En Cumaná el nuestro es David Velásquez

La Revolución Bolivariana va a otra prueba de fuego el venidero 8 de diciembre cuando votaremos para elegir alcaldes y concejales como instrumentos que forman parte de estructura primaria de participación popular. De nuevo el pasado y el futuro se la juegan. En este momento ya superamos todo un cuadro interno que se caracterizó por la discusión y elección de candidaturas que indudablemente deja un saldo de inconformidad en compatriotas con indudables méritos.
Pero como dice el temita musical, “entren que caben cien, cincuenta parados y cincuenta de pie”, no queda más que sincerar la lista de aspirantes al estilo de la guarachera Celia Cruz al grito de: ¡no hay cama pa´ tanta gente!.
Así sucedió y así se entendió. Cada quien sabe muy bien que no está en juego la aspiración de persona o grupo. Que mucho más allá del exacerbado individualismo que caracteriza a nuestra sociedad, lo que se juega es la permanencia, consolidación y profundización de la Revolución Bolivariana, como sistema político-social que ha reivindicado a nuestro pueblo y hoy es ejemplo para un mundo que busca desesperadamente deshacerse del yugo opresor del capitalismo.
El municipio Sucre, del estado Sucre y más concretamente la capital del estado , Cumaná, que en el 2015 cumplirá 500 años de haber sido fundada por colonizadores españoles, se juega tan importante conmemoración con la dirección de un alcalde Bolivariano, uno de los hijos de Chávez nacido en esta ciudad en el populoso Barrio Brasil, enclavado en la Parroquia Altagracia.
David creció en esta barriada como millones de nuestros hijos, a lo largo y ancho del país. Como tantos, nos recuerda la infancia de nuestro Líder Supremo. El muchachito Hugo vendió “arañas”. David vendió “bombas”. Desde chamos sintieron la pasión de luchar por el bienestar del prójimo. David eligió como trinchera de lucha la Juventud Comunista. Los pasillos del Núcleo de Sucre de la UDO recuerdan sus agitados pasos juveniles. Luego vinieron compromisos de envergadura para demostrar, responsabilidad tras responsabilidad, su lealtad a Chávez y la disciplinada herencia del Mariscal Sucre. Ministro del área social, diputado, canciller y vicecanciller. Siempre soldado. Siempre leal.
Esta Cumaná, noble señora, al decir de nuestro poeta Andrés Eloy Blanco, presiente y apuesta por la fidelidad de un nuevo amor. No se maquillará a pesar de sus 500 años, porque siempre ha sido nuestra hermosa quinceañera. Así la queremos siempre y para su regocijo le regalaremos un Alcalde Bolivariano que la sabrá querer. Es como si dijéramos: David, en tus manos, esta soñadora princesa llamada Cumaná. Cuídala, concientela y amala.



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Juan Azocar


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