Inútil

Con el cuento de que todos somos venezolanos, la iglesia vaticana pretende hacernos creer que tanto chavistas como escuálido son iguales. No señores, no son iguales, porque no fueron los chavistas los que en un “arrebato de despecho” golpearon al pueblo - el objeto de su “amor”- pretendiendo que así se puede reconquistar el corazón de alguien. No fuímos nosotros los que inflingimos al pueblo los peores castigos: paro petrolero, golpe de Estado, guarimba y la tortura mediática; ese insulto permanente al que someten a las personas “de estratos inferiores” llamándoles negros (que lo son, tanto como ellos), desdentados, ignorantes y apuntando hacia el más reciente epíteto – parásitos, desde los medios masivos de comunicación y esto - ahora sí- ¡durante ocho años!

Los altos representantes de la iglesia vaticana de manera insistente fustigaron al gobierno, apoyando a la oposición, y el que diga que no es así miente. Nos preguntamos dónde estuvo la iglesia durante todos esos 40 años de dictadura adeco-copeyana, dónde cuando el Viernes Negro sus representantes llenaron con su nombre las filas de los que se anotaron con unos dolaritos.

Ahora la iglesia se ofrece como interlocutora en un diálogo entre el gobierno y la oposición, negado este por el peso de las acciones violentas de la misma oposición; ni siquiera los sectores menos radicales de la oposición tienen legitimidad alguna, porque con su innacción participaban de cada una las aventuras que emprendían los más reaccionarios; en el fondo apostaban al éxito de los violentos, por eso se inhibían de actuar en su contra.

La parcialización a favor de la oligarquía por parte de la iglesia ha sido evidente para todos y esa parcialización la ha empujado a la arena política y la hace objeto de observaciones de orden político, y a la vez hace irrelevante cualquier respuesta suya que intente negar su condición política. Si no fuese así, le hubiesen salido al paso a las declaraciones de Vásquez Velasco, en su momento y a las de Castillo Lara, más recientemente. Declaraciones por demás llenas de provocación y en las que se hechó mano inclusive a imágenes y celebraciones sagradas para el pueblo, que es la mayoría.

Particularmente me parece excelente la abierta participación política de la iglesia; eso brinda la oportunidad de traer a discusión el pensamiento de Camilo Torres, quien dijo: “Cuando hay una autoridad en contra del pueblo, esa autoridad no es legítima y se llama tiranía. Los cristianos podemos y debemos luchar contra la tiranía” y en cuanto a las proporciones apuntó: “El gobierno actual es tiránico porque no lo respalda sino el 20% de los electores y porque sus decisiones salen de las minorías privilegiadas” y como colorario dejó esta perla: ”Los defectos temporales de la Iglesia no nos deben escandalizar. La Iglesia es humana.”

La iglesia no hace falta; sabemos ya por experiencia que es inútil un diálogo con estos inteligentes exquisitos que no entienden nada y lo niegan todo.

elmacaurelio@yahoo.es


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Marco Aurelio Rodríguez G.

Periodista, Politólogo, poeta, escritor, humorista y ensayista. Columnista en varios medios, digitales e impresos.

 elmacaurelio@yahoo.es

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