutarían esta moral tan perversa en nuestro país?

¡Quién más!, Brownfield y sus lacayos. Y muchos de ellos, hoy, vecinos nuestros. Mañana, no lo sé.


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Fernando Saldivia Najul

Lector de la realidad social y defensor de la sociedad sin clases y sin fronteras.

 fernandosaldivia@gmail.com

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