Sepultureros de la revolución en el Táchira

El legado de luchas revolucionarias en nuestro estado es extenso. ¿Cuál insensato habría de negarlo? Y ni qué decir que siempre ha contado con un amplio respaldo popular, llámese las primeras escaramuzas entre nuestros indígenas Abriacas , Tamucos, Capuchos, Cucoraques, y vecinos Motilones –y demás pobladores originarios-  contra  los conquistadores invasores del proyecto imperial  sacro-español. La performance tachirense en la célebre Rebelión de Los Comuneros, narrada magistralmente por Gabriel Omar Tapias Medina en su cronología “Abuelos de La Niebla”, lo reafirma en su contexto. Nuestra oportuna y crucial participación en la guerra de independencia representada en la señera figura de María del Carmen Ramírez, así lo reitera. La pugna entre bandos rivales –godos y lagartijos- siempre tuvieron al pueblo tachirense en medio de la refriega del plomo y el chimú. La restauradora de Cipriano y los sesenta de a caballo, para que no quepa duda, legitimarán nuestra andinidad al resto del país. El heroico guerrillero Juan Pablo Peñaloza ante la feroz dictadura del malinche Juan Vicente Gómez, morirá con las alpargatas puestas. Los héroes anónimos que siempre enfrentaron las arbitrariedades del poder y que nunca la historia acomodaticia u oficial habrá de registrar pero que siempre quedarán en la memoria del pueblo indoblegable. Tantos trabajadores y estudiantes caídos y desaparecidos hasta los albores del reino puntofijista, siguen siendo un enigma en su clamor de justicia hasta hoy.

Con la llegada de la Revolución Bolivariana, al fin –en el 2000-, a casi cincuenta años de dictadura adeco-copeyana, los ideales de izquierda en el Táchira creyeron levantar sus banderas en la realización de un sueño largamente anhelado. No fue así, y esa historia aquí en nuestros predios nadie la ignora. Los ocho años de desgobierno y despolitización de Ronald Blanco La Cruz fueron la peor pesadilla que tachirense alguno haya soñado. Usurpador del trabajo político colectivo del MVR en su momento, este caraqueño orillero, de babosa prédica pseudo cristiana y sionista, trasladó una pandilla de sus parroquia capitalinos a depredar las riquezas de nuestro estado, en conchupancia con una cofradía de religiosos de origen colombiano, con oscuros intereses en la explotación minera, al lado de sus más cercanos familiares (“y si el nepotismo levanta la voz”… ); con pruebas y documentos en mano, hechos denunciado por algunos colectivos (Carbones Santo Domingo, Dixit) que en el camino del poder fueron desapareciendo, para banalizar todo y luego jugar al olvido. 

El estupor del tachirense medio, se ha reciclado al recibir la gélida noticia de que el bacalao aquél, a quien falsamente se tiene por martir y que, al negociar con la derecha –inferimos- su rendición, en su momento del golpe del 12 de abril de 2002, exclamara “Esto es un golpe de estado. A mí que me lleven preso con Chávez.” Frase que hay que analizar en su verdadero intríngulis, porque cómo alguien de estirpe militar y en quien está confiado velar y dirigir los intereses de un pueblo, ante una situación de tal naturaleza, sólo adora que le den coscorrones, y que le aten las manos para que se cumpla la voluntad de Dios, que si el pueblo venezolano no se arrecha y sale a la calle, otra historia se contaría y Esteban D’ Jesús -como en su momento funcionario del PAMI de Caldera- no hubiese tenido muchas barreras para ser burócrata del gobierno “democrático” de Carmona, posteriormente.

Previo a la contienda electoral del año 2000 -hoy reposando en cualquier hemeroteca- las páginas de Diario de La Nación señalaron declaraciones por parte de una vocera política increpando a Ronald Blanco que no tenía testículos (y no los de Jehová precisamente) para ser gobernador del Táchira. La realidad demostró que el eunuco si tiene vocación de poder , tal es lo que hace decir o desdecirse en su caso, a menos que lo admita -rectificar es de sabios, dicen- a tan singular personaje que tenemos que apoyar al bacalao de marras como candidato nuevamente a la gobernación del Táchira, en una inusitada vocación de Chacumbele.

Me pregunto, en todo caso, en lo que constituye el maniqueo juego político conocido hasta hoy en occidente, donde máscaras, al actor consignado por el mito, nunca han faltado hasta las actuales calendas de modernidad y postmodernidad ¿si no es el público, la masa, los espectadores, los habitantes de un territorio, quienes dan legitimidad a la puesta en escena del poder, a través de su libre albedrío, elección y consulta ,sin excluir pago a platea o gallinero y art. 5 de la CRBV, respectivamente?

Hasta ahora parece haber sido así, pero que los operadores políticos quieran continuar viéndonos como borregos e idiotas, en su afán de eternizar su estatus de vida, a estas alturas del partido (incluido el sumiso PSUV que aquí, hasta ahora, nunca ha representado a nadie), es absolutamente intolerable a la razón del ser tachirense. Y por más lectura de crónicas de una muerte anunciada -hechas anteriormente- esta fauna clientelista de los favores de Ronald Blanco , no aprenden y, cargando La Cruz, nuevamente van a enterrar a la Revolución en el Táchira.

En vísperas a los 450 años de la “fundación” de San Cristóbal, la alcaldesa Mónica en su devaneo y añoranza de reinados de belleza, siguiendo el ejemplo de su marido ex-alcalde y futbolista Williams Méndez, al entregar las llaves de la ciudad al conspirador William Bromfield, ex-embajador gringo en Venezuela en el 2005, trae también un director de música yankee, sospechosamente, para estos grandes fastos de celebración de 2011 –y no precisamente bicentarios-, en una ciudad repleta de vehículos y caos vial sin resolver, llena de basura y contaminación; donde las aceras en manos de buhoneros, no permiten andar al ciudadano y sus espacios verdes de recreación son botaderos de desperdicios y escombros, donde ninguna autoridad se da por enterada; porque todos estos adefesios que usufructúan el poder nada más están engolosinados en el festín de Baltazar que les representa la renta petrolera y el situado constitucional, además de los negociados detrás del poder donde caben el tráfico de drogas, el contrabando y los alimentos de extracción, la gasolina y como ñapa, sólo nos dejan la inseguridad personal.

Así que no hay mucha diferencia entre este gobierno del slogan paraco “Por un Táchira Grande” con el del hermano Ronald. Son la misma miasma, uno es la continuación del otro.

Quien se identifica firmemente con la Revolución Bolivariana, encarnada en la figura de su líder, Hugo Chávez Frías, ese mismo pueblo que es mayoría, sabe también que tiene que librar una batalla contra esa derecha traidora y entreguista, y además contra estos demonios internos, biblia en mano, disfrazados de rojo. A puerta de gayola el 20012, negar que los tachirenses carezcan de líderes honestos, inteligentes, capaces, es hacernos un harakiri colectivo…Lo contrario sería convalidar el proyecto reinante de la derecha hasta ahora, borrar nuestra gloriosa historia, y exclamar, como cuando éramos sutes, ¡Tacho! ¡Tacho! ¡Renuncio! ¡Me voy pa’ Capacho! ¡Cojo tierrita! ¡La boto! ¡Y no juego más!

Por estas tierras andinas es parte de nuestra cultura el respeto a los muertos como también lo es, y con más agrado, ir a tomarnos los miaos en casa del vecino para celebrar la llegada de un chino, un mico, o un pelao, que llora en la cuna después de haber venido al mundo, porque más le apostamos a la vida indefectiblemente.

Nos estamos viendo.

fredy.araque@gmail.com



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Freddy Araque


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