No hay nada más triste que la muerte de un ser querido, dolor del que muchos no se recuperan, pero la vida continua y debemos seguir viviendo pensando en esa otra parte de los nuestros que dependen de nosotros.
Algunas personas tenemos muy pocas amistades y ese pequeño grupo lo vemos como parte integrante de nuestro grupo familiar y cuando Dios se los lleva sufrimos al igual que cuando perdemos un hermano o un padre.
Este fin de semana se nos fue un gran amigo y hermano uno de los hombres que a la calladita contribuyó con su trabajo al engrandecimiento de nuestro País, Edmundo Martínez Suarez, Abogado defensor de muchos de los presos políticos en la dictadura de Pérez Jiménez, Gobernador del Estado Monagas y sobre todo un gran amigo y defensor de los más necesitados, quien desempeño su profesión de una forma altruista, colaborando sin ningún interés con la solución de los problemas de todo el que lo necesitaba.
Concédele, Señor, el descanso eterno y que le ilumine tu luz perpetua.
Una sabia frase nos dice “La muerte no nos roba los seres amados. Al contrario, nos los guarda y nos los inmortaliza en el recuerdo”. En ese recuerdo quedara por siempre en nuestros corazones el amigo y casi un padre Martínez Suarez.
El duelo no es un camino fácil pero... si no lo fuera... dejaría de tener sentido toda nuestra existencia. Últimamente se nos han ido muchos seres queridos, esperamos que al lado del señor se consigan y velen por el bienestar de todos nosotros, que toda mi familia seguirá recordándolos. El primo Ezequiel Silva, vilmente asesinado hace unos meses fue otra amarga perdida, a todos los tendremos presentes y seguiremos amando. En ninguna otra situación como en el duelo, el dolor producido es total: es un dolor biológico (duele el cuerpo), psicológico (duele la personalidad), social (duele la sociedad y su forma de ser), familiar (nos duele el dolor de otros) y espiritual (duele el alma). En la pérdida de un ser querido duele el pasado, el presente y especialmente el futuro. Toda la vida, en su conjunto, duele. Amar a alguien, es decirle: no morirás, por ello en nuestros corazones seguirán vivos.
Edmundo Martínez fue el amigo. “El amigo que está en silencio con nosotros, en un momento de angustia o incertidumbre, que puede compartir nuestro pesar y desconsuelo... y enfrentar con nosotros la realidad de nuestra impotencia, ése es el amigo que realmente nos quiere”.
Solo nos queda pedirle al Señor, la serenidad para aceptar las cosas que no podemos cambiar, valor para cambiar las cosas que podemos y sabiduría para poder diferenciarlas. Que en paz descanses hermano.
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