Leyendo los periódicos cada semana uno descubre, lamentablemente y con dolor, que la mayoría de los muertos son jóvenes. Produce llanto, angustia, rabia e indignación. Y leyendo esos mismos periódicos también descubrimos que la causa de la cruel tragedia no es la que se suponen los mequetrefes de derecha, que han agarrado el tema para zumbarle piedras al gobierno. No se justifica la mortandad, pero sociológicamente el tema va más allá de la simple inseguridad reinante en la urbe caraqueña y sus alrededores. Era costumbre en la ix-r que cada vez que le tocaba el tuno, por ejemplo a los adecos de gobernar, que les echaban la culpa de los males al “gobierno anterior” y viceversa. Si Luís Herrera dejaba una cancha de bolas italianas, perdón criolla, sin la pizarra de anotar los tantos, entonces los adecos gritaban y tomaban fotos y en eso se les iba el período, que no menstrual. Si era el gobierno adeco el que hacía una romería y no surtía a sus compañeritos de suficiente lúpulo con cebada, léase la cerveza con la cual la Empresa Polar inunda los barrios de Venezuela todos los fines de semana, entonces sucedía la misma cantaleta por parte de los copeyanos, diciendo que los adecos eran unos irresponsables de la curda mojada (la seca es la que consumen una tipa y un tipo por Miami que se mueven en la farándula y el periodismo amarillista como mosquitos dengueros) y que eso era un terrible mal contra los Mendoza, que tanto apoyaban el deporte del gurrufío, el yoyo, el rojo, y también el “filibre caleta”. Así transcurrían los años y las décadas.
La Revolución no le echa la culpa a nadie a menos que los casos sea tan evidentes, como por ejemplo la matazón de Yumare, Cantaura, Caracazo, 11 de abril, el sometimiento al hambre por parte de la nombrada empresa que se la da de chévere, la escasez de gas para hacer la comida del pueblo, etc. Da pánico la mortandad de jóvenes y en eso la Revolución debe “tomar carta en el asunto”. El crimen debe atacarse con todos los hierros, haciendo reformas al Código Penal, visitando los barrios para dialogar con la juventud, crear millones de trípticos, dípticos, donde se les escriba a los jóvenes cual es la mejor manera de ir subiendo los peldaños de la convivencia social, reparar las vías de acceso a esos lugares, dotarlos de bibliotecas, inducirlos a crear medios de comunicación, donde ellos mismos reseñen los acontecimientos de sus barriadas, utilizar autobuses del Estado, de la Fuerza Armada, para llevarlos a las playas, a los museos, a los campos deportivos evitando que se caigan a palo en las bodeguitas, enseñarlos a quererse así mismo, planteándoles normas acordes a nuestra idiosincrasia, y hablarle más y más sobre las Juntas Comunales Hago unas preguntas: ¿Quiénes son los padres de estos jóvenes que se matan entre mafias, por rencillas, por venganza, por tumbe de droga, por mantener una “plaza”? ¿Quiénes permiten que los adolescentes adquieran costosas ropas, zapatos, carros, celulares, motos, sin darle el verdadero valor al sentido de la humildad? Más lejos: en los barrios los muchachos pretenden imitar a los ricos, gracias al bombardeo de los canales televisivos, que escudándose en una presunta libertad económica, publicitaria, lanzan sus campañas de adormecimiento cerebral dirigidas a estos adolescentes, hembras y varones.
Pero lo que no saben los jóvenes en los barrios es que los ricos no son tan tontos para adquirir costosas vestimentas en Venezuela, porque ellos pueden viajar a países donde eso les cuesta menos y que además los padres de muchos de ellos son comerciantes de las transnacionales “mata mente”. Es decir SON LOS VIEJOS LOS CULPABLES DE LO QUE HACEN LOS JÓVENES, con sus malos ejemplos. Veamos un caso. El Sambil se la pasa relleno de gente viendo vidrieras. He escuchado a muchas personas de los barrios decirles a sus niños…”Si te portas mal esta semana no vamos al Sambil” ¿Cuánta gente de la urbanizaciones del este vienen a Catia, El Cementerio, La Pastora a ver vidrieras? Estos muchachos que se matan los fines de semana, no son controlados por sus padres, porque en la mayoría de los casos los padres los fines de semana se las pasan “moliendo” y el joven se siente aislado, buscando refugio entre sus amigos, que a la larga, como jóvenes al fin, les gustan las emociones fuertes y más cuando nadie les dice hasta que punto pueden llegar esas EMOCIONES. Un viejo debe dar ejemplo en todos los campos y en Venezuela eso parece que es más difícil que hacer gárgara boca abajo. Aquí tenemos varios ejemplos negativos en la política. Teochoro Pez Coz. Si este anciano tuviera dignidad, no abriera su boca ´e vieja para dar alguna opinión, porque él es un mal ejemplo en la historia política del país. Tendría que estar cumpliendo gerontológico por cárcel Los mismo Pompeyo Márquez mentiroso, canalla, sin palabra, obtuso y mediocre.
Llegar a viejo como Marcel Granier es un trauma. Caminar los años a la muerte como lo hacen Timoteo Zambrano y Pedro Pablo Alcántara resulta un vilipendio a la razón, una aberración. Utilizar el pasado como ungüento de hacer huir la caspa, tal lo intentan ÁLVAREZ PAZ Y EDUARDO FERNÁNDEZ es una ofensa a la vida que me ha dado tanto. Llenarse el rostro de panqué para ocultar las arrugas dando feos espectáculos, véase los casos de Marianella Salazar, Ibéyise Pacheco, Marta Colomina, Ángela Zago, la anciana Carla Angola y la batea La Bicha, pasando por esa arruga ambulante que es Nitu Pérez Osuna, no da nota. La culpa de los males, empero no la tienen todos los viejos y viejas, sino una gran cantidad como los nombrados que no entienden a que se deben sus pasos por la vida. Viejos den ejemplo, porque no hay nada más triste para un ser humano que no dejar una excelente huella en la vida. Los nombrados pasarán sin saber que existieron. (Ojo: yo soy viejo) Hoy Día de la Mujer, aprovecho para felicitar a todas aquellas que con humildad desde el sencillo ranchito o desde la ostentosa mansión, aún mantienen la calidez en sus corazones para entender que más allá de la forma de vida, existe el amor y la comprensión hacia los más débiles.
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