Hay personas que exhiben una miopía asombrosa a la hora de analizar o comentar la historia contemporánea de este país. Bien sea por intereses políticos, ignorancia o simple mezquindad, muchos individuos todavía persisten en simplificar las dimensiones de un acontecimiento realmente trascendental, como lo fue el alzamiento militar del 4 de febrero de 1992. Esa rebelión sin duda fracturó en dos el devenir institucional de esta patria. Fue también un evento que marcó la ruptura definitiva con un modelo de país inviable por elitesco y corrupto.
Además fue la respuesta desprendida de un grupo de hombres valientes que, cual Quijotes, arriesgaron sus vidas y carreras abrazando la causa de la igualdad y la dignidad. Quienes desconocen la profundidad de este hecho, desconocen también la pobreza degradante, las desigualdades y los desequilibrios que hicieron de este país una verdadera bomba de tiempo. De hecho, el malestar largamente acumulado y el descontento con el régimen de entonces encontraron salida, primero en el estallido social del 27 de febrero de 1989 y luego en el intento de golpe de estado del 4F. Sin duda, fue el "Caracazo" el catalizador del posterior alzamiento militar que buscaba expiar las recurrentes tropelías contra un pueblo inerme. Todavía hoy, están abiertas las heridas del genocidio ordenado por el nefasto hombre de Rubio. Una pasadita por El Valle sirve para conocer de viva voz los testimonios del horror que se vivió en esas sangrientas jornadas. Fosas comunes, metralla, fosas comunes, metralla, fosas comunes, metralla, más fosas comunes y más metralla de soldados masacrando despiadadamente a su propio pueblo.
La salvaje represión fue la cobarde respuesta de un sistema que se negaba tercamente a abrirle paso a otras opciones. Fue esa la mayor demostración, la más dolorosa y la más aberrante, del grado de degeneración que habían alcanzado nuestros antiguos gobernantes. Era ésa realmente una sociedad de cómplices, donde los actores que se habían repartido la torta, hacían esfuerzos supremos por correr la arruga y seguir dándole la espalda a una deuda social gigantesca, dolorosa e inocultable. ¡Qué curioso! hoy es común ver a sesudos analistas denunciando violaciones por doquier, pero en mis recuerdos no hay registro de un solo “líder de opinión” condenando aquella salvajada. Los Medios de Comunicación más bien aplaudieron la brutal represión y la justificaron como “la respuesta adecuada” para preservar el orden público. Esos días no hubo Martas Colominas ni Miguel Ángel Rodríguez, estaban todos de vacaciones. Nadie habló, nadie reclamó. ¿Cómo pueden ahora los pseudo líderes de oposición calificar el desfile conmemorativo de esa fecha como una instigación al delito?. ¿Realmente los militares que insurgieron contra la IV atentaron contra la democracia?. Si se mira con un poco más de detalle y profundidad la respuesta es obviamente un rotundo ¡NO!. Y es que éstos oficiales no se rebelaron contra un gobierno, un sistema de justicia.
Ellos se alzaron en armas contra un estatus quo bochornoso y lacerante en todos los ámbitos de la vida ciudadana. ¡Ellos (los militares) no se quedaron callados!, ellos sí protestaron, ellos sí que no se la calaron. Éste desconocimiento de la realidad nacional es particularmente grave en bastos sectores de una clase media alienada. Pero más grave aún es que buena parte de las nuevas generaciones están desconectadas con su pasado. Sólo así es explicable que alguien pueda tragarse la burda y edulcorada versión de que acá reinaba la paz y la felicidad y el “Demonio” de Chávez y su gente lo estropearon todo. En cambio, el pueblo humilde sí tiene plena conciencia de su pasado, por ello a pesar de las imperfecciones y los vicios que acompañan al proceso siguen firmes con esta Revolución. Ellos han cobrado perfecta conciencia del poder de sus votos y siguen esperanzados con el compromiso de lograr una patria próspera y con más oportunidades PARA TODOS. Desconocer el alcance e implicaciones del 27F y el 4F es una mezquindad imperdonable, en el fondo es como escupir para arriba. ¿No será más viable cobrar conciencia de nuestra historia y sumarnos a la construcción de un país más amplio y digno?, estamos seguros que sí.
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