Mi palabra

Ocurrencias del 16 de noviembre

"Toda mujer varía."

Francisco I

La marcha de la oposición en la ciudad de Acarigua, hizo un largo recorrido bajo un sol canicular capaz de arrugar, hasta las piedras; muy mermada, pero muy disminuida en cantidad, en comparación con la del 23 de enero; la mayoría–lamentablemente–gente del pueblo. Al encontrarse frente a la alcaldía–se pasaron de la raya, tenían orden de llegar dos cuadras antes– donde estaba concentrada la gente que defiende la paz, llenos de entusiasmo, alegres, pero a la vez denunciando el golpe de estado al pueblo boliviano y su Presidente Evo Morales, por parte del imperialismo, se detuvo en un gesto de provocación, en el cual no cayeron los defensores del proyecto bolivariano. La separación era una barrera de agentes de seguridad, quienes con su escudo en manos se convirtieron en unos atentos guardianes del orden público, pero por momentos sintieron el odio de los opositores en cada incitación, quienes parecen salir encendidos de sus hogares.

El corto tiempo de verse las caras frente a frente los dos bandos, sirvió de descanso para algunos; otros la agarraron de camaradería al encontrarse por casualidad, juntos, pero no revueltos. De ahí se escapó un corto contrapunteo entre dos mujeres, algo pasaditas de peso, que les impidió abrazarse con la fuerza que deseaban. Pasado ese pequeño, pero efusivo instante, la opositora rápidamente abrió fuego contra la amiga en son de camaradería con cierta coquetería: ¡Todavía defendiendo este gobierno, Maduro nos va a matar de hambre; lo vamos a sacar! La bulla casi no dejaba oír a las mujeres, sin embargo, la respuesta se la devolvieron, como el sonido de una sirena al pasar dando un aviso, casi al instante de lanzar la provocación: "Eso no lo cree, ni tú misma, estás que revientas; y a Maduro, no lo saca nadie, no pudieron, cuando no había comida, ahora hay comida por todas partes, cara por culpa de ustedes, ¡pero ahí!"

El sol quemaba, y por ninguna parte se veía una nube para ayudar apaciguar el inclemente clima, cuando el reloj casi marcaba las doce del mediodía. Los agentes del orden se vieron las caras sin poder contener las risas, al escuchar la confrontación entre las dos mujeres; varios se vieron el abdomen tan pronunciado, que daban un paso atrás para dejar pasar a los opositores al emprender nuevamente la marcha. Al instante un señor, se dirigió a una amiga, acompañante de la marcha; una profesora muy dada a los retoques ¡Te pareces a Janine! La mujer se sorprendió al no saber, quién era Janine. ¿Quién es esa? Si, la profesora estaba sorprendida, más sorprendido se encontraba el colega por la ignorancia de la amiga. Le respondió rápido para salir del momento: ¡Sigue! ¡Sigue! ¡Después te digo! Al alejarse los marchistas, el sorprendido, dejo al aire unas palabras casi entre dientes, para terminar de convencerse de lo que había querido expresar: "La autoproclamada de Bolivia, por lo menos se le puede ver la cara, pero esta colega la tiene, como si va para la fiesta de Halloween, y además es presumida y vacía, que es mejor hablarle de comiquitas ¿Quién puede creer, que una profesora, opositora de esas enfermiza, cada momento se le escucha totalmente convencida ¡Mi presidente Juan Guaidó! no sepa hoy 16 de noviembre, quién es Janine Añez?"



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Narciso Torrealba


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