Ella, nunca hasta ahora, ha sabido que está inhabilitada. Según alega, es posible, ninguna autoridad se ocupó de manifestárselo y es hasta probable que el cartero, dado la intensa movilidad de ella en campaña, no ha podido localizarla o cansado de tanto caminar repartiendo cartas a cambio de un mísero salario, botó a lo largo del camino, en los basureros o al río para que este hiciese su trabajo, lo que portaba y debía entregar a los destinatarios. A veces, la basura y el río son bastantes buenos para eso.
Pero también es verdad que, para un simple cartero, llegarle a ella, usualmente rodeada de mucha gente, sobre todo de su seguridad y dada su dinámica, es algo más que imposible; nunca habrá resquicio de entrada ni tiempo que dedicarle a esa difícil tarea.
Y a lo mejor, ella misma, MCM, como el Coronel Aureliano Buendía, de la mejor buena fe, se cansó de ir a la oficina de correos a cerciorarse si esa notificación le había llegado y allí nunca le entregaron nada, bien porque no era ese el sitio donde debía ir, la carta se extravió o el empleado por inepto y hasta flojera, para no ponerse a "curucutear" entre tantos papeles, siempre le dijo no.
Pero no dejaba de extrañarle que todo el mundo, hasta los cercanos a ella, de eso sabían los detalles, hasta el número que usualmente se le pone a los documentos oficiales y es más, no dejó de llamarle la atención que, hasta los funcionarios de EEUU que han venido abogando en su favor y siempre están bien informado de todo, hasta de lo que acontece en el más allá, solicitan la habiliten, nunca quiso preguntarles el motivo para no herir susceptibilidades o meterse en "una camisa de once varas", menos sentirse más abajo del más arriba donde siente, como que la calificasen mal y sacasen del proyecto. Pero en medio de la intensidad de su campaña, sobre todo por ganar las primarias del pequeño círculo de la Plataforma Patria, la que dialoga con el gobierno de Maduro, dejó de pensar en el por qué se decía que estaba habilitada y hasta de ir a las oficinas de correos. Al fin, como el Coronel Buendía, también terminó por olvidar aquello; como él, llegó al conclusión que no tiene nadie "quien le escriba" para notificarle algo inexistente y, en lugar de dedicarse a cuidar gallos, se lanzó por los caminos empedrados a buscar votos para una inhabilitada. Claro, esos votos los halló para ganar en unas elecciones cerradas o limitadas a un pequeño universo que llaman opositor, en un país donde los opositores forman varios de esos "tan grandes" como el suyo. Y en donde la inhabilitación, conocida por todos, menos por ella, no impedía su participación y hasta triunfo, siendo sus "opositores", de la gente del "Llanero Solitario".
De tanto darle al asunto, de lado y lado, del gobierno y de quienes desde afuera están interesados a normalizar las cosas, como que los negocios, sobre todo, en lo relativo al petróleo, vuelvan a los viejos tiempos, pues el mundo pareciera que se empequeñece para eso y quienes antes dominaron a su antojo, pues la competencia que antes no tuvo Estados Unidos crece y amenaza el viejo dominio, como que hasta al dólar le crean una competencia que llaman Brics, lo que entre otras cosas podría impedir a la Reserva Federal seguir emitiendo dólares sin limitaciones o inorgánicos, arribaron a Barbados; y allí llegaron a unos acuerdos redactados de manera general que aluden a muchas cosas fácilmente identificables, pero como quien habla, dice mucho o lo sugiere, pero nada específica. Es posible que esa redacción generalizada, pese la reunión y los acuerdos políticos se refieran casi exclusivamente a ella, pues como hemos dicho, para esos asuntos, quienes se reúnen con el gobierno son los suyos, los de la Plataforma Patria, contribuyó a que MCM, siguiese en su "creencia", la que se deriva de una carta recibida y no abierta o perdida. Pero los suyos firmaron, pues sabían lo que ella no sabe.
En ese acuerdo, según mi memoria, por mi estado de ánimo y disposición estilística de ahora, no voy a buscar detalles, al abordar el asunto electoral se habla de crear bases para unas "elecciones libres", donde todos aquellos que lo deseen puedan y deban ser candidatos. Es decir, abre las puertas de la Ley, esas cerradas, obtusas, difusas y hasta evasivas de las cuales Fran Kafka habla en "El Proceso" y donde jueces sin caras y hasta presencia física, ejercen en apariencia un enorme poder sobre la vida de la gente, aunque en veces, ni ellos mismos conocen del asunto, ni están en capacidad de decidir, por lo que algunos procesos suelen ser interminables o se dilucidan donde, según las formalidades del Estado, no lo "determinan".
Por eso, MCM, como el señor K, anda para arriba y para abajo, en medio de dos personajes que representan la Ley, o la inhabilitación de la cual le han hablado, pero ella no les ha entendido o escuchado nunca. No por los jueces, por muy evasivos o inaccesibles, por decisión de ellos o de la sancionada, que no quiere darse por entendida y comunicada. Pese su caso, como el de K, todo el mundo conoce y da como un hecho cierto y concerniente a la ley. Tanto que todo el mundo le habla al señor K de su proceso y él lo admite, sólo que no sabe nada del asunto y anda, si bien algo preocupado y hasta ocupado, no le da la importancia debida, pues desconoce que al final, otros dos "funcionarios" de la ley, distintos a los primeros castigados por fallar en su tarea, aplicarán la sanción que él nunca esperó, como nunca supo de qué cosa le acusaban.
Por ella, sólo por ella, sin estar enterada, se produjo el acuerdo de Caracas, basado en el de Barbados, entre la Plataforma Patria, de su gente, como si fuesen y lo son de hecho, sus abogados y el gobierno. Y en ese acuerdo, se estableció revisar las "inhabilitaciones". Y se pluralizó porque son varios en esas condiciones, pero es obvio que pese el pluralismo, es ella el centro y fin esencial de lo acordado, entre sus defensores y la difusión estatal.
Todos los inhabilitados, que quizás tenían o tienen una comunicación umbilical con las difusas autoridades y sus mandatos o no viven como ella, MCM, en las alturas donde las ondas que salen desde abajo no llegan o no hicieron como Buendía, ir de vez en cuando a la oficina de correos, sino que allí se instalaron y hasta lograron colarse como carteros, se enteraron de lo acordado entre la Plataforma Patria, representada por Gerardo Blyde y el gobierno, de inmediato corrieron hasta el TSJ y cumplieron con lo acordado, solicitar se revise sus inhabilitaciones a fin esta se les suspendiese para poder inscribirse como candidatos en las próximas elecciones lo que, de paso, da una idea que serán unos cuantos los competidores.
MCM se la pasó todo el tiempo negando que estuviese inhabilitada. Dice que nunca se lo notificaron y que luego se hizo en el TSJ, a última hora, la ratificación de algo inexistente, como darle el acta de defunción al muerto mismo. En EEUU y la Plataforma Patria, en este caso porque, pese no le conozco personalmente, me da la impresión que, Gerardo Blyde, tiene los pies sobre la tierra, y por ende no se percibe por encima, como flotando, no por distraído ni lleno de aire, sino "es todo lo contrario", se sabe de la inhabilitación y la prueba de ello es como ya hemos dicho, los acuerdos de Barbados y de Caracas, que son, sin decirlo, demasiado específicos.
Desde EEUU, antes que ella llegase al TSJ, altos funcionarios del gobierno de ese país aplaudieron que MCM hubiese decidido ir, aunque a escondidas, un cómo "coger la línea", pero bajo protesta, sólo que los reporteros por acuciosos y bien conectados siempre se enteran a tiempo, la esperaron a la salida.
Ella siempre sostuvo que nunca estuvo inhabilitada y en caso de estarlo, una manifestación de duda o un reconocimiento que la carta a sus manos llegó, las elecciones primarias la habían habilitado. Le dio a ese acto carácter de decisión estatal, con lo que termina siendo ella como kafkiana, sólo que, en lugar de ser severamente castigada por la ley como K, termina siendo perdonada o mejor se auto perdona.
En ese estado de sublimación dice, cuando los periodistas la sorprenden saliendo casi en solitario y hasta pasada la hora del TSJ, un órgano, según ella kafkiano y "gobiernero", antes asesorada por sus abogados que no fue a solicitar la habilitación, sino a exigir – algo muy propia de su personalidad flotante en las alturas – que se revisase su proceso, pues no está inhabilidad. Y como no está inhabilitada, solicita, no por los Acuerdos de Barbados y lo firmado por Gerardo Blyde en Caracas, sino por su solicitud misma, se habilite. Eso sí, lo pidió a última hora, pero dentro del plazo establecido en el último de los acuerdos.
El señor K, el personaje kafkiano y Aureliano Buendía, de García Márquez, sin ser candidatos o inhabilitados para serlo, tomaron el escenario en nuestra vida preelectoral. Los abogados de MCM, sin saberlo, pues a lo mejor, cansado estoy de verlo, no han leído "El proceso" ni "El coronel no tiene quien le escriba", demostraron que, algo saben de los oscuros caminos y vericuetos de las leyes y el Estado. ¡Viva la vida! o mejor ¡viva la pepa!