No sabemos cuántos han sido los candidatos a Alcaldes ni cuántas han sido las promesas que estos han realizado en función de resolver o acabar con el problema de la disposición de desechos, la limpieza de plazas, parques y calles de la ciudad, así como del mantenimiento de las orillas en las distintas carreteras de nuestra región apureña. En tiempos del Gobernador José Gregorio Montilla una vez escuché de su propia voz la declaración de guerra contra la basura y la promesa de resolver el problema en un año. Aquella vez yo mantenía la columna Voz Rebelde en el ABC de Apure, desde esas líneas le vaticiné la derrota tal y como sucedió al cumplirse un año de lo prometido, tanto como en lustros posteriores. Es decir, ninguno, absolutamente ninguno ha logrado vencer o resolver el asunto de los desechos y el aseo de las ciudades apureñas. Desde las ya difuntas Asociaciones de Vecinos y los muy “recién nacidos” Consejos Comunales, pasando por los Alcaldes quienes tienen la competencia directa, así como tampoco los Gobernadores, han dado en la diana cuando disparan contra la basura; son irremediablemente derrotados de manera vergonzosa.
Resulta pues que la población aumenta y con ella las ciudades crecen aceleradamente, consecuencialmente el volumen de desechos se multiplica. A esta situación se le agrega que los nuevos barrios se originan de la anarquía invasora y los urbanismos son producto de las ansias de lucro sin una planificación urbanística adecuada; de allí deviene también el problema de la falta de los servicios, que a su vez agrega la disposición aérea de las aguas negras o servidas, las cuales llegan a constituir riachuelos pestilentes cuyos cauces son las orillas de calles y veredas terminando por tributar su afluente en medianas o grandes lagunas artificiales ubicadas en las periferias de las comunidades. Para colmo de males la poca basura que se recoge es dispersada por las mascotas, pues los habitantes de los barrios no pueden vivir sin sus respectivas crías caninas o felinas; animalitos éstos que por cierto desarrollaron el gusto por la basura, en especial los pañales descartables, y, nos imaginamos entonces, que debido a la evolución de las especies (según la teoría de Charles Darwin), ahora pudiéramos catalogar científicamente especímenes autóctonos con nombres tales como: Canis basuriencis, en el caso de los perros escatófagos o rompe bolsas y Felis mugrientus en el de los gatos con los mismos gustos.
En las márgenes de las carreteras se puede observar que las cercas de alambre de púas casi llegan al borde del pavimento asfáltico y muchos Hatos, Fundos o Fincas exhiben pomposos, rimbombantes o sencillos nombres identificatorios, sin embargo, en su gran mayoría lo que mejor pueden mostrar con “orgullo” son extensos y densos chiribitales dignos de una reserva forestal para la cría de Garrapatas. Realmente son muy pocos los propietarios quienes dan mantenimiento a sus áreas verdes o las embellecen con árboles, arbustos o matas ornamentales.
Toda esta realidad urbana y rural de nuestro Estado Apure, deberíamos transformarla con el concurso y participación de todos sin excepción; en ese sentido debería conformarse un Plan General Estadal de Saneamiento Ambiental Urbano y Rural, del cual se derivarían los programas y proyectos específicos en las siguientes materias: 1º.- Recolección y disposición de desechos orgánicos e inorgánicos; 2º.- Recuperación reciclable de desechos sólidos; 3º.- Recuperación mantenimiento y consolidación de áreas verdes urbanas; y 4º.- Desmalezamiento y reforestación de los bordes de carreteras. A estas actividades se le debe sumar un programa general y permanente de desarrollo y fortalecimiento de la Educación Ambiental en las instituciones educativas tanto como en las comunidades urbanas y rurales, incorporando activamente los medios de comunicación masivos para generar una nueva conducta y cultura de saneamiento y ornato medioambiental en la ciudadanía.
Estas consideraciones nuestras no son en nada una novedad o primicia ni el descubrimiento del fuego, es la crítica permanente y el anhelo largamente postergado de gran parte de la población, de quienes tenemos la aspiración de mejores espacios para el desarrollo existencial y de quienes sentimos en carne propia la vergüenza de habitar en barrios y urbanismos sumidos en medio de los desechos y la inmundicia; es por otro lado el deseo de contar en las carreteras con un paisaje natural atrayente, sin chiribitales ni los desperdicios lanzados por la gente de costumbre mugrienta. Sabemos que esta problemática no se resuelve con la sola manifestación crítica, ni las propuestas diversas cargadas de buena intenciones o deseos, se requiere que los representantes de los organismos gubernamentales asuman consciente y coordinadamente la decisión unánime de resolver el asunto que es bastante difícil, pues implica modificar muy malas conductas ciudadanas arraigadas fuertemente, en donde se necesitará la aplicación de sanciones para disciplinar a la gente pero también se requiere de inversiones financieras y materiales muy trascendentes, con metas a mediano y largo plazo; algo que a los gobernantes gusta poco pues siempre se pretende invertir en obras que permitan capitalizar de inmediato en lo político y en lo electoral.
Si de verdad en nuestros gobernantes y la ciudadanía existe la conciencia clara de la magnitud del problema con sus graves consecuencias presentes y futuras, en esa misma medida seguramente se podrán conjugar esfuerzos conjuntos para ir conquistando logros e ir transformando esa mala y espantosa imagen de nuestras comunidades urbanas y rurales, junto al paisaje que recorremos entre una y otras. Quizá no se requiera de un Ulises de la mitología griega para limpiar los muy mugrientos establos del rey Augias, pero si necesitamos de un mayor sentido de pertenencia y amor por toda nuestra tierra llanera y su gente.
Una vez más lanzo mis palabras en general al colectivo apureño y en particular a nuestros gobernantes, juntemos ideas, iniciativas y esfuerzos por un Apure mejor. He allí el aporte para ir consolidando una verdadera transformación social en forma integral.
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