No contenta con acabar con miles de venezolanos la cerveza solo mata gente ha atrapado en su regazo a un débil hombre apellidado Falcón. No contenta con trepar cerros y barrios de Venezuela a enfermar hombres y mujeres, provocar muerte, promiscuidad, abandono y miseria, la cerveza solo mata gente le ha echado sus tentáculos a un pobre hombre de Falcón, perdón de Lara que obnubilado por la fantasía que crea esa solo mate gente, ha decidido echar por la borda una vida política que se le veía regularcita.
No serás más que una brizna de paja volando en el viento. El núcleo que se inventó para los ineficaces pensantes, lo llama. Desde ahí se escuchan las voces de otros que igualmente creyeron que la REVOLUCIÓN ERA UN UTOPÍA. Un de ellas es débil, apagada, triste pero altanera. Es la de Luis Miquilena, un hombre que cambió el amor de un pueblo, por la vil hipocresía de la oligarquía sin alma que pulula desde Chacaito a otros linderos. Sí, la friapolar se ha tragado, a Falcón, entre lúpulo y cebada. Luego lo regurgitó hecho un pelele. Las otras voces ríen alocadamente. La de Ismael García, la de Baduel, la de Carlez, voces de hombres sin principios, sin amor por la patria, ajenos a una idiosincrasia que ha venido sufriendo desde hace casi quinientos años a causa de los hijos de España y de Gran Bretaña.
Henri Falcón se embriagó con la cerveza que enferma al pueblo y hace millonarios a los europeos dueños de tascas, restaurantes, botiquines y casas de cita. Menos mal que lo hizo siendo joven: así el pueblo no va a estar siendo engañado tanto. La cerveza que se dice “ayuda a los niños con su malta” lo envenenó. Una víctima más de esta a veces miserable vida que no le da luz a los ciegos para que vean lo inevitable, la pérdida de valores humanos, la traición a las masas, la burla a quienes le dieron su confianza. Si ese gigante de miles de cabezas llamado pueblo, fue engañado por Henri Falcón , porque creyó en su naturaleza revolucionaria y nunca descubrió su verdadera pasión acomplejada de burguesía estúpida; uno más. Pero el pueblo castiga a los miserables y esta vez no va a ser distinto, porque se juega su dignidad y su ética.
La solo mata gente friapolar le envenenó el cerebro. Lo llevó a su terreno de fantasía, de lujos, de posesiones ¡qué pueblo del carajo! Gritaría el inepto Falcón, al ver el brillo de esas mansiones que le mostró la burguesía sin corazón, de piel de iguana. Desde hace años Falcón se babeaba por ser uno más de esos seres que usan gríngolas para no mirar la otra escenografía de la nación que les dio la vida. Se vio al lado de los Mendoza, los dueños de la cerveza que mata su pueblo, que asesina la economía de los humildes (en cada barrio, al pie del cerro, siempre está una bodeguita a donde llega el obrero después de cobrar a beberse parte de la alimentación de sus hijos y de su compañera) Henri Falcón escuchó que uno de los Mendoza LE CONFIÓ QUE “AL PUEBLO NO SE LE PUEDE QUITAR SU GUSTO” ¡Vaya idiotez mercantilista!
Henri Falcón quiso crear una ciudad rodeada de fantasía, permitía construcciones para engañar a la multitud. Creyó Falcón que “crecer es destapar la caja de lujo” de los centro comerciales a donde sólo van los pobres a mirar las vidrieras y a sufrir por no poder comprar la moda actual, a donde van los jóvenes a ver zapatos de marca, ropa ídem, pero que al no poderlas poseer por falta de dinero, entonces buscan en el delito la compensación a esas frustraciones !por eso el delito, Henri Falcón!
Se dejó atrapar por la friapolar mata gente. Quienes seguían a Henri Falcón les van a demostrar que en política nadie quiere restar sino sumar.
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