"El interés habla todas las lenguas y
desempeña todos los papeles,
hasta el de desinteresado"
La Rochefoucauld
Desde, el mismo momento de aparecer Guaidó, con los remoquetes de autoproclamado e interino, combinación tan disparatada que, después de haberla utilizado para descomponer el basamento democrático de la Constitución Nacional; nadie sabe, de donde la sacaron, aunque todo el mundo sabe, quien fue el atrevido que, aprovechando la grave crisis inflada por la misma oposición se encargó de entregarle a este desconocido los dos nombramientos ficticios, como si le coloca en las manos la bandera y el escudo de nuestra amada patria, para que hiciera lo que quisiera, con tal de salir del "dictador" Nicolás Maduro.
La cola de aduladores e interesados, más fingidores de clase se hicieron presente en cuanta actividad anunciaba, el parto del gobierno de Trump. Algunos de los menos ponzoñosos e incautos admiradores, abrían la boca para elogiarlo, como si bostezaban de manera incontrolable, creyendo en las falsedades preparadas por el imperialismo, y su corte. El tiempo dio paso a una nueva lechigada, tanto allá en el norte, como aquí, en el epicentro de los sucesos, pero siempre con el jefe del bandolerismo a la cabeza pregonando su presidencia, como si, se había sacado un premio de la lotería, dejando a la vera del camino la repartición de los bienes del estado, empezando por la entrega y saqueo de MONÓMEROS, y ahora por muchos argumentos sacados de la manga de la camisa, no van a poder recomponer el ánimo y credibilidad de los engañados.
Entre todos los personajes que, no perdían tiempo para expresarse casi a gritos ¡Mi presidente Guaidó! se encuentra Antonio Ledezma; otro "exiliado" muy suigéneris, quien, desde la comodidad de su madre patria: España, ha hecho valer su seriedad a la hora de referirse al no menos serio Guaidó; dúo, el cual puede perder todo en este momento de aclaratoria de culpables, vende patria y traidores, pero menos ese porte de auténticos distinguidos; así, uno se haya dado la mano con criminales rastrojeros, y el otro, con los no menos, Uribe Vélez, o su mandadero el Duque. Uno al lado del otro, se parecen tanto que, no sueltan una sonrisa, ni haciéndoles cosquilla; para terminar, diferenciándose, en que uno, es, el "presidente" y el otro se guinda, de un árbol muy resbaladizo y quebradizo, pero consciente de su desmedido interés, algo, muy propio de él, porque mientras estuvo en el país, lo único que le faltó fue llegar a Miraflores, como presidente, pero tiene el prontuario más voluminoso por atentados contra el proceso bolivariano, empezando con el golpe de estado del 2002. Capaz de cargar al diablo y llevarlo al palacio de gobierno, sí, le promete tumbar a Maduro.
Apenas lo deja de amamantar el imperialismo, es, cuando se ve lo frágil de Guaidó, y ahora está sintiendo, como lo empiezan a dejar solo, con todo el excremento encima; el mismo que, él en una oportunidad lanzaba, como si eran bambalinas impregnadas de perfume. El viejo refrán: "Del árbol caído todo el mundo hace leña" sale nuevamente a relucir, cuando lo que parecía un cuento de nunca acabar, empieza a vérsele el fin, fácilmente comprobable por la espantosa retirada de los que se aprovecharon, haciéndole un daño irreparable e imperdonable a la nación; ahora, lo miran, pero no lo ven, y lo están abandonando, como quedan todos los traidores de esta calaña, a merced de su promotor y empleador, porque el sonido al caer, va producir un sonido ensordecedor el cual se va escuchar, donde quiera que se encuentre el firmante de todas las medidas criminales contra Venezuela: Donald Trump.