Desacreditados señores del Golpismo, el paro, la indulgencia, LA DROGA el racismo y la maldad en general. En el programa Dando y Dando que con simpatía y acierto llevan los honorables venezolanos, Tania Díaz y Alberto Nolia, por el Canal de todos los venezolanos, el 8, los he visto gritar y saltar en una celebración de un diario mayamense y aprovechando ustedes que el canal GOLPISTA GLOBOVISIÓN les dio cámara con su noble propósito ya conocido por todos los venezolanos inteligentes, se dieron a la tarea de enviar besos y abrazos a la cúpula fascistas que no habita ni el Norte, ni en el Sur ni en el Oeste de Caracas. Dijeron al unísono que piensan volver cuando gane Rosales. Eso es mentira. Para que gane Rosales seguramente ustedes, tienen que estar pensando que morirá Chávez. Eso tampoco es posible, porque si muere Chávez, mueren los círculos fascistas de Venezuela y eso se lo puede asegurar el pueblo en su mayoría.
Ustedes se quedarán en la tierra de la gusanera hasta que la muerte los lleve al infierno donde estarán sufriendo horribles dolores por los siglos de los siglos. Ustedes mientras exista la Revolución no volverán y la REVOLUCIÓN ha amenazado con tener laaaaarga vidaaaaa. Vamos más allá, digamos que para morir lo que hay que estar es vivo. Muere Chávez. ¿Creen que retornarán con sus drogas, sus orgías, sus odios, sus racismos, sus segregaciones? ORLANDO URDANETA es un narco dependiente. No puede respirar sin drogas. Cuando él iba a un lugar por Catia a buscar sus puchos, sus piedras, su polvo, su heroína, su marihuana, los hombres que se las vendían, estaban como él. No servían para nada. Pero esos hombres se curaron y siguen a la Revolución, ¿cómo lo recibirán cuando tembloroso, sudado, soliloquiando, llorando o cantado, llegue a suplicar algo que ya no existe? ORLANDO URDANETA es un enfermo. No puede vivir sin droga. Además de enfermo es un fracasado sobrino de uno de los golpistas. Siempre vivió chuleando a las mujeres con las cuales compartió. Fracasó en todos los programas de televisión que “animó”, por culpa de las drogas y la falta de talento.
Durante años hizo creer a una gente inocente que sigue las telenovelas, que era actor. Era mentira. Se valía de las drogas para aprenderse las pocas líneas de los libretos y muchas veces tuvieron que sacarlo en brazos de amigos, derribado por el fardo de su incontinencia enfermiza de los estudios de televisión. No es un ejemplo para nadie. Es un retrete de carretera. Se inyecta las venas. Es un gusano que traga heroína y demás infernales drogas. Un pobre diablo, una sabandija apestosa, que llora y suplica noche y día por su ración de droga. En la Revolución curamos a los adictos, pero a él no lo curaremos, si llegara a volver escondido, por los caminos verdes, o arrepentido, porque ya no somos tontos: lo meteríamos en prisión varios años de acuerdo a las leyes. El gallego Fernández, tampoco volverá. Ya tenemos los dispositivos alertas para que eso no ocurra ni ante una invasión yanqui. La pobre e infeliz comediante Nelly Pujol, si puede regresar.
Sabemos que ha sido una fémina, torturada por los hombres en sus días de locuras juveniles. Citino, aquel balarín argentino la chuleó como le dio la gana y luego le dio una patada por esas tablas que tiene como culo. No es digna de ser ejemplo. Perteneció a la camada de la María Concha, y otras que confundieron el arte con las orgías y la prostitución. Por lo tanto, creemos que esa felicidad gusanera mayamense no es más que un noble gas intestinal en un chinchorro del estero. Con Chávez o sin Chávez, el pueblo decidió, por mayoría, quienes podrán aportar algo al país, que no sea droga, prostitución, racismo, chulerismo, vendida de patria, ni cabronadas. La revolución no aceptará más nunca, oigan bien, a los inmorales bellos de la IV-R, porque a decir verdad, no nos vamos a ir a las montañas a combatirlos, ni a ningún sector lejano de las ciudades. Simplemente si nos tocara enfrentar ese gran reto, NO HABRÁ UNA FUERZA MILITAR, POLICIAL INVASORA, CAPAZ DE DETENERNOS CUANDO DECIDAMOS DAR EL MAYOR DE LOS PASOS. En defensa de LA MORAL Y LAS LUCES.
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