La oposición soñó con su "golpe de octubre", un golpe que quiso dar (y quiera dar ahora en noviembre) capado de pueblo y militares.
Algo extraño ¿no? Supone que por salir en forma de grupos que se creen grandes porque sólo porque en el pasado trabajaron arduamente en puestos claves para destruir a Venezuela, caerá el gobierno rendido por la fuerza oprobiosa de su pasado.
Su lema fundamental es el golpismo, es decir, utilizar cualquier circunstancia que se pueda aprovechar para embadurnar las calles de violencia. De otro modo no podría entenderse cómo hoy defienden a morir la reforma de una Constitución que ayer fue combatida a sangre y fuego para que se aprobara. ¿Sospechoso, verdad?
Su plan fue agitar las calles utilizando a los estudiantes de las universidades privadas, con agentes de la Universidad Central de Venezuela prestados a la causa golpista, entre ellos el rector Paris, el grupo facineroso Bandera Roja y unos estudiantes manipulados que, en su locura, se oponen a todo lo que provenga del gobierno, aunque les convenga, como la propuesta que 40 votos de ellos, los estudiantes, dejen de equivaler a uno de un profesor en las elecciones internas de esa casa de estudios.
Agitada las calles con el sangriento zaperoco formado con sus estudiantes, rematarían el gran evento con un paro de transporte, con el propósito de afectar directamente al ciudadano común en su rutina, magnificar después sus efectos a través de los medios de comunicación y, finalmente, contagiarlo con su óptica de que "este país se cae a pedazos". A última hora jugaron una carta que la impericia del Ministerio de Alimentación, INDECU y otros entes les proveyó: el desabastecimiento de algunos conceptos alimentarios como la leche, el azúcar y otros.
Todo les fracasó, y se quedaron como amantes con los crespos hechos, con el orgasmo contenido. Miraban a los lados y no veían ninguna tanqueta o facción militar haciéndoles carantoñas detrás del fusil. Ninguna plaza del país ni del este de Caracas gritaba detrás de un uniforme militar: "Fuera Chávez". El cielo permanecía tranquilo, sin que en sus alturas volara ninguna fuerza aérea procedente de otro país.
Nada. Silencio. Nomás que una sarta de estudiantes entrenados en el delito de quebrantar leyes, airosos porque una vez lograron romper un cerco policial para llegar a un lugar donde no estaba previsto que fueran. Y, por supuesto, el seguro regaño de sus amos, los financistas del norte, quienes, no obstante, seguirían dispuestos a aflojar sus dólares por una causa que, de triunfar, les serviría en bandeja de plata los yacimientos petrolíferos de tan estúpidos burros oposicionistas.
Ya, hacia el final del mes, sin mucho ánimo, dado los resultados del plan, detonaron el cartucho de la iglesia nada más porque estaba programado, y salió un manifiesto firmado por 44 curas que tienen secuestrada la institucionalidad religiosa, chantajeando con excomulgar a cualquier curita que se les enfrente: los curas Baltasar Porras y Roberto Lücker, a quienes, dentro de la institución, sólo hace frente un jesuita llamado Miguel Matos, quien denuncia no sentirse representado en la actitud asumida por la iglesia de adherirse a la causa de los potentados.
Se suponía que para este momento, de gran convulsión en Venezuela, la posición de Iglesia Católica venezolana terminaría desatar a los demonios, generando la ansiada contrarrevolución, en la que participarían hasta los más indecisos, persuadidos por tan prestigiosa institución.
Pero nada.
Entonces se pudieron a pensar en todo lo invertido, en todo el esfuerzo desplegado, sintiendo un deseo vehemente de realizar una asamblea en Globovisión con todos los líderes implicados en la conspiración, a efectos de distribuir mejor la carga del fracaso. El canal golpista se le antojó el mejor sitio, puesto que, como se verá abajo, la mayor parte de los ítems se relacionan con la manipulación de la información. A continuación enumero los tics que sopesaría, tomando mucho en cuenta la opinión del columnista Alcides Castillo ("Disociados y tránsfugas" en Temas Venezuela. - (2.007) oct. 26-nov. 1; p. 10)
fracaso de la marcha de estudiantes fracaso del paro de transporte cuidados de periodistas palangre y publicidad para enmascarar el financiamiento exterior la pregunta ¿por que la Escuela de Comunicación Social de la UCV ni se inmutó para asistir a la marcha estudiantil? la celebración de la ruptura del cerco policial para llegar al parlamento, dándole las gracias a Podemos, partido político recién escindido de la Revolución la escasez de algunos alimentos llevada a desabastecimiento por obra y gracia de los medios de comunicación
¿cómo violar más y sin reprobación el Código de Ética del Periodistas Venezolano?
el encadenamientos televisivo para envenenar al pueblo la queja ante la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), y su pronunciamiento, sin recordar que semejante organización avaló el golpe de Estado de 2.002 y se negó hasta brindar facilidades para salvar la vida del presidente el sueño de que la Organización de Estados Americanos (OEA) condene a Venezuela y le aplique la Carta Democrática .
Luego de repasarlos, buscando fallas y pensando cómo agregar otros, y después de mirarse los rostros entre sí, se abrazarían, finalmente, para darse ánimos, prometiéndose por lo pronto dar una rueda de prensa para comunicarle a la opinión pública que, en remisión a la pruebas, es decir, que no hubo golpe de Estado, quedaba demostrado que ellos no eran golpistas y que, por el contrario, eran constitucionalistas, pidiendo nomás que no se reformen unos aspectos de la Carta Magna (que en asonadas futuras los dejaría a ellos en el más delicioso estado de impunidad, con en abril de 2.002).
A modo de ánimo, palmeándose las espaldas, se dirían: "Tranquilos, ya pasó. Ahora viene noviembre". Y soñando con una patria linda, aprobada por los EEUU, se pondrían a trabajar nuevamente.
La oposición venezolana vive del golpe, medra de él porque en su nombre recibe billetes desde el exterior y se acostumbra, peligrosamente, a internalizar la normalidad de su delito como una forma de vida.
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