El cadáver no ha muerto

Que tragedia para un hombre que se ha entretejido dentro de las voluntades, los esfuerzos y las luchas del país y en el supuesto sacrificio socialista, para luego cambiar su fe, su patria y convertirse en la ridiculez de la enajenación y ponerse al servicio extranjero.

En realidad esta demencia maniática, la del escritor apátrida, como se tilda el mismo señor Manuel Caballero, no es para alarmarnos, considero que como enemigo del Libertador y de la nación, tampoco nos cae por sorpresa, por lo menos a lo que a mí atañe. Este escritor se mutiló hace mucho tiempo, se hizo apasionado del obstruccionismo cuando en su sano “desquiciamiento” lo encontramos en una lectura publicada por El Nacional el jueves 9 de 0ctubre de 1986, en una respuesta al distinguido periodista Kotepa Delgado, quien se había descargado contra José Ignacio Cabrujas, porque éste también se ocupó de emitir juicios en contra del Libertador, Caballero escribió textualmente: “No voy a caer en la trampa en que han caído mis dos amigos, poniendo por delante altisonantes protestas de mi admiración por Bolívar. Yo admiro a quien me da la real gana de admirar, y detesto a quien me sale de los “cojones del alma” detestar. Admiro a quien me da la gana de admirar, y entre esos seres que admiro no está Simón Bolívar. No está ese Simón Bolívar que la boba religión patriótica ha convertido en un ser detestable para mi, desde mi adolescencia, absolutamente detestado”.

Relativamente amigos, a mi este tipo de enemigos ideológicos que solo resaltan la pretensión de un dogma abstracto encajonado dentro de lo absurdo, los veo en la cima de la ignorancia histórica, pues solo buscan ponerles trabas al poder discrecional del hombre, del político, del revolucionario, mas grande de Latinoamérica y del Caribe, el Libertador Simón Bolívar. No se trata de una exacerbada “santurronería bolivariana”, como lo pinta este viejo libador de alcohol, el cual siempre ha vivido atraído o cegado por las teorías coloniales muy bien escondidas dentro de su inconciente intelectual y político, pues concientemente siempre se ha vendido como un individuo enteramente democrático, ha vivido de Venezuela y de los venezolanos lectores de sus obras. Este vividor que ahora reniega de ser venezolano, es también miembro de la Academia, pero con las bolas untadas de traición, con el uniforme de la real escuela de los Ranger Americanos y con la xenofobia hacia Venezuela y su pueblo.

No nos explicamos como un sujeto de esta clase, con todas esas expresiones de odio, de racismo xenofóbico y digo esto porque para él nosotros somos extranjeros, se atreva a vivir en este país, comer y trabajar en él y despotricar tan descaradamente como lo hace.

No se que dirá el sillón del ilustre venezolano, hombre Bolivariano, don José Luís Salcedo Bastardo, cuando siente el culo de este culto escritor de “comiquitas” porque sus obras hechas en Venezuela han resultado una imaginación raquítica de disfraces sociales.

Que se vengan todos contra Bolívar, que inventen sus canalladas. Aquí habrá todo un pueblo para enfrentarlos con dignidad y honor. Esos envenenados que se desbordan en sofismas y en utopías, no son más que la incompetencia de nuestro amado proceso independentista, por eso siempre estará condenada por la historia y la ciencia social los calificará como seres perniciosos para la sociedad latinoamericana y caribeña, pues con sus palabras inflamadas solo llaman a una atmósfera de sugestiones y de impulsos criminales.

Gracias al camarada que me envió toda esta información.

vrodriguez297@hotmail.com





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Víctor J. Rodríguez Calderón


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