¡CÍNICO! ¿Con cuál moral este guisote anda pregonando libertad, si abusó contra ella?…Un mini hombre que vio todo el mundo y parte de la vía láctea firmando contra aquella violada. Ultrajada, sadiqueada DEMOCRACIA aquel infausto 11 de abril de 2002, hoy desde la gobernación DEL BILLETE, se alza como un perro salvaje emitiendo malformaciones verbales, buscando cautivar a un pueblo que no olvida su vileza y su comportamiento de ADECO CHORO. Como diría el senil y añejado glaucopureto periodista de gozadera Universal, ¡se cansa uno!
Quienes escribimos en defensa del actual proceso revolucionario, no es que sintamos rabia por nadie, eso creo yo, por supuesto. Empero, a medida que los meses, los días, las horas, los minutos y los segundos, nos hacen analizar con profundidad los entuertos de la democracia venezolana, llega uno a una conclusión: ¡estos bichos como Manuel Forbes Rosales, dan asco! Dan asco porque carecen de talento político y a la vez sufren de rapiña al cuadrado. Veamos: Manuel Forbes Rosales era un pobre ADECO, hasta que de la mano del colombo-venezolano, Carlos Andrés Pérez, fue llevado a la ALCALDÍA DE MARACAIBO.
Una pregunta a mis respetados y apreciados amigos del Zulia que no indagan sobre esta materia: ¿De dónde sacó MANUEL FORBES ROSALES, tanto dinero para ahora llevar el nombre de la revista el “Forbes encima”? ¿Cómo puede avanzar una nación cuándo por fanatismo somos capaces de seguir a quienes han sido inmorales contra los bienes que son de todos? ¿Percibió usted, amigo mío, tal prueba de ofensa al soberano con aquel mamotreto llamado tarjeta mi negra? ¡Coño! Llamó parásito al pueblo…
Otra más: tengan cuidado, amigos del Zulia. Por acá por los lados de Petare vivía un sujeto que es un honor al fracaso llamado William Ojeda, al que la misma oligarquía a la que se acercó a chuparle las medias, llama “Lavaplatos. Es otro lamepa. Busca por todos los medios de instalarse en los predios de esa clase y para eso, utiliza sus inmensos colmillos de chupasangre. Sabe que a Manuel Forbes Rosales le llega dinero de USA, de Fedecámaras, de Súmate, de las oligarquías latinoamericanas, para que se empecine en su rivalidad contra Chávez y el pueblo. Pues bien, ahora, además de inscribirse en el partido de Forbes Rosales, se la pasa liado a éste, porque ya se imagina con la misma fortuna que ha adquirido Forbes Rosales. Tengan cuidado. Lavaplatos está más pegado que mierda en alpargatas al escroto de este sujeto y no lo hace porque quiera a Venezuela, sino porque le gusta, le gusta Lola, le gusta el rial de minola…
Volviendo a Manuel Forbes Rosales es un sujeto descarado que no tiene empacho en hacer la metamorfosis de GOCHO A MARACUCHO, para llevar a la realidad su miliochesca esperanza de cagarse en ese estado y de seguir mintiendo y mintiendo. Sepan, apreciados amigos del Zulia, que un hombre que miente es un tragapalo. Él firmó contra Venezuela en 2002 y aunque crea que puede engatusar al pueblo, diciendo que…”No es que yo iba pasando y ellos me llamaron”, va a recibir una lección inmensa para que aprenda que UN GOCHO QUE RENIEGUE DE SU TERRUÑO, es una traición a la inteligencia. Manuel Forbes Rosales no es maracucho; no tiene el sentido de humor de los zulianos, no posee la capacidad humanista de los zulianos, no canta ni arroz con coco, no entiende que para ser Presidente por los menos debe leerse a Gallegos, es bruto e iletrado, no está capacitado para GOBERNAR SINO PARA CORRUPTEAR.
Por eso, sólo por eso, quien escribe, quiere dejar claro ante los lectores de Aporrea, que jamás ha sentido menosprecio por nada ni por nadie, que nunca ha percibido complejos de equis índole, que siempre se ha reído de la clase y del sentido del humor de los zulianos y que seguirá con la esperanza de que en honor al pueblo venezolano, a la moral, al humanismo, a la calidad de vida, al sentido de la humildad, a los hombres como Manuel Forbes Rosales se les ponga en el sitio que la inteligencia le tiene reservada a quienes atentan contra ella y contra sus súbditos, que en este caso es el pueblo zuliano y Venezuela en general. Manuel Forbes Rosales, ¡el descaro tiene límites!
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