Para escribir ahora sobre Teodoro Petkoff, uno podría imaginariamente colocar un fondo musical tanguero y entonar a media voz, las letras de “Cuesta Abajo” o “Cambalache”. No obstante, seguro estoy que, pertinente es la del primero; es, en este caso, como más poética o inclusiva, para decirlo con palabra de moda. Porque desde unos cuantos años para acá, el ex unas cuantas cosas, ha rodado en demasía y en picada, tanto que su pensamiento golpeado, choreto está y tan cambiado, que uno no sabe encontrarle el hilo conductor.
Aquí vino, a Puerto La Cruz, y con el primer periodista que se le puso enfrente, comenzó a hablar como si lo que dice fuese un pensamiento sempiterno y creíble. “No estoy dispuesto a calarme esto pasivamente. Todavía hay un margen para patalear”.
Si arrastré por este mundo
la vergüenza de haber sido
y el dolor de ya no ser….
En el lenguaje coloquial, al cual nuestro personaje apela con frecuencia, se aplica la expresión por él usada, cuando uno se está ahogando o agoniza. “Sólo me queda el pataleo o el derecho al pataleo”, o lo que es lo mismo al “llantar” o al quejido. Pero en su hablar de caìda vertical agrega que “el 50% de los venezolanos está en desacuerdo con la reforma.”
¿Cómo puede Teodoro convencer con qué estamos empatados, si antes dijo que sólo tiene margen para el pataleo? ¿No será más bien que pensaba en el 70 % de respaldo con que cuenta el comandante?
Esta última pregunta tiene fundamento. Y es así porque esas caídas verticales a velocidades tan altas generalmente producen, por lo menos, confusión y dislates y Teodoro ya no está tampoco para esa clase de ejercicio. Pero él se empeña y en caìda sigue.
Si crucé por los caminos
como un paria que el destino
se empeñó en deshacer….
Y uno podría hasta creer por lo que ve, escucha y lee, que ya llegó a la pata misma de la cuesta. No sólo por lucirse tan campante como asesor de Rosales, expresión cabal de la derecha criolla. Reaccionario, inculto y ríspero en acumular riquezas. Amén de ser el último vestigio de la dirección adeca; porque los otros, pese a que usted les vea todavía por allí, no son más que fantasmas; jipatos, sin peso ni lugar en el espacio.
Y también por lo que ahora piensa y dice sobre el socialismo, que para él, como dice el tango en la letra de Alfredo Le Pera:
Era para mí la vida entera,
Como un sol de primavera,
Mi esperanza y mi pasión.
Dijo el boburense y exmasista al periodista, sin siquiera arrugar la cara, que su antigua aspiración “ha perdido todo significado real”. Y agregó “Le pasa (al socialismo) lo mismo que a la democracia, cada quien la define a su manera”. En esto es distinto a quien pensó que muerto el socialismo, debía nacer vigoroso el nuevo socialismo. En cambio Teodoro, dice aquello con despecho pues:
Ahora, cuesta abajo en mi rodada,
El tango media razón tiene, Teodoro rueda, sólo que las ilusiones pasadas en verdad las cortó de cuajo, porque obligado está a hacer todo lo que necesario sea para que la derecha le crea; y como teme que eso nunca llegue, con dolor y dramatismo canta:
las ilusiones pasadas
ya no las puedo arrancar
Y además, sin que padezca de alzheimer, habla el lenguaje de la derecha rancia, del socialismo y democracia, “sus ilusiones pasadas”, como valores excluyentes. Dice, en cierto modo, lo mismo que aquella cuando pretende asociar democracia a capitalismo y socialismo a dictadura.
Y en efecto, dice el director de “Tal Cual” que el socialismo de Chávez, le sugiere a Gómez y a Marcos Pérez Jiménez.
Cuando el periodista le interroga acerca del por qué llegó Chávez, Teodoro sin desparpajo alguno, “como un paria y el dolor de ya no ser”, señala que los “conductores de la política” no leyeron “los signos del cielo”. Y habla de “El Caracazo, el golpe de estado del 92 y el triunfo de Caldera”. Por supuesto, no recuerda que formó o forma parte de esos “conductores de la política”, ni tampoco, ni quiere que recordemos, que mucho tuvo que ver con el deslave financiero o bancario, la inflación de tres dígitos y el escamoteo de las prestaciones sociales de los trabajadores; sólo aspira de nosotros que:
Si fui flojo, si fui ciego,
sólo quiero que comprendan
el valor que representa
el coraje de querer
Finalmente, el economista graduado en la UCV, lector de las más modernas teorías de la economía y la política, en su caìda, ya al nivel de Rosales, diagnostica que “la suerte de Chávez es que el barril de petróleo está en 73 dólares”. Este hecho o fenómeno del capitalismo de hoy, es para aquel que fue un irreverente, una cuestión de simple suerte. La caìda fue brutal y arrastró al gobernador del Zulia y ambos fueron a posarse a los pies de Adriana Azzi.
Y por los caminos que transita y la desconfianza que despierta, terminará cantando:
Ahora, triste en la pendiente,
solitario y ya vencido,
yo me quiero confesar…
pacadomas1@cantv.net