La gobernanza asegura la calidad del agua para el consumo humano

En una colina hermosa, producto de la imaginación, donde prevalece el color verde de las hojas de los árboles y para intentar llegar a ella, hay que subir una escalera amplia de concreto, hasta la cima. Con grandes esfuerzos y al final, se siente como un aire caliente que dificulta la respiración; jadeante. Y al pasar las horas sentado en un banco de madera hace que el momento sea placentero, al escuchar los pájaros con diferentes melodías y al estar incómodo, por la dureza del asiento; el movimiento de reacomodo, con alivios temporales. Donde se observa, a lo lejos, una ciudad populosa, pintadas de diferentes colores y estructuras, de diferentes formas y alturas, donde el silencio invita a reflexionar.

En el camino, casi se va la vida, al no estar acostumbrados al hacer esos grandes esfuerzos. Un viento suave, pero cargado de frio, levemente topa en la cara. Obliga a cerrar más aun, la cremallera del abrigo de invierno y con un leve movimiento, se encaja el gorro, para proteger la cabeza. Y, al observar el cielo, el sol, perdiendo la calidez, se va ocultando en el firmamento, dejando atrás, a las nubes como mantos de nieve a punto de caer. Solo en espera al bajar más allá la temperatura de hielo. Y al sentir, como copos de algodones, con gran lentitud, cubre la tierra, como una gran capa, evita que el frio llegue hasta las entrañas y permita la vida.

Un frio acogedor, cuando el sol esta radiante, se siente al comienzo del descenso de la temperatura, que invita a disfrutar, de la misma manera que disfruta unos enamorados y despide, cuando el frio reseca la piel, penetra los huesos y se siente, como si el corazón se desacelera a punto de parar, con el temor de no volver a disfrutar de esos momentos maravillosos. Es el comienzo del invierno, la nieve cae, y poca a poca va mermando la vida de los árboles y los animales se repliegan. En el primer intento amaga, para volver a repetir, hasta dejarlo inerme. Sin embargo, el pino, reta al provocador y a pesar, que con fuerza del viento se cimbra, al final, triunfa. Junto con las casas y edificios como con sombrero blanco y las calles llenas como copos de algodón, que dificulta el paso al transeúnte; resalta el señorío.

A los pocos días, el paisaje empieza a descolorarse y se observa en los alrededores, como palos enterrados y amontonados, como rejas que impide el paso a extraños como para evitar que viole la intimidad como almas en penas. Los animales bajan, en búsqueda de comida en las áreas habitadas; los pájaros en bandadas, surcan los cielos, como si no tuvieran destino y de tanto tratar, como si la naturaleza los orientara a nuevos derroteros. Y los venados, deambulan en manadas, en búsqueda de comida en los pueblos y ciudades, como un resuelve. Es como si la naturaleza le recuerda a los Seres Humanos, la inclemencia del clima. Y recordándole, que, si se les presentan situaciones más catastróficas, es posible que no se tenga a dónde guarecerse.

Más abajo, en el trópico, la policromía y la variedad de animales, marca la diferencia. Es como si se pusieron de acuerdo los Dioses y decidieron, que, en vez de cuatro estaciones, solo dos. Aunque en algunos sitios, quedan vestigios de la primavera y el otoño. El invierno, en vez de nieve es agua, para agua de verdad. Cuyo exceso degrada y obliga a un nuevo ciclo de vida. En ciertos lugares, corren por la superficie y ocupan metros de profundidad, los ríos y lagos, crecen e inundan hasta la saciedad. Y si no está saciada, se espera que, en las próximas lluvias, lograr lo que no se alcanzó con la anterior, como si fuera un mandato que tienen que cumplir, para seguir acompañando la evolución del Universo. Al quedar peces entrampados en pozas y las huella en los árboles, que indica la magnitud del evento natural.

La nieve, las lluvias y más del 80% del cuerpo humano es agua. Dejad que las nieves y las lluvias, cumplan con los ciclos de vida. Pero sí se tiene que cuidar el agua que se consume. Preservar, que se pueda recuperar de las fuentes disponibles. Si las contaminas por exceso, tendrás que desarrollar nuevas tecnologías para recuperarlas eficientemente y sin la seguridad, que puedas. El agua es vida y quienes las comercian, son comerciantes inescrupulosos, que solo piensan en acumular riquezas, sin importarles que, en muchos lugares de la tierra, están escaseando y generando muerte. Y se puede concluir, que solo la gobernanza asegura la calidad en el consumo domésticos.



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Basilio Lezama


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