A propósito de las candidaturas a alcaldes y concejales

¿Políticos profesionales o representantes del pueblo?

La revolución bolivariana ha terminado reproduciendo aspectos centrales de los sistemas políticos liberales que ha impuesto la burguesía occidental en todo el mundo. Nos queremos referir particularmente al tema de los políticos profesionales.

Una diferencia entre la democracia representativa burguesa y la democracia participativa y protagónica que reivindica esta revolución bolivariana, está precisamente en eso de quiénes deben ser los representantes populares en las instituciones públicas. En las democracias burguesas la actividad política, que se supone es un derecho de todos los ciudadanos, es delegada por el pueblo y usurpada por una elite, mediante la acción de los partidos políticos y la especialización de los dirigentes como representantes permanentes de la voluntad popular.

La soberanía popular es delegada en los procesos electorales a favor de los políticos profesionales, que actúan como “representantes populares”, aunque no tengan vínculos reales con los grupos sociales  que dicen representar. Esto ocurre no sólo en los parlamentos, sino que es un fenómeno que se repite en los sindicatos, gremios profesionales, asociaciones de vecinos, juntas de condominio, centros estudiantiles, ligas campesinas, y cualquier otra forma de organización popular de base.

En la realidad, los políticos profesionales terminan representándose a sí mismos o a una pequeña elite de burócratas, que negocian a nombre del pueblo para obtener beneficios personales o grupales. Estos políticos profesionales abandonan totalmente sus profesiones originales (en algunos casos, nunca llegan a ejercer profesiones dentro de la sociedad, porque saltan directamente, por ejemplo, del liderazgo estudiantil universitario a ocupar un puesto en el parlamento o en otra instancia gubernamental), y se dedican de manera exclusiva, durante décadas, al ejercicio de la política como profesión.

Su profesión termina siendo la de representar al pueblo. Para recordar la práctica de la democracia representativa adeco-copeyana, en los parlamentos regionales como la Asamblea Legislativa del Estado Zulia y el Concejo Municipal de Maracaibo se llegaron a otorgar “JUBILACIONES” a diputados y concejales que tuvieran una cantidad determinada de períodos ejerciendo dichos cargos. La democracia de los adecos y copeyanos creó una nueva profesión, la de representar al pueblo, y estableció incluso un régimen de jubilaciones y seguridad social para esos políticos profesionales.

Esta aberración de la democracia representativa se está repitiendo en la pretendida democracia participativa bolivariana. Los que originalmente fungieron como líderes del MBR-200, luego del MVR, y ahora del PSUV, han terminado ocupando multitud de cargos de representación, o cargos en el ejecutivo, o cargos en algun otro poder del estado, enrocándose de uno en otro, a lo largo de estos más de 14 años de revolución, y todo indica que así seguirá siendo por un buen rato.

LA DEMOCRACIA PARTICIPATIVA Y PROTAGÓNICA, LA DEMOCRACIA QUE HA SIDO REIVINDICADA POR ESTA REVOLUCIÓN BOLIVARIANA, SE FUNDAMENTA EN QUE EL PUEBLO OPRIMIDO, EN FORMA ORGANIZADA,  RECUPERA LA ACCIÓN POLÍTICA PARA SUS PROPIOS INTERESES DE CLASE. Los Consejos Comunales y las Comunas, creación heroica de este proceso impulsado por el presidente Chávez, se concibieron como el instrumento ideal para llevar a cabo esta tarea.

Esta es la diferencia fundamental entre la democracia representativa burguesa, basada en la delegación de poder en los partidos mediante el voto, y la democracia directa, participativa, protagónica, popular, en la que los explotados ejercen sus derechos en forma activa y mediante la acción colectiva.

La política, para este proceso revolucionario, es la forma como una colectividad humana se organiza y determina el rumbo que toma para vivir en sociedad y progresar como comunidad. LA POLÍTICA, EN EL PENSAMIENTO QUE NOS DEJÓ CHÁVEZ, ES CONCEBIDA COMO UNA FORMA DE AUTOGOBIERNO, DE AUTOGESTIÓN DE LA VIDA EN COMUNIDAD. EN LA PROPUESTA DEL ESTADO COMUNAL, ES RESPONSABILIDAD DE TODOS LOS CIUDADANOS INTERESARSE POR LA POLÍTICA Y PARTICIPAR EN LOS ASUNTOS POLÍTICOS.

El ideal de la democracia participativa es que los líderes naturales del pueblo, en las comunidades, en el movimiento obrero y campesino, en el sector de profesionales y clases medias, se constituyan en los representantes del pueblo ante los cargos de elección popular, así como en el desempeño de responsabilidades de dirección en los poderes públicos. Pero también es un ideal de esta democracia participativa que estos cargos de representación duren períodos limitados, y no sean por tiempo indefinido. Un líder obrero, un profesor universitario, un líder estudiantil, un líder comunitario,  que sean electos como diputados, para poner un ejemplo, deberían ocupar dicho cargo máximo por dos períodos parlamentarios, y regresar luego de ello al ejercicio de sus profesiones u ocupaciones originales. De lo contrario, se estarían convirtiendo en la misma cogollocracia que se formó en la cuarta república, y que tanto se criticó en las décadas anteriores al triunfo de Chávez en 1998.

La democracia participativa y protagónica implica la desaparición de los políticos profesionales como categoría inherente al modelo burgués de hacer política. LA DEMOCRACIA PROTAGÓNICA SUPONE UN CIUDADANO CAPAZ DE EJERCER LA POLÍTICA DIRECTAMENTE, SIN INTERMEDIARIOS; TODOS LOS CIUDADANOS EJERCEN SUS DERECHOS Y NO LOS DELEGAN EN “REPRESENTANTES”. Al desaparecer los políticos profesionales, los partidos tradicionales dejan de tener vigencia como tales, pues todo ciudadano deberá ser capaz y tener el derecho a ejercer cualquier cargo de representación popular, siempre sujeto a la contraloría social, a la rendición de cuentas, al mandato específico, y al derecho a ser revocado en cualquier momento.

Una de las deficiencias centrales del socialismo soviético fue la ausencia de democracia.  La falta de democracia se extiende, por supuesto, a los modelos “socialistas” ensayados por la socialdemocracia europea, que no trascendieron la representatividad partidista propia del liberalismo burgués.

El siglo XX fue el siglo de la hegemonía de los partidos políticos, los cuales a duras penas han llegado a este nuevo siglo XXI, acosados por nuevas expresiones organizativas que amenazan su dominio en todo el mundo. El siglo XXI probablemente será el siglo de los movimientos sociales, caracterizados por su diversidad política, ideológica y organizativa.

La organización de la Venezuela socialista debería fundarse en los poderes comunitarios y locales, en una estructura política que nazca desde las bases populares, y se erija en sentido contrario a cómo funciona el actual estado burgués (que funciona de arriba hacia abajo, con una minoría dirigente dominando sobre la gran mayoría popular). Los consejos comunales y las comunas bien pueden convertirse en los embriones de esa estructura política del nuevo estado, que como tal, repetimos, sería la antítesis del estado burgués (de esa manera, se cumpliría la premisa de Marx de que el estado debe avanzar hacia su extinción, en la medida en que aumentan los mecanismos democráticos de participación y control popular sobre todas las instituciones).

El sistema político apropiado para la Venezuela socialista debe prescindir de las representaciones partidistas. En eso, el actual sistema imperante no ha trascendido en nada a la cuarta república. Seguimos votando por partidos, y fortaleciendo las maquinarias burocrático-clientelares que se disputan el control de parcelas de poder dentro del estado. La selección o votación de los representantes públicos no debe hacerse a través de los partidos, sino a través de postulaciones uninominales, o en todo caso provenientes de organizaciones sociales (comités de tierras, de salud, consejos comunales, sindicatos, colegios profesionales, asociaciones civiles, cooperativas, consejos obreros, etc.).

Una medida sana, acorde con los principios de la democracia protagónica, y como un primer paso para rectificar este rumbo erróneo que ha tomado la revolución, es que los actuales dirigentes bolivarianos, con 14 largos años en funciones, abandonen sus cargos y pasen a cumplir labores cotidianas en la actividad productiva o cualquier otra responsabilidad laboral específica, y den lugar a nuevos representantes populares, los cuales a su vez, darán paso en un plazo perentorio a nuevos representantes del colectivo popular. De esta forma, nunca se podrá conformar la partidocracia que caracterizó a la cuarta república, y que existe por igual en todos los países del mundo, comenzando por los Estados Unidos y las grandes potencias europeas.

La división del trabajo entre trabajadores manuales y líderes intelectuales es uno de los fundamentos del régimen capitalista. Prolongar un sistema basado en políticos profesionales sería prolongar la dominación del capital sobre el pueblo trabajador, aunque el capital se disfrace de “estado socialista”, como ocurría en la URSS y ocurre hoy en la China “comunista”.

El Golpe de Timón que propuso Chávez para avanzar hacia el Estado Comunal implica volver patas arriba todo el aparato político que hasta ahora viene desarrollándose tanto en el PSUV como en las instituciones del estado bolivariano. Sin un cambio radical en la forma de concebir y hacer la política revolucionaria, corremos el riesgo de terminar consolidando las formas burguesas de acción y representación.

LA REVOLUCIÓN BOLIVARIANA PUEDE TERMINAR PARECIÉNDOSE MUCHO AL COLAPSADO SISTEMA BIPARTIDISTA DE LAS ÚLTIMAS DÉCADAS DEL SIGLO XX EN VENEZUELA. Los recientes resultados electorales del 14 de abril y todas las reflexiones suscitadas luego del fallecimiento del presidente Chávez son un estímulo para emprender estos cambios urgentes que necesita este proceso revolucionario. El proceso de selección de candidaturas para alcaldes y concejales es un buen momento para emprender este imperioso GOLPE DE TIMÓN que nos exigiera como último legado el comandante Chávez.

!!! HASTA LA VICTORIA, SIEMPRE ¡¡¡

Maracaibo, Tierra del Sol Amada. 26 de junio de 2013



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Roberto López Sánchez

Roberto López Sánchez (Caracas, 1958). Profesor Titular de la Universidad del Zulia (LUZ) con ingreso en 1994. Licenciado en Educación (LUZ, 1994). Magister en Historia (LUZ, 2005) y Doctor en Ciencias Políticas (LUZ, 2013). Actualmente dicta 6 materias en la Licenciatura de Antropología en LUZ: Historia de América; Historia de Venezuela; Intercambios Económicos; Poder y Movimientos Sociales; Culturas Afroamericanas; y Modo de Vida e Identidad Nacional. Ha dictado seminarios a nivel doctoral y nivel maestría en universidades venezolanas; y seminarios de Historia de Venezuela en universidades de Chile y España. Actualmente coordina la Unidad Académica de Antropología. Ha dirigido proyectos de investigación a través del CONDES-LUZ, y CLACSO. Línea de investigación: estudio de los movimientos sociales. Ha publicado más de 50 trabajos científicos. @cruzcarrillo09

 @cruzcarrillo09

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