Porque tu “lucha” no es política; es odio. No te importan los problemas de la patria venezolana, lo tuyo es que no soportas a Chávez. Te envenenaron la mente, te la llenaron de materias fecales, te envenenaron el alma y el oxígeno que sale por tus fosas nasales es odio, odio, odio. Mientras siga así, desaparecerás como una botella sobre el mar, dando tumbos sin orientación ni destino
Ahora, actualmente tu odio ha crecido como un tsunami. Sientes que te relincha el pecho, encabritado de ira, tus ojos son dos teas quemando tu propia conciencia, no soportas que el HUMANISTA, vaya adosándose victorias tras victorias. Pero estas victorias no son porque él sea un mago, un prestidigitador. Son porque LUCHA, TRABAJA, AMA, DA AMOR, no es egoísta, no desea la muerte de alguien, no pierde el tiempo que tú pierdes deseando que todo salga mal, demostrando que el pueblo tiene razón cuando no te acompaña en tus ambiciones.
GIME, ECUÁLIDO, GIME, no te queda más recurso hasta que entiendas que la patria por la cual lucha Chávez es la tuya también, porque puedes ir a todos los sitios, aprovechar todas las cosas, pertenecer a todos los núcleos creados para el pueblo por la revolución y nadie te dirá nada. Los pobres que siguen a Chávez no cacerolean, no mientan madre, no ofenden por la radio, la televisión y la prensa escrita; sólo se defienden. Nunca inician peleas, pero son valientes, tienen el instinto de la supervivencia a flor de piel, por eso es que tú, escuálido crees que el pueblo al cual tu también perteneces, es malo contigo. Mírate al espejo y gime, gime, porque te niegas a aceptar que naciste en una geografía llamada Venezuela y no tienes derecho de entregarla al IMPERIO GRINGO, de odiar a los que no tienen dinero, de querer esclavizar eternamente, de cambiarle su forma y vida a los que no ven en las riquezas, en el lujo, en la fantasía, la meca buscada con ansiedad. Ellos son millonarios, porque perciben la vida con sus trabas y sus aciertos; la vida, escuálido, es una dicotomía..
Gime, escuálido, gime, deja que la rabia se escape de tu piel acostumbrada a sentir la tibieza, la calidez de una quinta, de una mansión, de un pent house y piensa, escuálido que esa gente que tu odias, porque ama a Chávez es capaz de reír, de ser feliz, de cantar y orar aun soñando en la intemperie, aun sintiendo sólo la cobija del espacio, del viento, del frío, que orada inclemente porque cuando se nace humano, escuálido, hay que vivir con todos estos elementos y enfrentarlos con dignidad.
Gime escuálido, balbucea incongruencias, claudica ante la batalla que mantienes contra la razón, porque nunca lograrás revertir esa lucha, escuálido, porque quien odia termina aislado, segregado, enviado al ostracismo, porque ese Dios en el cual te escudas para que un cura se sienta prepotente, según dijo, “Amaos los unos a los otros” y sin en verdad crees en él como el padre de esta maravilla llamado mundo, entonces escuálido, sigue su palabra.
Gime escuálido, gime, porque la historia no la cambia el cobarde, el prejuicioso, el egoísta, el hipócrita. La historia la escribe el amor, la bondad, no viéndole taras, malos olores, inaguantables icores y sarnas a sus congéneres. Gime escuálido, porque la victoria la consigue siempre el que lucha, el que comparte, el que entiende a las masas populares y que no siente asco de dar su mano al que no siendo favorecido por la fortuna de la simétrica razón, anda por ahí confundido, aislado, dominado por la ignorancia que le produjo aquel que lo obvió por creerlo sin capacidad mental.
Gime escuálido, pero siente alegría y orgullo a la vez por ese hombre del pueblo, salido de la sencillez, oloroso a tierra venezolana al que sin ninguna razón odias porque simplemente ha puesto al servicio de su nación el deseo por la equidad la justicia y la paz, llamado Hugo Chávez Frías nos da prestigio en el mundo, es admirado por todos y odiados por pocos. Gime escuálido, gime, pero ten calma; la película, el documental llegará pronto a las pantallas de los cines venezolanos. Estoy seguro que irás a verlo y sentirás ganas de llorar, al sentir que ese estúpido odio que te invade el alma, no debe seguir atándote a sus designios…lo admirarás, porque lo amas en silencio, e igualmente percibirás que él también te ama.
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