Pacíficos los carajitos nalgas libres. Han sido fotografiados confeccionando bombas molotov, ésta vez sí hirieron con un punzón a un camarada de Ávila TV, sus francotiradores ya llevan dos estudiantes muertos a tiros, efectivos de la Guardia Nacional Bolivariana y de distintas policías abaleados, apedreados y apaleados, en su furia fascista han destrozado infraestructura pública y vehículos, trancan calles, avenidas o autopistas cuando les da la gana, asaltan universidades, trataron de iniciar enfrentamientos en los estadios de beisbol y para completar dicen que ellos no necesitan tramitar permiso alguno para marchar. Luego van y declaran ante los medios golpistas que sus protestas son “estudiantiles y pacíficas”, que el régimen los acoquina, que no se les permite expresarse libremente, cuando hasta el culo han orientado hacia Febo al filo del mediodía. Entonces hay que preguntarse ¿Pero cómo es la vaina?
En los garitos y prostíbulos de los medios de comunicación en este país, Los precursores del odio azuzan el aquelarre opositor, que va desde las lápidas abiertas por donde asoman los despojos de la cuarta república, pasa por los traidores, sigue con la quinta columna, continúa con los reformistas y acaba en la blancura digital de un puñado de carajitos con el alma marchita. Han conminado a la muerte del Líder Comandante, han expresado con ira que la salida es militar, se relamen en sus propias excrecencias con aires de demócratas, se echan cuchillo entre ellos mismos, conspiran a diario para desacreditar los avances revolucionarios, alteran sus contabilidades para tratar de evadir impuestos, se resisten a acatar las leyes, avalan todas las calumnias contrarrevolucionarias allende las fronteras y dirigen la agenda de los partidos políticos opositores. Aunque esto último parece estar cambiando por el pescueceo candidatural, uno se pregunta ¿Qué vaina es esta?
En los partidos políticos donde se arrochela la oposición prospera la unidad, pero no como cohesión, al menos, sobre un proyecto de país sino como punto no negociable ante la mesa de la unidad. “La mejor unión es aquella que es impar y menor de tres” piensa con astucia cada convidado cuya intención es comerse al otro, en un remedo patético de lo que hacen a su vez sus amos comunicacionales. Haber logrado en algunos casos gobernaciones y alcaldías, no sacó a relucir sus trazas democráticas, por el contrario, se les avivó la rabia fascista, arremetieron contra las Misiones, acogieron paramilitares, se entregaron abiertamente a contravenir la voluntad popular y demostraron que la peste adeco copeyana están intacta en sus entrañas. Negociantes de la patria, juran entregarla a imperio yankee como punto culminante de sus carreras políticas y cegados por el odio, se asumen preclaros profetas del caos revolucionario. Confieren a Chávez el poder de controlar fenómenos climáticos y reblandecer cerebros, auspician la tesis de su irracionalidad por contradecir las escrituras neoliberales, desmemoriados tocan fanfarrias ante los aullidos de la CIDH, SIP y celebran la fetidez que lance cualquier personajillo tarifado como refuerzo de sus mentiras. Y de golpe uno se pregunta ¿Bueno, pero cómo es esta vaina?
Los rescoldos sindicaleros de la cuarta república, la crema cloacal de Fedetrácala y otras asociaciones delincuenciales se reúnen en los callejones de la coima y la especulación para aparecer hermanados una vez más en otra trama golpista. Sus directivos acuden sincronizados a las operetas informativas para llamar a salidas militares, huelgas de transporte, amenazar con desabastecimiento, parálisis productiva, hecatombe financiera, inflación y desconocimiento gubernamental sobre materia financiera, económica y social. Tras bastidores arremeten contra dirigentes campesinos, indígenas, sindicalistas honestos, negocian contratos colectivos y horadan los movimientos ideológicos de la base obrera. Cada vez que cae un camarada bajo el fuego del sicariato empresarial, me digo ¿Y hasta cuando es esta vaina?
Todos y cada uno de ellos quieren ser candidatos a la Asamblea Nacional, desde los culi pelaos hasta el anciano de seis dedos, desde el más motolito hasta el más zumbao, desde el más acartonado hasta el más baboso, desde el más gris hasta el más blanco (lo primero espiritual, lo segundo cerebral). Poco pasillo y muchos bailadores. Todos bendecidos por unos bandoleros ensotanados con más pecados que un burdel. Todos drogados por el “smart power” imperial.
En la revolución, conscientes de nuestra capacidad de respuesta si insisten en otra aventura golpista, le decimos a los apátridas: ¿Qué vaina es lo que es?
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