El 1º de mayo de 2009 fue un día de contrastes; mientras por un lado cientos de miles de trabajadores convergían desde tres puntos equidistantes de la ciudad capital, hasta la esquina de Santa Capilla, en la popular avenida Urdaneta celebrar los logros y victorias de la revolución, en un punto cercano una minúscula marcha del oposicionismo para supuestamente celebrar el día del trabajador, destrozaba un mercado popular, rompía un cerco policial protector y arremetían contra la policía hiriendo a dos gendarmes.
De ríos humanos se puede metaforizar aquellas combativas marchas que salieron desde la Avenida Los Ilustres, PDVSA La Campiña y la plaza Sucre, en Catia con una enorme disposición de lucha, con pancartas llenas de consignas donde plasmaron sus reivindicaciones, aspiraciones y apoyo al proceso de cambios revolucionarios y socialista que vive el país, exigiendo a la dirigencia obrera la unidad de las centrales revolucionarias en una sola y llamando a la eliminación y destrucción del capitalismo, el cese de la explotación y el fin del hombre mercancía. No tiene razón Marciano cuando dice que fue una marcha de menor asistencia que antes, debe ser o que no asistió o que no vio VTVe o VIVE. Ciertamente, hace falta una sólida dirección sindical pero, como siempre, si no recordemos el 13 de abril de 2002, la masa trabajadora superó con creces a una dirigencia miope, torpe y sectaria y eso es un aviso.
La alegría caracterizó a los marchistas; canciones revolucionarias salían de los altavoces que iban montados en camiones; de las miles de gargantas salían combativas consignas que coreaban al unísono voces resueltas y decididas, consignas de apoyo al comandante Chávez, a la revolución, contra el oposicionismo golpista, contra el imperialismo; mientras, la enorme masa humana se extendía de punta a punta de la avenida Sucre, en Catia; de punta a punta de la avenida Victoria; por cuadras y cuadras de la avenida Libertador. La avenida Urdaneta estaba, igualmente, abarrotada de trabajadores, hombres y mujeres sudorosos pero satisfechos, todos, impulsados por una poderosa fuerza interior, marchaban hacia Carmelitas donde estaba la tarima desde la cual hablaría el líder y conductor de la revolución, el presidente Chávez y la esperanza de construcción de un mundo mejor. Chávez tenía varios años que no hablaba un 1º de Mayo al final de la marcha.
Aquella enorme multitud Marchó movida no sólo para continuar la tradición de celebrar el día de trabajador nacida en las calles de la ciudad norteamericana de Chicago allá en 1886, es decir, 123 años atrás, donde una combativa masa de trabajadores norteamericanos luchó por alcanzar la jornada de 8 horas de trabajo diario y no de 16 horas. Marchó con una conciencia nueva, una conciencia política, una convicción de que es necesario ir, dentro del desarrollo de un proceso revolucionario, a la lucha no sólo por las reivindicaciones que terminan siendo asumidas por el programa revolucionario, las grandes líneas de justicia social que alcanzan a toda la población, sino por el objetivo y el fin histórico de la clase trabajadora de ponerse a la vanguardia de todas las demás clases sociales, liderizar las luchas políticas y comenzar a asumir, como clase social, el poder político, direccionar el rumbo de la revolución social hacia metas que permitan, en el mediano plano, eliminar el capitalismo como modelo social decadente y explotador, como sistema de producción que genera enormes desigualdades e injusticias, y socializar los medios e instrumentos de producción. En ese sentido se pudo percibir el apoyo de los marchistas a las medidas impulsadas por el gobierno de construir empresas de producción socialistas y la toma de empresas abandonadas por sus propietarios y entregadas a los trabajadores para su administración y conducción colectiva y socialista.
Importante fue la presencia en la marcha de organizaciones sociales y de masas, coordinadoras, grupos juveniles, grupos de prensa alternativa como el MoMAC, y periódicos de corrientes socialistas y marxistas; partidos revolucionarios entre los que destacaron el PSUV, el PRT, el PCV, el Topo Obrero.
LA MINI MARCHA DE LA DERECHA FASCISTA Y SU VIOLENCIA IRRACIONAL
En otro escenario, en la plaza Venezuela, se concentraron escuálidas fuerzas del oposicionismo, cerca de dos mil o dos mil quinientos asistentes, pretendiendo, por un lado, apoderarse de la fecha, por el otro los líderes encubrieron sus intenciones subversivas y de generar pánico y terror, con el manto de desfilar para la celebración del día del trabajador, para ello utilizaron de mascarón de proa a lo que quedó de una poderosa organización obrera, la CTV, hoy cascarón vacío, de una minúscula, decadente dirigencia subversiva y golpista, “dirigencia” que vive gracias a los miles de dólares que le llegan del exterior.
La bandera fundamental que levantó el oposicionismo en la marcha fue… la defensa del “perseguido” Rosales. Retratos del prófugo y ladrón llenaban la pequeña marcha y los agitadores se desgañitaban defendiendo a Rosales y justificaban su conducta hamponil. El resto de las consignas giraba en los lugares comunes del aumento salarial de los trabajadores, la discusión de los contratos colectivos, etc.
Una vez más, al igual que el 11 de abril de 2001, los dirigentes engañaron a los marchistas convocados, a los pocos ingenuos que creyeron en las consignas reivindicativas y de marcha pacífica que expresaron los demagogos líderes convocantes. Desde días antes, durante la planificación de la marcha, existió un plan secreto, ajustado a lo pautado en el llamado Plan Jaque Mate al Rey que impulsa y planifica el gobierno norteamericano del presidente Obama e implementan la CIA y otros organismos de inteligencia norteamericanos, el Comando Sur de la Marina Norteamericana en Colombia, la Embajada norteamericana en Venezuela, de generar, en los meses de mayo y junio, una situación de caos, desorden público, agitación y terror callejero.
Ya desde antes del 1º de mayo se había detectado que dentro de los siniestros planes secretos del oposicionismo subversivo estaba la búsqueda de que se produjera un muerto, un enfrentamiento entre alguna de las tres marchas bolivarianas y los grupos de choque que actuarían dentro de la marcha de los sectores contrarrevolucionarios. Esa circunstancia obligó a la dirigencia revolucionaria a cambiar varias veces la ruta de las tres marchas para, precisamente evitar un encuentro, que por el lado revolucionario no planteó nunca el choque violento, no así los subversivos que buscaban afanosamente una confrontación para que se produjeran víctimas fatales, no importa de qué lado, como el 11 de abril de 2002, esa era una de sus metas para el paso siguiente en el siniestro plan.
Así pudimos ver a una boba siniestra, María Corina Machado, falsa entre las falsas, hipócrita, malinche mercenaria hablando en tv de ir a celebrar el día del trabajador… en las playas de Aruba adonde se fue durante el puente del fin de semana. Igual, el podrido Radonski, tarareando bajito la Internacional, cantada por dos o tres especimenes de Bandera Rosa que estaban a su lado. Más allá iban algunos viejos cabilleros adecos al lado de unas cacatúas de esas que delataron a los revolucionarios durante los gobiernos de AD. Había más gente del Este, del Country Club para allá que trabajadores de Petare o Catia.
Reconociendo el derecho ciudadano a la libre manifestación, la Alcaldía de Caracas otorgó el permiso a la marcha oposicionista, de un marcado sesgo político subversivo, la marcha, de por sí escuálida en cuanto al número de participantes, contó con un escasísimo número de trabajadores como tales, la presencia mayoritaria de la llamada “sociedad civil”, sectores estudiantiles de universidades privadas, dirigentes políticos de la variada fauna político partidista derechista de AD, COPEI, Primero Justicia, ABP, BR y otros grupúsculos.
Teniendo la Plaza Venezuela como punto de concentración, la meta legal de llegada, asignada por la Alcaldía de Libertador, era el Parque Carabobo en la Avenida México, allí el gobierno puso como precaución una barrera metálica y, más atrás, estaban la policía, la GNB e implementos anti motines.
Ante eso, voces como Cabeza e’ Motor, Ramos Allup, Pablo Medina, el vámpiro Ledezma, Jon Goicochea, Froilán Noriega, Ismael García y otros líderes de la subversión decidieron “marchar hasta la Asamblea Nacional para consignar un documento de protesta”; ello planteaba romper la barrera policial a como diera lugar, de allí podía salir el muerto que estaban buscando para radicalizar las protestas, generar el caos y demostrar “la ingobernabilidad del país” buscando una intervención externa. ¿Pero un muerto de quién? Evidentemente de ellos mismos, una persona agredida por la policía, un mártir de la resistencia al réeeegimen, una bandera que esgrimir en la nueva fase de su Plan Jaque Mate al Rey. La orden de derribar la barrera la dio directamente el propio Ledezma.
Entran en acción las bandas paramilitares integradas por jovenzuelos estudiantes de las universidades privadas –UCAB, Metropolitana– y semi privadas como la UCV, también brigadas paramilitares de grupos políticos de extrema derecha y/o paramilitares colombianos. En acción combinada, iniciada por una joven rubia, comienza la arremetida contra la policía, la destrucción de las barreras metálicas, una lluvia de piedra y objetos contundentes cae sobre los agentes quienes repelen la agresión con gases lacrimógenos. La violencia de las bandas fascistas es inusitada, como se puede apreciar en los videos y fotografías de prensa, tanta es la agresividad y la violencia de aquellos grupos que por momentos la policía retrocede, pero de inmediato reacciona y dispersan a las bandas.
Retroceden los marchistas ante la contraofensiva del gobierno a la altura de la Estación Bellas Artes; con la piedra afuera por su fracaso de “incendiar el centro de Caracas”, quisieron tomar venanza del PDVAL-lacteo. A merced de los marchistas de la derecha, sin ningún resguardo de seguridad policial inicial, quedó, en la boca sur de la estación del Metro de Bellas Artes, el mercadito, –construido allí para beneficio de los sectores populares y medios de esa zona de Caracas– que, en acción terrorista, absolutamente bárbara e injustificada, fue destruido por las brigadas de choque fascistas. El carácter premeditado de esa brutal destrucción se puede percibir por el hecho que esa salida del Metro de Bellas Artes donde estaba el local de PDVAL está bastante distante de la Plaza Carabobo. Cuando la policía llegó al lugar del acto destructivo del local de venta de lácteos, sólo pudo evitar el saqueo, también planificado por los oposicionistas, de los productos que estaban guardados en neveras y anaqueles, pero la estructura externa quedó reducida a nada.
Ya ese hecho muestra las intenciones de los organizadores de la marcha, indignados porque no pudieron lograr un choque entre las fuerzas obreras y revolucionarias y las brigadas paramilitares de la contrarrevolución encubiertas en el ropaje de pacíficos marchistas.
Evidentemente que toda aquella tramoya urdida por el fascismo criollo, con la activísima participación del poder mediático –Globoterror, El Nazional, El Universal– quienes durante casi 10 días hicieron una intensa campaña de particular sentido conspirativo y provocador, llamando a la marcha oposicionista del 1º de Mayo, trataba de capitalizar conflictos obreros como las discusiones de contratos colectivos pendientes o en desarrollo. De manera inesperada la oligarquía le da un giro a su estrategia de tratar de obtener apoyos en el movimiento obrero, ganarse sectores vacilantes, conciliadores, traidores para tratar de enfrentarlo al gobierno revolucionario. Tratan de revivir al muerto de la CTV y su cementerio de sindicaleros insepultos, pero sólo logran movilizar cuatro gatos con los tristes y pobres resultados ya conocidos. Agitaron en SIDOR, en Alcasa, en los campos petroleros. Vienen del estruendoso fracaso de la huelga de educadores, como han tenido otros fracasos y derrotas por parte del pueblo, de Chávez y de la revolución bolivariana y socialista. Inclusos los torpes intentos de atraerse a sectores laborales chavistas.
Ya el volumen, la combatividad y la conciencia de la multitudinaria marcha de los trabajadores bolivarianos y socialistas, muestra indiscutiblemente contundente de poder y fuerza política, significan una estruendosa derrota para la derecha fascista, para la reacción, la oligarquía y sus amos imperialistas norteamericanos. Pero el fracaso en la convocatoria a la marcha, el fracaso de los planes subversivos, más allá de escaramuzas insignificantes, guarimbas, el acto terrorista de destruir un mercado popular, el sensacionalismo mediático, el amarillismo, las mentiras y las muchas estupideces, le terminan de quitar el poco punch que le quedaba al oposicionismo, no ya de capa caída, virtualmente en el esterero, desmoralizado, dividido, clandestinos como González González o en fuga como Rosales, Ortega y decenas de cobardes líderes más, exiliados o auto exiliados viviendo plácidamente muchos de ellos del dinero robado en Venezuela.
Pero la destrucción del mercado de Pdval en la Avenida México no puede quedarse así, la Fiscalía General de la República debe actuar de manera diligente y rápida, el CICPC debe investigar a los autores de esa brutal destrucción y encarcelarlos por destruir bienes del pueblo. Ya basta de tanta tolerancia; igual ocurre con los que agredieron e hirieron a los dos policías, deben ser juzgados y enjuiciados, lo mismo con los que incendiaron el cerro Guaraira Repano (antes, Ávila) o sus instigadores, personajillos de todos conocidos.
humbertocaracola@gmail.com