Los obispos de la Conferencia Episcopal Venezolana, en su mayoría, si bien parecen avalar los discursos frecuentes de tres o cuatro de ellos, por lo general mantienen una actitud discreta. Y uno cree que los avalan porque, en gran medida, las decisiones del organismo, comúnmente recogen opiniones que con anticipación se han expresado a través de los medios.
Uno no sabe si esa “discreción”, es producto de un acto disciplinario que sólo admite algunos portavoces, es temor al rechazo del grupo mayoritario o de algo más inteligente, la admisión que la iglesia católica es “el pueblo de Dios en que conviven, en una misma fe, creyentes que poseen diversas posturas y opiniones políticas”, como dijese Monseñor Mario Moronta, en Carta Pastoral de febrero del 2007. Esto explicaría el silencio de obispos y sacerdotes, a quienes les parece razonable y justo no invadir el campo de la política y eximirse de tomar posiciones individuales a favor o en contra, por respeto a la feligresía, que está distribuida entre quienes respaldan al gobierno nacional, le rechazan o mantienen una posición de neutralidad.
De lo que no cabe la menor duda es que el proyecto de cambio que lidera Hugo Chávez tiene respaldo mayoritario del pueblo católico, pero aparentemente entre la mayoría de obispos, una férrea oposición. Y no porque la acción y el discurso gubernamental, interfieran y choquen con los principios de la iglesia, sino porque el debate se ha llevado al terreno de la política. La feligresía que es la mayoría de los venezolanos, ha sabido deslindar lo político de lo religioso. Por lo que no concibe valedera la posición “oficial” de los obispos y respalda con calor al presidente.
Recordemos que un prelado muy influyente entre el círculo de obispos, el sacerdote Luis Ugalde, Director sempiterno, vitalicio y eterno de la Universidad Católica Andrés Bello, en los dìas del golpe de Abril del 2002, cuando se creía a Chávez caído, en los pasillos de Miraflores, se ufanaba y decía “soy adeco y qué”.
No obstante, la procesión anda por dentro. Hay en el cuerpo de obispos posiciones como la de Mario Moronta, Obispo de San Cristóbal, para quien “la iglesia no es ni quiere ser un agente político, tampoco compite por el ejercicio del poder”. Salvo que este sacerdote, es de aquellos que eluden el debate público y frecuente, quizás por respeto a aquellos de sus feligreses que, en un momento dado, puedan discrepar de sus opiniones.
Pero el sacerdote Nelson Torrealba, Consejero eclesiástico de Venezuela en la Santa Sede, es de otra opinión. Por eso, pide a la Conferencia Episcopal, que en sus sesiones no “escuche sólo a golpistas”, para el momento de fijar su posición frente a la propuesta de reforma constitucional. Y señala que “sería bueno que la directiva de CEV, demuestre una actitud plural, invitando a gente que apoya a Chávez, a opinar en las sesiones del organismo para el mes de octubre”. Y esta posición sacerdotal no es una isla. No es una sola voz clamando en el desierto; es público y notorio que miles de sacerdotes católicos en Venezuela, respaldan con entusiasmo las políticas gubernamentales y se solidarizan con Nelson Torrealba.
Monseñor Luckert, vicepresidente de la CEV, pese a que será en octubre cuando este organismo fije posición sobre la propuesta de reforma, ya como político se adelantó y expresó que ésta es “un traje hecho a la medida para imponer un militarismo mal llamado democrático”. Pero tratando de edulcorar sus opiniones evidentemente agresivas y políticas, agregó que “No somos constitucionalistas sino pastores y por eso tenemos que buscar a los conocedores de la materia para que nos ayuden a descifrar los alcances de esta reforma.”
Como bien se sabe que a “los conocedores de la materia”, la cúpula del CEV, les buscará entre los abiertamente opuestos a Chávez, el cura Nelson Torrealba propuso la incorporación de constitucionalistas o “conocedores de la materia”, que respaldan al gobierno, a las deliberaciones del cuerpo colegiado católico. En este caso, se busca que los obispos puedan, como dice el lenguaje coloquial, escuchar las dos campanas.
Y esta proposición toma mayor importancia por las posiciones anunciadas de Luckert y las más recientes de Baltasar Porras. Este conocido opositor al gobierno de Chávez, declaró unos dìas atrás que “la iglesia (es decir, los obispos, anota uno), presentará en octubre un juicio general sobre la propuesta presidencial, aunque ya ha expresado su rechazo en análisis previos por considerarlo un proyecto marxista-leninista”.
Es asombra la disposición de este sacerdote a manipular, a favor de sus opiniones y posiciones políticas, hechos y circunstancias donde está envuelto el prestigio de los obispos todos, frente al pueblo católico. El CLE, no pudo haber opinado, calificando de marxista-leninista, a un proyecto que todavía no se había presentado. Las opiniones del alto cuerpo católico, fueron emitidas ante unas informaciones presentadas a ellos por “conocedores de la materia”, según las cuales el PSUV, partido de gobierno, y el Estado, èste en el proyecto de reforma, se definirían como tales.
No hubo tal definición y no se requiere ser un “conocedor de la materia” o un intelectual de alto brillo, para percatarse que el contenido de lo propuesto por el presidente, no está en la línea del marxismo-leninismo. Sólo quien actúe de mala fe e irrespetuosamente frente a la gente, puede tratar de manipularle con afirmaciones irresponsables de la naturaleza de lo expuesto por Porras y Luckert.
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