En un ejercicio de repaso histórico en la última década, se presentan hechos inéditos, insólitos y sobre todo confusos. La revolución bolivariana a partir del concepto originario de la quinta república y la génesis ideológica conceptual del árbol de las tres raíces, marca los principios del nuevo modelo político socialista a la venezolana con altas y bajas en un medio camino.
El chavismo sin Chávez, el chavismo “ligth”, la derecha endógena, los contrarrevolucionarios, los disidentes chavistas y la extraña presunción de un Chávez sin chavismo, son expresiones enmarcadas en el proceso de la revolución bolivariana, “so pretexto” para muchos de apartarse y de otros para apartar. Surgen entonces los cuestionados traidores mezclados en la misma lista de infiltrados, soñadores y patriotas que utilizaron el vehículo revolucionario y por cualquier causa desconocida descendieron en alguna parada; unos por vergüenza, otros por sinvergüenzas. Emblemáticos héroes de antes y traidores de ahora o quizás, los traidores de antes y héroes de ahora.
Entre chavismo y aliados (llámese Polo Patriótico o Alianza Patriótica) nace un novedoso “revolucionómetro” capaz de medir y cuestionar los niveles morales y corruptos de quienes se apropian del sueño de una patria nueva. La exclusión política despotrica en segundos lo ganado en décadas, el “revolucionómetro” indica quién es y quién no es revolucionario. El ruido de calle pasa a ser nulo, la evidente ostentación material un espejismo y, los cogollos una camaradería necesaria para la táctica y estrategia política. El que se canse o se asquee de esta situación se convierte en apátrida y revolucionario de pacotilla.
La cuarta república colada en la quinta como carro sincrónico, se apodera del vehículo en marcha para acelerarlo en velocidad y bajarlo en revolución. La nueva oposición política se plantea entre revolucionarios como la nueva especie naciente de “revolución opositora”. El Che siendo funcionario público dijo: -la burocracia es la prueba de fuego de un revolucionario. Quien impulse transformaciones, cambios de raíz, tendrá siempre en contra el empapelamiento de los procedimientos, los vapores somníferos de las oficinas gubernamentales, el almíbar en que flotan estáticas las decisiones inmediatas, los proyectos más urgentes o ambiciosos, los trámites de rutina y las órdenes directas, adquiriendo todo, por igual, el sabor dulzón de la pereza...La pasividad es el comienzo de la derrota-.
Rodilla en tierra un pueblo espera la revolución dentro de la revolución, más que una quimera de reforma gerencial como praxis, acéfala conceptual de ideología. El primer día del 2008, Chávez le preguntó a sus ministros recién nombrados y rotados si estaban ¡happy!...mientras respondían sí, el naciente “revolucionómetro” indicaba el fondo musical de una canción gringa: ¡don’t worry, be happy...don’t worry be happy!
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