La revolución y el movimiento de la oposición en Venezuela

Es muy difícil creer que los grupos oposicionistas del país acepten alguna vez de buena gana la voluntad soberana de nuestro pueblo en mantenerse apoyando los diversos cambios políticos, económicos, sociales y culturales propiciados bajo la gestión del Presidente Chávez y ello por la sencilla razón de que su concepción clasista es, prácticamente, la misma que tenían sus antecesores de la época colonial, los mantuanos, quienes siempre le negaron los derechos fundamentales al pueblo que explotaban. De ahí que no sea casualidad que se manifiesten sin pudor alguno discriminatorios, racistas y carentes de un mínimo de humanidad cristiana, como demostraron suficientemente durante el golpe de Estado del 11 de abril de 2002, lo mismo que cuando protagonizaron el sabotaje económico con el cual quisieron rendir de hambre al pueblo venezolano por su heroica decisión de cambiar los destinos de este país y, por último, con las diversas güarimbas que han fomentado para crear el caos y la violencia con las cuales persiguen desestabilizar al gobierno de Hugo Chávez.

Para la oposición, incluyendo a las individualidades más “democráticas” que pudiera albergar en su seno, no ha llegado aún la hora de ver la realidad venezolana tal como es, a pesar de los cambios evidentes habidos en esta última década de historia republicana. Continúan torpemente viéndola con los ojos del pasado, ya que este momento histórico que vivimos los venezolanos responde a un reclamo colectivo de justicia social postergada y que siempre se ignoró en beneficio de una minoría política y económica que, por largo tiempo, desde 1958, usurpó la voluntad popular, sin tener empacho alguno en violar descarada y reiteradamente los más elementales derechos humanos. Por lo mismo, será harto difícil que la misma llegue a comprender que está en marcha un amplio proyecto de nación soberana, nacionalista y democrática que se ajusta a las aspiraciones socio-económicas de las mayorías populares, teniendo en la democracia participativa y protagónica su más grande conquista y fundamento, sustituyéndose y ampliándose así el concepto secular y ya obsoleto de la democracia representativa.

Entretanto, a los diversos movimientos revolucionarios, tanto políticos como sociales, que aspiran a un cambio estructural definitivo, en especial aquellos dotados de unas herramientas teóricas basadas en el socialismo revolucionario, con una clara diferenciación ideológica de izquierda, les corresponde asumir un papel mucho más activo y decisivo en la promoción de una mayor conciencia revolucionaria y de una mayor organización y movilización popular. Ninguno debe limitarse a lo meramente electoral y esperar a ver qué sucede. Además, deben de ser vigilantes y críticos de la gestión gubernamental actual.

Lo cierto es que el accionar desestabilizador opositor debe prepararnos a todos los revolucionarios para acentuar el avance popular y definir objetivamente el carácter socialista del proceso revolucionario bolivariano, así como la lucha de clases implícita en éste, por lo que será preciso afrontar en lo inmediato las contradicciones existentes, las cuales, por ahora, se mantienen sin manifestarse abiertamente, pero que -tarde o temprano- arroparán a todo el país, buscando resolverlas. Esto no podrá eludirse bajo ningún concepto ni conveniencia, ya que de ello dependerá el perfil, la vitalidad y el dinamismo necesarios para que se consolide y mantenga en el tiempo este proceso revolucionario, haciéndose posible el socialismo en cada rincón de Venezuela.

mandingacaribe@yahoo.es


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Homar Garcés


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