No está el Estado dentro de la Iglesia sino la Iglesia dentro del Estado

Ya José Antonio Páez se bañaba en el fango de la oligarquía y mandaba con mano firme pero, cuando el arzobispo de Caracas, Ramón Ignacio Méndez, del que Páez, por cierto, era curruña, trató de imponerle al país la tesis de la superioridad de la iglesia sobre el Estado-era la década de 1830 a 1840-Páez no dudó en sentenciar que: “No está el Estado dentro de la Iglesia sino la Iglesia dentro del Estado”.

De paso, Páez desterró al arzobispo y lo mando al carajo. Lo que Chávez no ha hecho contra Urosa Sabino, quien pretende hacer lo mismo.

Puede convivirse con la Iglesia bajo reglas claras y en las que el Estado Venezolano marque la pauta.

Si la Iglesia Católica sigue tratando de acorralar al Estado, tal como hasta ahora, impunemente, entonces vamos a tener que exigirle al Tribunal Supremo de Justicia que marque jurisprudencia firme al respecto.

Urosa Sabino conspira abiertamente contra el Estado Venezolano y hasta se da el lujo de ofender, públicamente, el gentilicio bolivariano que está expresamente indicado en la Constitución Nacional pero, eso no basta para que tal bandido, sea señalado como enemigo de la patria y eso es muy lamentable.

Venezuela sabe que la Iglesia Vaticana sufre una severa crisis de identidad con respecto al evangelio. Sabe el pueblo que “Dios” no está en las iglesias sino en los barrios más pobres pero, el problema con la iglesia es que se trata de una cuestión cultural, detrás de la cual se esconde una guarida encabezada por Urosa Sinvergüenza Sabino. Un tipo dispuesto a dar el grande y el “contrario”, con tal de tumbar a Chávez, a como de lugar, pero al que le va a salir el tiro por la culata.

La iglesia cruje. Cruje y cruje pero, hay que estremecerla y empujarla hacia una definición que la acerque a la legalidad del Estado.

La iglesia desafía nuestros mandatos constitucionales, que establecen claramente, la libertad de cultos, sin embargo, lo que Urosa propone es el monopolio de culto, tal como ya ellos- la patota de Urosa-habían logrado hacer en la Constitución de 1811 que declaró a la religión católica como la fe del Estado Venezolano, es decir, la única que por ley debía profesarse en nuestro país.

Bolivar, que era un ferviente defensor de la libertad de cultos, se opuso- entonces- a las pretensiones de esa iglesia balurda pero, dadas las circunstancias históricas del momento, tuvo que conciliar, de alguna manera, con esas absurdas pretensiones.

Es por lo que la idea bolivariana les molesta a los curas sinvergüenzas.


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Guillermo Guzman


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