Dentro de nuestra parodia de justicia, se acaba de producir el último sainete, ocurrió lo que estaba anunciado desde el pasado año, cuando reventó la gigantesca olla de podredumbre de uno de los individuos más corruptos, más ladrones y sinvergüenzas de los últimos años en Venezuela. Finalmente Manuel Rosales puso pies en polvorosa, dejó su auto clandestinaje y se fue para el Perú, lo que todo el mundo sabía iba a ocurrir.
Rosales, después de la decisión de la Fiscalía General de la República –que lo imputó sólo por una de las 30 o más acusaciones de corrupción y saqueo de los dineros de la Gobernación del Zulia y de la Alcaldía de Maracaibo que tiene en esa Fiscalía a partir del año 2004– primero se enconchó, se escondió para, desde esa “clandestinidad”, acelerar la transferencia de sus bienes a nombre de sus socios de siempre, vaciar las cuentas bancarias, llevarse de sus haciendas las miles de cabezas de ganado que tenía a otras haciendas manejadas por testaferros suyos. El pillo sabía que la Fiscalía le había dado tiempo, le otorgó una inmerecida concesión al no dictarle orden de detención, ni siquiera le prohibieron salir del país. Nadie vigiló, ni la Fiscalía puso a resguardo las decenas de propiedades del capo zuliano, sino lo dejó hacer; el Ministerio del Interior y Justicia por lo visto tampoco afinó la vigilancia, hizo poco evitar que se fuera del país y el delincuente hizo de las suyas y después huyó, igual que lo hicieron Carmona Estanga, Lapi, Ortega, Fernández, Patricia Poleo y otros más y por eso no hay ni castigados ni sancionados, es la cultura de la complicidad.
EL SHOW DISTRACCIONISTA DE LA CONTRARREVOLUCIÓN PARA GANAR TIEMPO
El partido delincuente, separatista y neofascista de Rosales, UNT, montó otro teatro que cubrió con una capa de chocolate político, montó una tramoya burda, de muy mal gusto, como las que siempre montan, se alió con sus iguales de la oposición contrarrevolucionaria para obtener el apoyo “solidario” para Rosales, intentar mediáticamente eliminar el estigma y la condición de ladrón y delincuente que tiene para decretar que es sólo un perseguido político de Chávez y su réeeeeegimen. Una bazofia de hombre, esperpento humano y traidor consumado, Ismael García, para ganar tiempo y justificar la fuga, inventó un bodrio de una supuesta sentencia secreta que condenaba a Rosales, y con ese pretexto sacarlo del país para un exilio dorado, comprar el asilo en el Perú, y poder disfrutar el dinero mal habido y sacado seguramente al paraíso de los delincuentes, los Estados Unidos y, más concretamente, en Miami, cuna de terroristas, conspiradores y subversivos de toda ralea y en donde el prófugo posee millonarias propiedades y negocios y en donde se encuentra muchos de sus compinches ante la mirada complaciente de las venales autoridades norteamericanas, que investigan a sus inversores cuando les parece sin mirar la procedencia del dinero.
Los que se benefician con la salida de Rosales del juego político, el vampiro Ledezma o Leopoldo López, por ejemplo, ahora se rasgan las vestiduras, ponen el grito en el cielo y, como veteranos corruptos de la Cuarta República, salen a encubrir al delincuente, montan su show mediático por Globoterror y su prensa canalla y miserable, se desgañitan acusando el gobierno de perseguir al pobre querubín de Rosales, pero saben que habrá un contendor menos en la puja presidencial de 2012, de allí sus lágrimas de cocodrilo.
Naturalmente, cuando a Rosales y sus mafias se les caen las maniobras –si así se las puede llamar– de comprar jueces en el Poder Judicial y es descubierto reunido con tres juezas, poniéndose al desnudo otra monstruosa maniobra de corrupción. Cuando los intentos de soliviantar al sufrido pueblo zuliano y llamarlo a una insurrección popular contra el gobierno para apoyar el secesionismo, defender a un delincuente, se quedan en lo virtual y en las ganas pues no cuentan con fuerzas para esa locura, se desploma todo el podrido andamiaje y el miserable aparataje mediático, el mar de millones de bolívares –y dólares– que salen, salen y salen de las arcas de la gobernación y de distintas alcaldías zulianas, de negociados, del narco tráfico, del asilo a capos colombianos en el Zulia, corren a raudales en un desesperado intento por salvar a Rosales.
LA PARODIA DE LA SOLICITUD DE ASILO Y LA COMPLICIDAD DE LA OLIGARQUÍA PERUANA
Así, en una parodia de haber llegado al Perú en fecha reciente, cuando en verdad salió del país el 4 de abril, ese burdo ardid –entrevistado con su compadre, el presidente Alan García, quien le había dado de antemano el visto bueno de viajar a Perú– le dio tiempo para preparar una estrategia que, en su pequeño cerebro, consideró brillante, hacer un brutal ataque televisado contra Chávez y su gobierno revolucionario. Sus amigotes de la oligarquía mediática peruana gustosos le vendieron los espacios para esa torpe cruzada anti venezolana, hecho estúpido que obligó al propio gobierno peruano de su compadre Alan García a aparentar que le ponían una cuarentena al aspirante a exiliado porque con su imbatible torpeza puso en grave riesgo las relaciones diplomáticas entre Venezuela y Perú, como en efecto ha ocurrido cuando insólitamente el gobierno peruano le concede asilo político a un delincuente como Rosales, según lo expresó públicamente el canciller de Perú, José Antonio García Belaunde.
¿No sabía el gobierno peruano que Rosales iba a dar unas declaraciones del tenor de las que dio? Obviamente que si, máxime si tiene más de 15 días que llegó a Lima. Lo cierto es que el prófugo violentó la ley peruana de derecho de asilo, y si hubo alguien del gobierno en el país hermano que creyera la mentira de que Rosales es un perseguido político, eso se tapaba con la cortina de humo del canciller peruano advirtiéndole a Rosales que debía acatar lo que pauta el derecho de asilo. Otro sainete más del oligarca presidente García para ganar tiempo. Hasta el momento de las declaraciones de Rosales el presidente aparentó tener una papa caliente en sus manos, que meditaba concienzudamente la decisión a tomar, cuando ya ésta estaba tomada.
Obviamente que el gobierno peruano soslayó la conducta seria y responsable del gobierno venezolano, cuando el caso de Montesinos, escondido y clandestino en el país –con el conocimiento del ministro del interior de entonces, el traidor Miquilena–, al detectar la policía su presencia, no pasaron ni 24 horas cuando fue extraditado a Perú. Memorable para la infamia fue la conducta de la prensa peruana, que no hubo ataque que no hicieran contra el presidente Chávez, incluso el ministro del interior de ese país tuvo el tupé de venir a buscar en persona a Montesinos cuando todavía no se sabía su paradero y lo apoyó el gobernador de Carabobo, Salas Feo, quien le prestó apoyo logístico.
Por supuesto toda esa tramoya urdida por delincuentes de cuello blanco venezolanos, abogados y policías mafiosos, que vieron la posibilidad de sacarle a Montesinos millones de dólares que traía consigo; prestigiosos médicos de reputadas clínicas caraqueñas, incluidos, quienes le hicieron al prófugo una cirugía plástica con la que buscaban cambiarle el rostro. Una vez que el presidente Chávez tuvo la certeza del paradero del criminal peruano, ordenó su extradición inmediata. Ése es un espejo en el que debió mirarse el presidente García; jugarse la carta de asilar un pillo de siete suelas y uña en el rabo como Rosales, que de perseguido político no tiene nada, sin dudas se va a constituir en un baldón para ese gobierno y va a generar impredecibles consecuencias políticas entre las dos naciones. Bastantes problemas internos ya tiene el gobierno peruano gracias a su desacertado e impopular gobierno, a las políticas neoliberales y pro imperialistas implementadas por el gobierno aprista (adeco), que ha agudizado las grandes contradicciones de clases en el seno de la sociedad peruana, donde rebrotó el movimiento insurgente armado de Sendero Luminoso y las masas campesinas y obreras se alzan contra las arbitrariedades de las transnacionales que pretenden privatizar el agua y otras riquezas peruanas e intensifican la explotación de los trabajadores. Lo menos que pudo hacer García era devolver esposado a Roslaes que lo busca INTERPOL.
Antes los personajes como Rosales contaban con el apoyo solidario del gobierno criminal de Bush; el presidente Obama, por ahora, cambia el estilo y no parece, después de los grandes cambios que vienen aconteciendo en América Latina y el Caribe, darle cabida a corruptos como el separatista marabino.
Evidentemente que la decisión del gobierno peruano de concederle asilo político a un prófugo de la justicia venezolano, esa solidaridad automática demostrada por las autoridades gubernamentales peruanas, constituye un grave error político, sobre todo del presidente Alan García, que no supo evaluar la importancia de las relaciones de los dos países, para amarrarse a la horca caudina que constituye un delincuente, conspirador, golpista, terrorista, secesionista como Manuel Rosales.
¡HAY QUE PRESIONAR A UN ESTADO QUE SE MUESTRA DÉBIL EN EL
CUMPLIMIENTO DE SUS RESPONSABILIDADES DE APLICAR JUSTICIA!
El pueblo venezolano no puede bajar la guardia en el caso Rosales, hay que presionar, exigir de nuestro gobierno una exhaustiva investigación por la lenidad con que actuaron las autoridades del ministerio del Interior y Justicia en cuanto a la vigilancia que ha debido haber con relación al delincuente, a quien le dieron todas las libertades que quiso. Igualmente exigir a la Fiscal General de la República que investigue ¿por qué no se actuó a tiempo, no se le dictó auto de detención a Rosales cuando era más que evidente que se iba a fugar. ¿Qué clase de Estado es éste, débil, timorato, negligente, que en sus propias narices se les fugan conspiradores y ladrones de manera recurrente? ¿Sirve de algo la Fiscalía que no garantiza la justicia y los fiscales se burlan del pueblo venezolano como acaba de ocurrir? ¿Se plantea o no una revisión a fondo de esa institución tan complaciente con la impunidad? ¿Qué dicen los honorables diputados de cuanto está ocurriendo, no piensan actuar a fondo y tratar de corregir tantos errores y exabruptos en los órganos de justicia?
Indudablemente, en el plano político, la salida de Rosales del juego –quizás para el resto de su vida– debilita las fuerzas de la derecha en su conjunto y en particular en el estado Zulia. Fuera el jefe y seguramente buscados su cómplices testaferros, el partido UNT se resquebraja, con él toda la estrategia separatista se debilita. Por otra parte, están enfrentados de manera mortal, antagónica con los arribistas y fascistas de Primero Justicia, quien ve llegado el momento de ocupar un espacio decisivo en el Zulia.
Es el momento de que las fuerzas de la revolución avancen en todos los frentes en el Zulia. Que la elección del candidato a la Alcaldía de Maracaibo no se torne una guerra fratricida, de grupos, sino que se evalúe la importancia estratégica de ganar y llegue allí un líder que garantice el desarrollo de la revolución. ¡Es el momento!
(humbertocaracola@gmail.com)